Entre lo posible y lo necesario
La exigencia de cambios profundos atraviesa todo tipo de pa¨ªses, aunque la direcci¨®n no est¨¦ clara. Las grandes transformaciones sociales no suelen poder predecirse
Vamos viendo como surgen propuestas aqu¨ª y all¨¢ que para los m¨¢s avezados analistas pol¨ªticos resultan ingenuas, infantiles, irrealizables. Me refiero, por ejemplo, a los fen¨®menos de Corbyn en Gran Breta?a o de Sanders en los Estados Unidos. Dos personajes de largo recorrido, que durante a?os han sido vistos en sus partidos como figuras m¨¢s bien ex¨®ticas, que repet¨ªan cosas de otra ¨¦poca. Y lo m¨¢s curioso es que sus propuestas han obtenido la mayor audiencia y apoyo precisamente entre los m¨¢s j¨®venes. Unos j¨®venes con grandes incertidumbres sobre su futuro y menos moldeados por la realpolitik.
Los portavoces del realismo pol¨ªtico se expresan en todas partes m¨¢s o menos as¨ª: ¡°La pol¨ªtica es un asunto complicado; los avances se dan gracias a la gente de dentro del tinglado que sabe c¨®mo manejar las cosas; si quieres conseguir algo, has de aceptar las reglas de juego y los l¨ªmites que vas a encontrar en cada cuesti¨®n¡±. Al final, lo que queda es la frase de siempre en el mundo de la pol¨ªtica y la gesti¨®n p¨²blica. ¡°Olv¨ªdate, el cambio o es incremental o no es¡±. Si atendemos a c¨®mo se ha le¨ªdo el tema Syriza-Varoufakis parecer¨ªa que los hechos dan la raz¨®n a los m¨¢s curtidos en ¡°la pol¨ªtica tal cual es¡±. Pero, lo cierto es que no parece que sin Varoufakis la cosa nos vaya mucho mejor.
Parece extra?o que Sanders insista en usar la expresi¨®n ¡°socialismo democr¨¢tico¡± como el mejor resumen de sus propuestas. Y lo es porque ¡°socialismo¡± es la palabra m¨¢s contraproducente para conseguir apoyos en lo que ha sido el imaginario pol¨ªtico norteamericano. De hecho, Sanders sabe bien que Eugene Victor Debs, el m¨¢ximo representante del socialismo en la historia pol¨ªtica norteamericana, se present¨® cinco veces como candidato del Partido Socialista a las elecciones presidenciales y nunca pas¨® del 6% de los votos (1912). A pesar de eso, Sanders sigue esa estela y la conecta con la tradici¨®n, esa s¨ª mucho m¨¢s mayoritaria, de Franklin D. Roosevelt o Lyndon B. Johnson, en el sentido de defender que la intervenci¨®n p¨²blica y la lucha por la igualdad social son ideas tan leg¨ªtimas como las propias del liberalismo y mucho m¨¢s necesarias que nunca. Y los j¨®venes coinciden en ello, m¨¢s all¨¢ de prejuicios y etiquetas.
La exigencia de cambios profundos atraviesa todo tipo de pa¨ªses, aunque la direcci¨®n de ese cambio no est¨¦ clara. Las situaciones que generan transformaciones sociales significativas no acostumbran a poder predecirse. La coincidencia de una fuerte movilizaci¨®n o conflicto con otras circunstancias quiz¨¢s ajenas, abre la oportunidad de cambiar cosas que un d¨ªa antes parec¨ªan totalmente inamovibles. Es dif¨ªcil imaginar que situaciones de este tipo surjan de t¨¦cnicos y expertos que acostumbran a buscar salidas practicables en el clima pol¨ªtico de cada momento. Son los movimientos sociales los que muchas veces pueden cambiar ese clima presionando y luchando por lo que muchos consideran propuestas impracticables e ilusorias. Las barreras son inmensas pues sus propuestas alteran las zonas de confort de muchos actores e intereses.
Lo normal es considerar que este tipo de movilizaciones son arriesgadas y contraproducentes. Es lo que Hirschman denomin¨® como ¡°ret¨®rica intransigente¡±", que apela a tres temas fundamentales: el riesgo, la futilidad y los efectos perversos. El riesgo supone exponer que cada vez que intentamos cambiar algo se corre el riesgo de perder lo que ya se tiene, y que por tanto, la inactividad es la postura m¨¢s prudente. La futilidad expresa que no existen oportunidades de cambio, y desde esta ¨®ptica cualquier tipo de acci¨®n no es sino una p¨¦rdida de tiempo y recursos. Y los efectos perversos est¨¢n relacionados con la idea de que cualquier tipo de actuaci¨®n pensada para el cambio no har¨¢ sino empeorar las cosas. Lo que hemos visto en estos ¨²ltimos a?os, con ejemplos distintos como la PAH o la ANC, es que frente esta ¡°ret¨®rica intransigente¡± es posible levantar una ¡°ret¨®rica de la movilizaci¨®n¡± que convierta en m¨¢s realizable lo que poco antes parec¨ªa imposible.
La dial¨¦ctica instituciones y movimientos sociales debe seguir manteniendo din¨¢micas de colaboraci¨®n y conflicto, de practicabilidad de lo que se propone, pero tambi¨¦n de exigencia de lo que muchos consideran necesario y justo. Lo peor ser¨ªa caer en lo que ya advirti¨® Debs cuando algunos dudaban de votar a alguien como ¨¦l con pocas posibilidades de victoria: ¡°mejor votar por lo que quieres y no obtenerlo que votar por lo que no quieres y conseguirlo¡±.
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