Culpabilidad y placer
A los blandos ¨¦mulos irlandeses de Coldplay les faltan aristas y carisma, pero a ratos son capaces de resultar estimulantes
A d¨ªa de hoy, los dublineses Kodaline son la quintaesencia del placer culpable. El an¨¢lisis concienzudo proporciona elementos para la irritaci¨®n: melod¨ªas de chicle, instrumentaci¨®n blandurria, una escenograf¨ªa de estalactitas azules o anaranjadas que no desentonar¨ªa en Eurovisi¨®n y ese rub¨ªsimo jefe de filas, Steve Garrigan, que conf¨ªa su carisma en resultar m¨¢s guap¨¦rrimo que el 99 por ciento de la poblaci¨®n masculina. Todo se antoja potencialmente peligroso y susceptible de ser mordido con los colmillos afilados como estiletes, s¨ª. Pero tambi¨¦n en ocasiones se nos ablanda el corazoncito. Como cuando a la media hora de su estreno del s¨¢bado en La Riviera, con las entradas agotad¨ªsimas desde tiempo atr¨¢s, suena Brand New Day y nos encontramos con un estribillo irreprochable, un artefacto para la sonrisa y el buen humor. Lo que sigue no servir¨¢ para coleccionar likes en las redes, pero en ocasiones, casi en contra de nuestra voluntad, Kodaline tienen un pase.
Garrigan quiere ser Chris Martin y esta aspiraci¨®n adquiere a veces tintes mim¨¦ticos. Sucede con High Hopes, por ejemplo, balada pian¨ªstica con falsetes para las notas agudas con la que la banda gener¨® un aluvi¨®n de suspiros y un desaforado karaoke comunal. Y m¨¢s a¨²n en Coming Alive, un remedo flagrante de Hurts Like Heaven. Pero conste que es mejor aspirar a convertirse en hermanos peque?os de Coldplay que de The Killers, como en la cargante Honest. O llegados a la muy sintetizada Low, con la que se multiplica la sensaci¨®n de producto prefabricado antes de su llegada al escenario.
El problema, por ahora, radica en que al cuarteto irland¨¦s (con un quinto m¨²sico de apoyo) le sobra ligereza y le falta carisma, ese que su jefe de filas ni siquiera consigue inspirar cuando se queda solito para dar cuenta, guitarra y voz, de The One. El p¨²blico, joven y risue?o, goza puliendo la bater¨ªa con el m¨®vil en modo linterna, pero casi todo resulta romo, plano, inofensivo. Hasta que nos descubrimos disfrutando de Love Like This, un himno ac¨²stico para telonear a Mumford & Sons, o de la fiesta final con la cada vez m¨¢s popular All I Want. As¨ª son las cosas con las culpabilidades y los placeres.
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