Fiasco de Hollande
El presidente franc¨¦s est¨¢ pagando su sobreactuaci¨®n tras los atentados de Par¨ªs. Al terrorismo no se le dorrota desde el miedo.
1. La misma noche de los atentados del 13 de noviembre, el presidente Hollande declar¨® la guerra al ISIS. Parec¨ªa hurgar en los or¨ªgenes de la V Rep¨²blica, la figura de De Gaulle, para ganar legitimidad. Un error: era un momento pol¨ªtico, no militar. Tres d¨ªas despu¨¦s, en una solemne sesi¨®n del Congreso para refrendar la unidad republicana, el presidente propuso la reforma de la Constituci¨®n. La tan enfatizada unidad se ha esfumado. Hollande se ha visto obligado a retirar su propuesta porque no hab¨ªa mayor¨ªa para aprobarla ni en la Asamblea Nacional ni en el Senado. Es, sin duda, un fracaso del presidente que ensombrece definitivamente su futuro y que abre un per¨ªodo de gran incertidumbre en la pol¨ªtica francesa. Este paso atr¨¢s coincide con una masiva movilizaci¨®n contra la reforma laboral que impulsa el primer ministro Manuel Valls. De fracasar ¨¦sta, la crisis pol¨ªtica ser¨ªa irreversible.
Hollande paga su sobreactuaci¨®n en la lucha contra el terrorismo. Retirar la nacionalidad a los terroristas, la propuesta que ha dominado el debate, era una medida perfectamente in¨²til que s¨®lo se explica por lo que tuviera de efectista. ?Alguien cree que un terrorista dejar¨¢ de actuar por el riesgo de perder la nacionalidad francesa? Al terrorismo no se le derrota desde el miedo. Se le combate ofreciendo una perspectiva pol¨ªtica a la ciudadan¨ªa, con acciones dirigidas a las diversas causas del problema, y con la eficacia policial.
Fue la ciudadan¨ªa la que organiz¨® el duelo y reconstruy¨® activamente la normalidad
Hollande ha preferido asumir la agenda de la extrema derecha y disimular su impotencia construyendo ruido sobre los temores de los ciudadanos. No ha funcionado. Cuando el atentado a Charlie Hebdo hubo una gran movilizaci¨®n colectiva, liderada por el Estado. En noviembre, se apreci¨® un cambio significativo: fue la propia ciudadan¨ªa la que organiz¨® el duelo y reconstruy¨® activamente la normalidad. ?Por qu¨¦ en un a?o el gobierno franc¨¦s, como de hecho el conjunto de gobiernos europeos, no ha sido capaz de dar una respuesta pol¨ªtica al nuevo desaf¨ªo terrorista? El paso atr¨¢s de Hollande es la constataci¨®n del fracaso de una estrategia equivocada. ¡°Estimulando las ansiedades de los ciudadanos, la pol¨ªtica se convierte en un acto reaccionario¡±, escrib¨ªa Andr¨¦ Glucksmann.
2. Pero este fiasco, no debe ocultar el ¨¦xito de las instituciones de la Rep¨²blica francesa. Al presidente de la V Rep¨²blica, que el general De Gaulle construy¨® a su imagen y semejanza, se le atribuye un poder absoluto sobre el entramado institucional. Y, sin embargo, la democracia ha funcionado y el presidente ha tenido que claudicar. De nada ha valido que la propuesta de Hollande contara con el apoyo de Sarkozy. Despu¨¦s de cuatro meses de intenso debate, tanto la derecha como la izquierda se han dividido. Diputados de ambos lados han hecho caso omiso a sus jefes y han rechazado un proyecto que afectaba a un s¨ªmbolo de la Rep¨²blica: el derecho de suelo. Hoy la ministra de Justicia, Christiane Taubira, que abandon¨® el gobierno para no ser c¨®mplice de esta operaci¨®n, recibe su reconocimiento. La democracia francesa funciona. Y ha derrotado la estrategia de Hollande de utilizar el discurso del miedo como v¨ªa para superar su propia debilidad. Mal d¨ªa para Hollande (y para Sarkozy), buen d¨ªa para la salud de la Rep¨²blica.
3. ?xito de la democracia francesa y en¨¦sima fracaso de un partido socialdem¨®crata europeo. D¨ªas tras d¨ªa se constata que la socialdemocracia se ha quedado sin discurso y sin aliento para renovarlo. Desde que Fran?ois Hollande confi¨® a Manuel Valls, un hombre que vive con el rictus del enfado puesto, la direcci¨®n del Gobierno, los socialistas franceses ya ni siquiera guardan las apariencias. Sin ning¨²n rubor, han asumido el discurso de la extrema derecha en la cuesti¨®n terrorista, especulando con los temores de la gente; sin pesta?ear; han adoptado la agenda de la austeridad alemana, con la reforma laboral como medida estrella, cuando ya se la cuestiona en todas partes a la vista de los efectos de estancamiento y fractura social. El barco socialdem¨®crata va a la deriva y ni siquiera es capaz de aprovechar los destrozos provocados por las pol¨ªticas anticrisis para reflotar. Francia como Europa necesita impulso de renovaci¨®n pol¨ªtica, de reconstrucci¨®n social y de reflexi¨®n sobre la autocomplacencia que ha impedido ver que el mundo cambiaba m¨¢s deprisa que nosotros. Y Hollande est¨¢ en la guerra.
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