El destino de las deudas olvidadas
En el enloquecido paradigma cibern¨¦tico s¨®lo un ciudadano obsoleto, recluido en la nostalgia, pedir¨¢ certeza all¨ª en donde apenas se puede encontrar una inevitable ambig¨¹edad
Martes: Habr¨¢ que hacer a los l¨ªderes pol¨ªticos otra concesi¨®n: nunca ocultan lo que piensan, siempre dicen la verdad. Nos conviene sostener la quimera de un gobernante incapaz de tergiversar su pensamiento. Por ejemplo: cuando les veamos negar con vehemencia lo que han hecho o prometer solemnemente lo que nunca har¨¢n, debemos eximirles de cualquier sospecha e imputar su distorsi¨®n moral al dogma de los nuevos tiempos. En la sociedad de la informaci¨®n la l¨®gica de lo incierto sustituye al sentido com¨²n. Heisenberg finalmente triunfante sobre Arist¨®teles. A causa de la velocidad cibern¨¦tica, los desmentidos preceden al error y los asuntos pierden su encanto en medio de una revuelta cognitiva: los acontecimientos podr¨¢n ser y no ser al mismo tiempo. En este enloquecido paradigma s¨®lo un ciudadano obsoleto, voluntariamente recluido en la nostalgia, pedir¨¢ certeza all¨ª en donde apenas se puede encontrar una inevitable ambig¨¹edad.
Mi¨¦rcoles: Envi¨¦ al responsable de la Marca Espa?a una carta que a¨²n hoy sigue sin respuesta: ¡°?Podr¨ªas explicarme c¨®mo lo has conseguido? ?C¨®mo has convencido al Gobierno para hacer de Espa?a una marca? En las altas instancias, en los mentideros, en las tertulias y en las academias morales no dejan de lamentar que, para hablar de nuestro pa¨ªs, los nacionalistas perif¨¦ricos utilicen el mote de ¡°Estado espa?ol¡± (un eufemismo franquista, por cierto). Y a ti, sin embargo, te encargan que la conviertas en un logo. Se sabe que un experto en marketing puede vender lo que quiera, pero resulta asombroso que para esta mercanc¨ªa hayas encontrado comprador. La benem¨¦rita satisfacci¨®n con que el ministro Garc¨ªa-Margallo habla de la Marca Espa?a denota la influencia de tus habilidades. Dice el ministro, anticip¨¢ndose a cualquier reproche, ¡°nunca hemos querido que Marca Espa?a fuese un proyecto de relaciones p¨²blicas, humo y palabras huecas¡±. Se ve que una cierta idea de la magia publicitaria s¨ª que la tiene. Ya veremos qu¨¦ balance hacen el d¨ªa que se desmonte, pero injertar en la pol¨ªtica la jerga de la mercadotecnia es un logro del que debes estar orgulloso. As¨ª que cuenta, ?c¨®mo lo conseguiste?¡±.
Jueves: Cuando el recuerdo de Jaume Matas y el de sus secuaces se haya extinguido y nadie sepa ya c¨®mo demonios pod¨ªa uno embaucar a tantos durante tanto tiempo, permanecer¨¢ en la memoria de las generaciones el testimonio de Albert Vigoleis Thelen.
Antes de que Hitler subiera al poder, el escritor renano huy¨® de la Alemania nazi y encontr¨® en Mallorca un perecedero refugio temporal. En su apabullante libro La isla del segundo rostro (Anagrama, 1993) cuenta sus memorables andanzas y evoca la fascinaci¨®n que le produjo aquella extra?a sociedad.
Aqu¨ª sobrevivi¨® durante cinco a?os, agobiado por las penurias, pero deslumbrado por los personajes ilustres, exc¨¦ntricos, picaros o ensimismados que amenizaban una existencia suspendida en las lindes del tiempo. Ning¨²n otro libro supera la minuciosa, barroca, honesta y veraz memoria de aquella ciudad suprimida para siempre por la Guerra Civil. Vigoleis Thelen supo percibir como nadie la naturaleza del esp¨ªritu encarnado con tenacidad en una estirpe ir¨®nica y elegante. Cuenta el autor que, en cierta ocasi¨®n, doli¨¦ndole terriblemente una muela y sin una peseta en el bolsillo, acudi¨® a la consulta de un dentista conocido. ¡°No te preocupes, le dijo, ya me pagar¨¢s cuando puedas¡±. A?os despu¨¦s, levemente restablecido en su econom¨ªa de bolsillo, Vigoleis visit¨® al dentista y ¨¦ste, sorprendido, respondi¨®: ¡°No puedo cobrar una deuda que hab¨ªa olvidado¡±.
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