Populismos para todos
El uso y abuso del t¨¦rmino populista provoca confusi¨®n, agudiza los conflictos y dificulta el di¨¢logo. Pero es una forma de pol¨ªtica que debe evaluarse en cada caso por sus resultados
"Si me preguntan qu¨¦ es, no lo s¨¦. Si no me lo preguntan, lo s¨¦¡±, parece que dijo San Agust¨ªn, refiri¨¦ndose a Dios y a la fe. La cita sirve a un experto en populismos, el italiano Loris Zanatta, para referirse a la dificultad de exponer un concepto de moda utilizado por tirios y troyanos. Populismo es una arma arrojadiza que sirve contra Podemos y contra Le Pen, contra Evo Morales y contra los gobiernos de Polonia o Hungr¨ªa, contra el catalanismo independentista y contra el republicano millonario Trump. Otro experto en el tema, Ernesto Laclau, supuestamente inspirador de los l¨ªderes de Podemos, desarrolla una sofisticada argumentaci¨®n para distinguir la democracia liberal representativa individualizada (muy sartriana) y la democracia del pueblo mediante su hegemon¨ªa organizada. Zanatta, contrario al populismo, simplifica mucho la cuesti¨®n para negar a cualquier populismo como contrario a una democracia formal mitificada. Por su parte, Laclau elabora un concepto metaf¨ªsico de pueblo que evita concretar una f¨®rmula democr¨¢tica alternativa.
En resumen, el populismo es una arma que sirve para una cosa y para la contraria. Mateo Renzi, jefe del gobierno italiano y l¨ªder del Partido Democr¨¢tico (en teor¨ªa de izquierda, continuaci¨®n perversa del PCI), exalta la victoria de Mauricio Macri, derecha radical neoliberal contra el kichnerismo ¡°populista¡±. El PSOE denuncia este ¡°populismo de izquierda¡±, que aplica tambi¨¦n a Podemos. Sin embargo, Felipe Gonz¨¢lez, cuando perdi¨® las elecciones (1996), se fue inmediatamente a Argentina a pasar unas vacaciones en yate con el presidente Menem, otro populista opuesto, esperp¨¦ntico y corrupto, que vendi¨® patrimonio p¨²blico y aplic¨® pol¨ªticas privatizadores neoliberales.
Se acusa de populistas a los nacionalistas vascos (democristianos) y catalanes (liberales sociales o viceversa), pero el populismo desenfrenado y etnicista de la l¨ªder socialista andaluza es considerado por el PSOE su discurso serio y democr¨¢tico. El espa?olismo rancio y visceralmente anticatal¨¢n de gran parte del PP puede catalogarse de populismo precisamente como ellos lo entienden, pues exacerban emociones colectivas contra comunidades diferentes. Algo similar ocurre con Ciudadanos, su metaf¨ªsica visi¨®n de Espa?a se complementa con la negaci¨®n de un sentimiento nacional catal¨¢n que, guste o no, existe y se comprueba saliendo a la calle.
Esta visi¨®n se apoya en un supuesto: solo existe el estado-naci¨®n, el resto son ciudadanos-¨¢tomo, no existe una sociedad catalana o vasca. La referencia al ¡°pueblo¡± es una manipulaci¨®n, no es un ser real y menos a¨²n un sujeto pol¨ªtico. Sin embargo, el ¡°pueblo¡± es una realidad hist¨®rica y pol¨ªtica, la expresi¨®n activa de una gran parte de los ciudadanos, o que quieren serlo, que reivindican sus derechos. La revoluci¨®n francesa tuvo como protagonista al pueblo constitu¨ªdo en naci¨®n y en estado. Los arist¨®cratas que no renunciaban a sus privilegios era considerados ¡°el partido de los extranjeros¡±. Cuando se niega a un pueblo su identidad y su autogobierno, el represor pasa a ser considerado extranjero. El Estado espa?ol y su clase pol¨ªtica (PP, C¡¯s y PSOE) ejercen ahora como fuerza separadora, en realidad pretenden independizarse de Catalu?a, aunque sea en su subconsciente.
Como ven, el uso y abuso del t¨¦rmino populismo solo provoca confusi¨®n, agudiza los conflictos y dificulta el di¨¢logo. Mejor ser¨ªa analizar los llamados populismos a partir de sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas. Por ejemplo, el populismo de izquierda en Am¨¦rica Latina no es muy diferente de lo que fueron las izquierdas europeas hace unas d¨¦cadas. Se crearon liderazgos carism¨¢ticos y futuros m¨ªticos que movilizaron a sectores muy heterog¨¦neos excluidos de la pol¨ªtica y de los derechos ciudadanos. Son una expresi¨®n de las grandes desigualdades. A medida que las conquistas populares hacen m¨¢s social al Estado, las desigualdades se reducen y se pueden ejercer los derechos, el pueblo se estructura pol¨ªticamente, el populismo se racionaliza. Pero sin fases populistas la democracia no se democratiza. En Argentina, el kichnerismo, con todos sus defectos, ha desarrollado importantes pol¨ªticas sociales y de recuperaci¨®n de derechos humanos. Ahora, el macrismo ultraneoliberal practica un populismo cosmopolita orientado a las clases medias supondr¨¢ una regresi¨®n social y pol¨ªtica. En conclusi¨®n: los llamados populismos deben evaluarse por sus compromisos previos y sus resultados posteriores.
Jordi Borja es urbanista
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