La dignidad de los mendigos
Los mendigos que nos llegan con los nuevos n¨®madas son nuestros mendigos. Merecen respeto, atenci¨®n y protecci¨®n
A lo largo de la historia los europeos huyeron del hambre y de las guerras, practicando una especie de nomadismo forzado, buscando estabilidad. As¨ª poblaron continentes. Ahora, desde otros continentes, otras gentes llegan a Europa. A veces son como un goteo constante de j¨®venes que buscan trabajo. A veces son como una avalancha incontenible de familias y grupos humanos de toda edad y condici¨®n, huyendo indefensos de brutales violencias armadas. Forman la corriente de los nuevos n¨®madas, que fluye hacia Europa llevando consigo a sus individuos m¨¢s valiosos y l¨²cidos, y a sus grupos sociales m¨¢s deprimidos. Casi todos demandar¨¢n trabajo, estabilidad, y consecuentemente dignidad. Algunos, desdichadamente, solo sabr¨¢n pedir limosna.
El acogimiento de los nuevos n¨®madas, refugiados, migrantes econ¨®micos, trabajadores o mendigos, suscita amplios movimientos de solidaridad y generosidad. El recibimiento, sin embargo, no siempre es tan solidario, generoso y generalizado como ser¨ªa deseable. A medida que crece su n¨²mero, en los pa¨ªses a los que llegan comienzan a aflorar s¨ªntomas de una recepci¨®n hostil, que expresa sentimientos individuales y colectivos de xenofobia.
Para el Consejo de Europa, xenofobia es todo rechazo de cualquier identidad cultural ajena a la propia, y de los extranjeros que han llegado con cultura, tradiciones y valores diferentes. La xenofobia, casi siempre, va unida al racismo, como convicci¨®n de la superioridad de un grupo racial que le otorga derecho a dominar o eliminar a los dem¨¢s, presuntos inferiores. Esta es la descripci¨®n de racismo de la UNESCO, recogida en un excelente estudio sobre los cr¨ªmenes de odio, coordinado por el fiscal Miguel ?ngel Aguilar, editado por el Centre d?Estudis Juridics de la Generalitat.
Al amparo de las democracias europeas van brotando nuevas formaciones xen¨®fobas y racistas. Los viejos instintos de supremac¨ªa y patrioterismo reaparecen ahora con los mismos instrumentos de movilizaci¨®n de tiempos pasados que desear¨ªamos olvidar. Tanto da que sean los viejos discursos, himnos y banderas, o que sean otros equivalentes. En todo caso los nuevos xen¨®fobos son los viejos racistas.
Algunos grupos de estas caracter¨ªsticas han aparecido al calor de las masas de aficionados al f¨²tbol que viajan por Europa siguiendo a sus equipos. Debe quedar claro que la afici¨®n a viajar y al deporte es positiva sociol¨®gica y econ¨®micamente. Miles de personas hacen breves viajes colectivos de ocio deportivo, festivos, alborozados e inofensivos. Sin embargo, en su entorno pueden fermentar impulsos primarios de agresividad colectiva y sensaciones de impunidad grupal profundamente negativos. En este contexto hemos sufrido el bochornoso espect¨¢culo de uno de esos grupos humillando a unas mujeres que mendigaban en Madrid. En Barcelona otro grupo similar se divert¨ªa burl¨¢ndose de un mendigo inv¨¢lido. En Roma unos desalmados orinaban sobre una mujer que mendigaba. No se trata de pobres descerebrados alcoholizados. Borrachos o no, son, simplemente, malvados. Se consideran superiores a los m¨¢s deprimidos de los nuevos n¨®madas. Rezuman la m¨¢s cobarde de las formas de xenofobia y racismo, que es la aporofobia, el odio al pobre, sobre todo si es extranjero. Lo hacen amparados por la pasividad casi generalizada de los viandantes, espectadores de la humillaci¨®n, atemorizados o indiferentes. Lo hacen arropados por el anonimato del grupo xen¨®fobo o racista, sinti¨¦ndose impunes pues se ir¨¢n del pa¨ªs en pocas horas.
Esas agresiones son intolerables ¨¦tica, c¨ªvica y jur¨ªdicamente. El C¨®digo penal castiga con prisi¨®n de seis meses a dos a?os los actos de trato degradante que menoscaben gravemente la integridad moral de otro. Con igual pena castiga los actos que entra?en humillaci¨®n, menosprecio o descr¨¦dito, lesionando la dignidad de las personas por raz¨®n de su pertenencia a grupos de determinada raza, naci¨®n, sexo, orientaci¨®n sexual, enfermedad o discapacidad. Son delitos de odio que nunca deben minimizarse, ni siquiera cuando no lleguen a la violencia f¨ªsica. Los agresores pueden creer que la pasividad de los viandantes significa que les r¨ªen la gracia. Ante aquellas agresiones, como ante todos los comportamientos xen¨®fobos o racistas, lo primero debe ser el rechazo, el reproche social, la rigurosa intolerancia c¨ªvica y democr¨¢tica. La imagen de un valeroso ciudadano encar¨¢ndose contra los b¨¢rbaros xen¨®fobos en Madrid no debiera ser una excepci¨®n.
Europa es una sociedad globalizada, inevitablemente permeable. Los mendigos que nos llegan con los nuevos n¨®madas son nuestros mendigos. Merecen respeto, atenci¨®n y protecci¨®n. Tolerar su humillaci¨®n equivaldr¨ªa a agredir a nuestra mism¨ªsima dignidad europea.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a.
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