El final de un negocio
Ficciones, con sedes en Malasa?a y Tirso de Molina, es uno de los ¨²ltimos 10 videoclubes que operan en Madrid
Un d¨ªa como hoy hace cuatro a?os Marcia Seburo pens¨® que so?aba. A las pocas horas de abrir su videoclub, decenas de personas hac¨ªan cola en la calle para alquilar una pel¨ªcula. Una escena inveros¨ªmil. ¡°Aqu¨ª pasa algo¡±, pens¨®. Efectivamente: el FBI hab¨ªa cerrado Megaupload, el mayor portal de descargas ilegales en Internet.
No era un sue?o, era un espejismo: al poco surgieron otras plataformas gratuitas y todo volvi¨® a la normalidad. O lo que es lo mismo: al cliente espor¨¢dico.
El pirateo precariza a los videoclubes y hechos como este lo demuestran.Ficciones, aun as¨ª, subsiste. El local de Marcia est¨¢ en el epicentro de Malasa?a y tiene paredes desconchadas y atiborradas de pel¨ªculas en DVD. All¨ª conviven unos pocos pelotazos comerciales de Hollywood con monogr¨¢ficos de directores como los polacos Borowczyk y Kieslowsky, cl¨¢sicos en blanco y negro de Billy Wilder, Orson Welles o John Ford y t¨ªtulos de arte y ensayo.
Eso al primer vistazo, porque entre sus dos plantas y el otro local de Tirso de Molina atesoran m¨¢s de 18.000 t¨ªtulos que requieren sosiego y escalpelo cin¨¦filo. Un dato clave en los tiempos que corren: es un negocio rentable. ¡°Nacimos en 2004 con la vocaci¨®n de ofrecer cine de autor y no hemos cambiado un ¨¢pice en todo este tiempo¡±, dice.
Esta boliviana de 52 a?os lleg¨® a Espa?a hace algo m¨¢s de una d¨¦cada. Lo hizo por amor, como en las pel¨ªculas de Frank Capra que pueblan sus estanter¨ªas. ¡°Trabajaba en un banco en La Paz y conoc¨ª a un espa?ol en un foro de Internet sobre Joaqu¨ªn Sabina. Me enamor¨¦ y me vine aqu¨ª. No es una historia al uso, lo s¨¦¡±, cuenta. Al poco su relaci¨®n se fue al traste (como en cualquier pel¨ªcula de Woody Allen, otro icono) y su amigo Andr¨¦s Santana, catal¨¢n emprendedor afincado en Madrid, le propuso que se hiciera cargo de la ampliaci¨®n de un negocio que acababa de fundar. ¡°Hab¨ªa abierto Ficciones en Tirso de Molina y quer¨ªa otro local en Malasa?a. Y termin¨¦ aqu¨ª¡±.
Un negocio basado en el cine de autor y cl¨¢sico que naci¨® en la era de la todopoderosa franquicia estadounidense de videoclubes Blockbuster, a cuyos locales se iba en masa a por una copia del ¨²ltimo ¨¦xito de acci¨®n. Ficciones iba dirigido a un p¨²blico minoritario. Le ha salido bien la jugada: hace 10 a?os, Blockbuster cerr¨® de golpe sus 105 locales de Espa?a porque no daban beneficios. Ficcionestiene para rato.
En Espa?a operaban unos 14.000 videoclubes en 2004. Hoy quedan en torno a 600. En la Comunidad de Madrid, 25, y en la capital, solo 10, seg¨²n datos de la distribuidora de DVD Das del Video. Muchos se han reconvertido en cafeter¨ªas o locales polivalentes, como Diurno, en el barrio de Chueca. Ficciones ha logrado mantenerse a flote exclusivamente alquilando pel¨ªculas. Tiene m¨¢s de 30.000 abonados. Pero, ojo: solo 200 alquilan frecuentemente, como dice su due?a. Un porcentaje peque?o, pero suficiente. ¡°Da para vivir y seguir adelante, y la mejor noticia es que no solo vienen nost¨¢lgicos o ancianos que no han sabido adaptarse a las nuevas tecnolog¨ªas¡±, dice Marcia, y lo confirma con cifras: ¡°La media de edad de nuestros abonados est¨¢ entre 35 y 45 a?os, y el ¨²ltimo a?o han venido muchos m¨¢s veintea?eros que en a?os pasados. El concepto de videoclub empieza a calar ahora en los m¨¢s j¨®venes¡±.
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