Pianista rusa

Pas¨® por el Palau con poco bombo ¡ªpobre entrada y p¨²blico bastante despistado que aplaud¨ªa entre movimientos¡ª la pianista rusa Anna Gourari (Kazan, 1972) ejemplo genuino de ¡°pianista rusa¡± de las de antes de la globalizaci¨®n, de cuando a¨²n hab¨ªa escuelas pian¨ªsticas discernibles y claramente identificables.

Con todas las excepciones que se quiera, el pianismo ruso toca, o tocaba, con mano de hierro metida en guante de terciopelo. La s¨®lida preparaci¨®n t¨¦cnica de base se pone al servicio de una emotividad intensa y una expresividad c¨¢lida. La brillantez existe, pero nunca es un objetivo y lo mismo ocurre con la exactitud y la precisi¨®n; se dan, pero no son la meta. Tampoco lo es ¡°la pureza de estilo¡±, los pianistas rusos tienden a la polivalencia, tienen sus preferencias, pero no suelen ser especialistas.

Anna Gourari, pianista rusa de pies a cabeza, exhibi¨® t¨¦cnica poderos¨ªsima, autoridad y sonido pleno, imponente. Su recital se inici¨® con Chopin con un bell¨ªsimo Nocturno Op.9 n¨²m.1 seguido por la Sonata n¨²m. 3 Op.58, menos interesante y termin¨® tambi¨¦n con el ilustre polaco y su Scherzo n¨²m. 2 Op.31. En medio qued¨® un amplio, demasiado amplio, viaje por la historia del piano formado por una interpretaci¨®n correcta de la transcripci¨®n para piano de Ferruccio Busoni del coral Ich ruf zu Dir, Herr Jesu Christ de Bach.

Todo estuvo bien, pero el programa result¨® demasiado ¨¢rido para aquel p¨²blico y el concierto, a pesar de los ¡°bravo¡± de algunos entusiastas, qued¨® desangelado pues (tel¨¦fonos y toses aparte) nunca se lleg¨® a establecer una comunicaci¨®n intensa entre escenario y sala.