Salinger, un joven enamorado
Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder novela la relaci¨®n del engim¨¢tico autor con Oona O¡¯Neil, hija del dramaturgo
Fr¨¦d¨¦ric Beigbeder (Neuilly-sur-Seine, 1965) decidi¨® en alg¨²n momento seguir el consejo que J. D. Salinger daba a los noveles, aunque ¨¦l, un poco enfant terrible de las letras francesas al menos desde 13,99 euros, no lo es: ¡°Escribe el libro que te gustar¨ªa leer¡±. El resultado, con toda probabilidad, hubiera hecho que el norteamericano se lo pensara dos veces antes de repartir sabidur¨ªa. ¡°Creo que me odiar¨ªa profundamente¡±, puntualiza Beigbeder. Porque su ¨²ltima novela, Oona y Salinger (Anagrama, en castellano; Amsterdam, en catal¨¢n) se mete de lleno en la intimidad siempre celosamente protegida del autor de El guardi¨¢n entre el centeno; y m¨¢s concretamente, en su relaci¨®n fallida con Oona O'Neill, celebrity de la ¨¦poca y hija del dramaturgo Eugene O¡¯Neill. La historia es de fracaso: tras un breve romance a principios de los cuarenta, ¨¦sta le reemplaz¨® por Charlie Chaplin, con quien se cas¨® cuando Salinger se fue a Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
La historia lo ten¨ªa todo: amor arrebatado, guerra, cine, literatura (Oona se codeaba con Truman Capote, Hemingway y dem¨¢s literatos de la ¨¦poca). ¡°No me pod¨ªa creer que nadie la hubiera escrito ya¡±, dice Beigbeder. Y se puso manos a la obra.
Beigbeder incide en lo ¡°rid¨ªculo¡± que es promocionar en prensa un personaje como Salinger, que siempre evit¨® el contacto con periodistas y jam¨¢s concedi¨® una entrevista. Por el contrario, Oona O¡¯Neill era una personalidad social de la noche neoyorquina. En biograf¨ªas se la describe como inteligente, bella y traviesa: ¡°Era una it-girl, de esas que se hace famosas sin hacer nada en concreto¡±, define Beigbeder. Fue musa de muchos, incluyendo a Orson Welles y Capote, quien se inspir¨® en ella para su Desayuno con diamantes. Eso debi¨® dificultarle a Salinger reponerse del desenga?o: ¡°Ve¨ªa su cara a menudo en revistas y programas de variedades¡±.
Beigbeder sostiene que Oona y Salinger no es ni novela ni libro de no ficci¨®n, sino un h¨ªbrido entre ambos: ¡°El 90% de los hechos son reales, el resto me lo invent¨¦¡±. Eso es as¨ª porque buena parte del material que hubiera necesitado para reconstruir las personalidades de O¡¯Neill y Salinger, as¨ª como su atormentada relaci¨®n epistolar, est¨¢ totalmente blindado. Los diarios ¨ªntimos de ella los guarda bajo llave la familia de Chaplin, y las cartas escritas por Salinger las conservan sus allegados, quienes respetan la voluntad del autor de no hacerlas p¨²blicas.
As¨ª pues, Beigbeder tir¨® de especulaciones e imaginaci¨®n: ¡°All¨ª donde los periodistas han de detenerse yo me dej¨¦ llevar, y fue fant¨¢stico¡±. Para ponerse en la piel de Oona O¡¯Neil y de grandes como Salinger o Capote, Beigbeder us¨® el viejo m¨¦todo del what if (?Y si?) que tanto gustaba al norteamericano Philip Roth: ¡°Uno lee muchas biograf¨ªas, diarios de personas que vivieron la Segunda Guerra Mundial... Y luego lo olvida todo para tratar de entrar en la cabeza de ese Salinger joven, que est¨¢ tirado en el barro de una trinchera, esquivando bombas y enamorado de una mujer que est¨¢ muy lejos¡±. Y a fe que lo consigue.
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