El ¡®avaro¡¯ Joan Pera se ci?e a su papel
El actor celebra medio siglo de vida en los escenarios protagonizando el cl¨¢sico de Moli¨¨re en el Teatro Goya
Joan Pera no est¨¢ acostumbrado a interpretar personajes violentos. Durante a?os fue el compa?ero entra?able, la otra mitad de La extra?a pareja, el d¨²o exitoso que form¨® con Paco Mor¨¢n. Por eso le cost¨®, despu¨¦s de tanto tiempo acomodado a una faceta teatral m¨¢s divertida, cambiar de registro y empezar una funci¨®n agrediendo a un criado al grito de ¡°?huye inmediatamente de mi casa, profesor de gamberros, carro?a!¡±. Con estas palabras tan duras Pera irrumpe desde este mes en el escenario del Teatro Goya. El actor celebra medio siglo dedicado a la interpretaci¨®n haciendo un ejercicio de gimnasia teatral: Pera se pone en la piel de Harpagon, el viudo usurero, quisquilloso y tremendamente codicioso que protagoniza L'Avar de Moli¨¨re. La obra, en cartel hasta el 1 de mayo, est¨¢ dirigida por Josep Maria Mestres con un elenco de diez actores, entre los que se encuentra Josep Minguell, Manel Dueso o J¨²lia Barcel¨®. El texto es una adaptaci¨®n de Sergi Belbel estrenada en el Festival Grec.
¡°Esa escena (la de la agresi¨®n) me consternaba. Es que yo no soy as¨ª para nada. El director me dijo: ¡°P¨¦gale de verdad¡±. Yo me negu¨¦, pero de cada vez lo hago m¨¢s...¡±, cuenta el actor. Ahora, para ¨¦l encarnar a Harpagon es un regalo. Sin embargo, tres meses atr¨¢s no pensaba lo mismo. Al contrario. Tras tantos a?os alejado del teatro cl¨¢sico Pera lleg¨® a creer que la propuesta del Goya estaba ¡°envenenada¡±. ¡°Para m¨ª ha sido un poco dif¨ªcil. Estoy acostumbrado a acomodarme los textos a mi manera de hacer, jugar, salir de la escena, hacerme m¨ªo al p¨²blico. Y aqu¨ª no he podido mover ni una coma, ni un punto¡±, explica el actor. Apenas hay rasgos del Pera habitual ¡°aunque algo hay en alg¨²n gesto, en una mirada...¡±, se excusa. Y Mestres solo le ha permitido una salvedad: ¡°?l cae bien al p¨²blico, conecta con ¨¦l. Contra eso no puedo hacer nada¡±, detalla el director.
Harpagon tiene una larga lista de defectos: es d¨¦spota con los criados, quiere casarse con la enamorada de su hijo y que su hija se despose con un hombre mayor porque le ha prometido que no hace falta pagar dote. El viejo esconde dinero en el jard¨ªn y cree que su v¨¢stago le roba porque va muy bien vestido. Uno de sus criados, incluso, da parte de su comida a los caballos para que no se mueran. Harpagon no quiere gastar nada, a pesar de que podr¨ªa hacerlo con creces. Es tremendamente avaro. ¡°Siente amor por el dinero. Necesita tenerlo, tocarlo¡±, relata. ¡°Y salgo fe¨ªsimo al escenario¡±, agrega Pera.?
A¨²n as¨ª, la obra sigue siendo una comedia. Sus defectos rebotan en los dem¨¢s personajes, que contraen otros males. ¡°En el mundo en el que vivimos a las personas como yo el cielo solo nos ha dado de rentas la intriga y las malas artes¡±, estalla por ejemplo una celestina, Frosina, que enreda a¨²n m¨¢s las vidas de la familia. Moli¨¨re subtitul¨® la obra como Escuela de la mentira. ¡°Y eso nos dice mucho¡±, desgrana Mestres.
¡°Es de las comedias m¨¢s redondas que he hecho nunca. Moli¨¨re quer¨ªa ser edificante haciendo re¨ªr. Y todo est¨¢ en el texto. Nos habla de la condici¨®n humana, no de lo que nos ocurre, eso ya lo hacen los contempor¨¢neos¡±, a?ade Mestres, que ha querido que cada palabra caiga ¡°en su sitio, como un dardo¡±, huyendo de preciosismos. Pero, adem¨¢s, el director tambi¨¦n desea que el p¨²blico salga del teatro con deberes: ¡°Hay que confrontar lo que ocurre en L'Avarcon lo que pasa en Europa con la crisis de los refugiados porque todo eso resuena en la obra y te lo llevas a casa despu¨¦s de haber re¨ªdo¡±.
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