Afinidades electivas
Se busca una conexi¨®n del nacionalismo catal¨¢n con el fascismo pero casi nadie ha buscado la genealog¨ªa del nacionalismo espa?ol
El libro, editado por Planeta en 1989, lleva un t¨ªtulo que es toda una declaraci¨®n de principios: Sin cambiar de bandera. En ese volumen de memorias, Jos¨¦ Utrera Molina ¨Cjerarca franquista desde 1956, ministro de la Vivienda con Carrero Blanco y ministro secretario general del Movimiento con Arias Navarro hasta marzo de 1975, cuando fue destituido por demasiado ultra¨C exhibe un fervor casi religioso hacia la figura y la obra de su Caudillo y una fidelidad ideol¨®gica infrangible: ¡°No estoy dispuesto a olvidar lo que fui, ni me arrepiento por tanto de lo que soy. El ayer, el hoy y el ma?ana enlazan mi irrevocable vocaci¨®n falangista¡±.
Como l¨®gica consecuencia de lo anterior, el relato de Utrera Molina considera a Juan Carlos de Borb¨®n un perjuro, y a Torcuato Fern¨¢ndez-Miranda, Adolfo Su¨¢rez y muchos otros art¨ªfices de la transici¨®n un hatajo de traidores. Seg¨²n ¨¦l, la destrucci¨®n del ¡°Estado del 18 de julio¡± fue alcanzada ¡°no por la fuerza de sus adversarios, sino por la cobard¨ªa de quienes m¨¢s obligados estaban a defenderlo¡±, y el resultado, ¡°sirvi¨¦ndose de los t¨¦rminos de la Constituci¨®n¡±, es una vida pol¨ªtica ¡°donde toda gallard¨ªa es inexorablemente condenada y toda lealtad a lo que fue nuestro pasado, maldecida y proscrita¡±.
Franco-falangista irredento, Utrera bautiz¨® al primog¨¦nito de sus ocho hijos como Jos¨¦ Antonio ¨Cno hace falta preguntar en honor a qui¨¦n¨C y cas¨® a la tercera, Mar¨ªa del Mar, con Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Pero si traigo todo esto a colaci¨®n es porque, casi nonagenario, nuestro personaje contin¨²a activo en el debate pol¨ªtico. La semana pasada, sin ir m¨¢s lejos, public¨® en Abc el art¨ªculo titulado Espa?a desamparada: un llamamiento a ¡°evitar las terribles consecuencias de un nuevo frente popular¡±, presunta alianza que ¡°propugna la liquidaci¨®n de la esencia de Espa?a, de sus Fuerzas Armadas, de las tradiciones y las banderas...¡±. ¡°Debo proclamar ¨Cescribe un angustiado Utrera¨C mi profunda preocupaci¨®n ante el peligroso abismo que se abre en el horizonte cercano de mi patria¡±.
Este mismo lunes, entrevistado por un redactor de El Mundo, el exsecretario general del partido ¨²nico franquista remachaba el clavo: un gobierno con Podemos llevar¨ªa a Espa?a ¡°otra vez a una guerra civil¡±. ¡°Me ofrece m¨¢s simpat¨ªas Ciudadanos¡±, conclu¨ªa. Esto ¨²ltimo no es de extra?ar, si recordamos que el pasado 26 de septiembre (v¨ªspera de los comicios catalanes del 27-S) Utrera public¨® en un digital de expresivo nombre (Arriba) una pieza titulada Catalu?a nunca dejar¨¢ de ser espa?ola, donde pod¨ªa leerse: ¡°Estamos en v¨ªsperas de un acontecimiento inigualable, de una traici¨®n que pone los vellos de punta (...) Yo acuso al se?or Mas de traidor¡±.
No, naturalmente, no puede responsabilizarse a Ciudadanos de las simpat¨ªas que le profesa Jos¨¦ Utrera Molina; alguien que ¨Cdicho sea de paso¨C no ha mostrado jam¨¢s arrepentimiento alguno ni ha pedido perd¨®n ni disculpas por haber servido durante d¨¦cadas a una dictadura sanguinaria... y que, sin embargo, sigue publicando terceras en un diario tan respetable y bienpensante como Abc. Del mismo modo que ¨Csupongo¨C no puede responsabilizarse al conjunto del independentismo catal¨¢n por las simpat¨ªas que le ha manifestado ¨²ltimamente Arnaldo Otegui... y que tanto han hecho salivar a alg¨²n columnismo unionista. Cierto, las organizaciones independentistas no han rechazado expresamente los piropos de Otegui; tampoco tengo noticia de que nadie en Ciudadanos haya renegado de simpatizantes con el perfil del suegro de Ruiz-Gallard¨®n, miembro del consejo de ministros que dio el ¡°enterado¡± a la ejecuci¨®n de Salvador Puig Antich.
En todo caso, la irrupci¨®n del se?or Utrera ¨Cese viejo palad¨ªn de la ¡°democracia org¨¢nica¡±¨C en el ins¨®lito escenario de bloqueo que ofrece ahora mismo la pol¨ªtica parlamentaria espa?ola me ha suscitado una modesta reflexi¨®n. Desde hace d¨¦cadas, desde much¨ªsimo antes de la eclosi¨®n soberanista, periodistas, articulistas y hasta historiadores han estado buscando elementos objetivos (contactos, ideas, afinidades...) que conecten el nacionalismo catal¨¢n con el fascismo, el nazismo, etc¨¦tera. Los resultados del esfuerzo son menos que magros.
En cambio, a casi nadie parece haberle atra¨ªdo la tarea de reconstruir la genealog¨ªa del nacionalismo espa?ol, partiendo de sus actuales expresiones (el PP, Ciudadanos, buena parte del PSOE) y remont¨¢ndose hacia sus or¨ªgenes y fuentes inspiradoras, m¨¢s a menudo uniformadas de caqui o de azul mah¨®n que vestidas con camisa blanca y corbata. ?Y mira que ser¨ªa una tarea f¨¢cil, cuando el falangista Utrera puede simpatizar con Ciudadanos sin cambiar de bandera!
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.