Mahler en todas partes
La fundaci¨®n Montemadrid lleva las sinfon¨ªas del gran compositor checo a hospitales o residencias de ancianos
Reducir una pieza de m¨²sica cl¨¢sica pensada para mil m¨²sicos (incluidas voces) a cuatro manos al piano es una apuesta arriesgada. El martes pas¨®, por primera vez en Espa?a: la octava sinfon¨ªa de Gustav Mahler por dos pianistas, Sofya Melikyan y Duncan Gifford. Fue en un auditorio inesperado, el del Hospital Cl¨ªnico San Carlos. En la primera fila, un paciente octogenario de riguroso pijama azul marcaba compases con la rodilla, extasiado ante las fren¨¦ticas y exactas pulsaciones.
No es habitual encontrar una obra del maestro checo fuera de auditorios de relumbr¨®n. Es el objetivo, en esta edici¨®n, del ciclo M¨²sica Cl¨¢sica x Contempor¨¢neos de la fundaci¨®n Montemadrid. ¡°Ofrec¨ªamos conciertos de primer nivel. Este a?o quer¨ªamos que tuviera un componente social¡±, cuentan la organizaci¨®n.
La de ayer fue solo una parada en un camino que emprendieron a finales del a?o pasado, y pretenden que culmine en junio, en el D¨ªa de La M¨²sica. ¡°Tenemos una cita bajo un puente de la A4, en el barrio de San Crist¨®bal. Antes estaba copado por la droga, ahora es un lugar de iniciativas vecinales. Hasta all¨ª llevaremos el piano de Steinway de cola, esa es la gran haza?a, llevar semejante artefacto a todas partes¡±.
Despojar a la m¨²sica cl¨¢sica de su halo elitista y acercarla a todos sin pedir por ello una contraprestaci¨®n: es la meta de la Fundaci¨®n. Y tiene mucho que ver con el esp¨ªritu de Mahler, y m¨¢s on la octava sinfon¨ªa, asegura Xavier G¨¹ell, director art¨ªstico del ciclo: ¡°Es muy especial porque fue el ¨²nico gran ¨¦xito que tuvo en vida. Era un incomprendido. Poco antes de morir, en 1910, estren¨® esta obra en Munich y asisti¨® a c¨®mo toda la inteligencia europea musical, art¨ªstica e intelectual, se pon¨ªa en pie y aplaud¨ªa en un arrebato colectivo de 20 minutos. Mahler compon¨ªa desde el amor y la compasi¨®n hacia los dem¨¢s, y por fin se vio recompensado¡±. El mejor tributo, sin duda, es llevar su m¨²sica a los m¨¢s desfavorecidos. Si hace falta, debajo de un puente. Como dijo Franz Liszt, un compositor (casi) coet¨¢neo: ¡°Triste, y sin embargo grande, es el destino del artista¡±.
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