Claudio Magris: ¡°Vivimos en un totalitarismo ¡®soft¡¯¡±
El escritor alerta sobre la aceptaci¨®n social de la impunidad en su nueva novela 'No ha lugar a proceder'
Duerme en un ata¨²d con un casco alem¨¢n y una m¨¢scara de samur¨¢i y su enfermiza obsesi¨®n es coleccionar objetos de guerra para crear un museo con el que promover la paz. Tiene, en ese particular gabinete de curiosidades del horror, unos cuadernos, donde supuestamente tambi¨¦n habr¨ªa anotado los nombres de los que colaboraron en Trieste en La Risiera di San Sabba, el ¨²nico crematorio nazi en Italia, informaci¨®n que quiz¨¢ explica su misteriosa muerte en un incendio. Es el protagonista, basado en un personaje real, de la ¨²ltima novela de Claudio Magris, No ha lugar a proceder (Anagrama; Edicions de 1984 en catal¨¢n), con la que el triestino reflexiona, en el fondo, sobre la impunidad de cr¨ªmenes y conciencias, de su aceptaci¨®n social. En sinton¨ªa, pues, con el cord¨®n umbilical de sus principales obras: la memoria como continente sumergido (Microcosmos); lo relativa que es la justicia terrenal en una sociedad de aberrantes ocultaciones (Otro mar); un Grand Tour, ahora por la muerte (El Danubio).
¡°Quer¨ªa, dentro de la obsesi¨®n, buscar lo verdadero, el reto de encontrar en el mal lo que no lo es; del sable, indagar qu¨¦ hay en la mano que lo empu?a¡±, dice Magris, horas antes de pronunciar el preg¨®n en el Ayuntamiento de Barcelona con el que arranca en esta ciudad la diada de Sant Jordi que se celebra el s¨¢bado. La absurda mir¨ªada de objetos b¨¦licos ¡°funcionan como la l¨¢mpara de Aladino: al frotarlos aparece el genio, maligno o no, que contienen¡±, ilustra, siempre literario.
La felicidad no pude ser ignorancia de lo terrible, pero tampoco complacencia
En la locura coleccionista del trasunto de Diego de Henr¨ªquez hay hasta plantas carn¨ªvoras. ¡°Todo es solo guerra y toda marca, cicatriz¡±, escribe Magris, viendo batalla en el amor, en el derecho civil, en el reino vegetal, en el bello mar donde se devoran los peces. Quiz¨¢ la vida es guerra y no hay paz en sitio alguno: ¡°Esa realidad existe, pero no creo que sea un libro negativo; la protagonista real es Luisa, jud¨ªa triestina de padre afroamericano, encargada de planificar el museo, y la historia de amor de sus padres¡ El encanto del mar no se destruye por m¨¢s que se coman los peces, pero hay que saber que est¨¢ ah¨ª, la felicidad no pude ser ignorancia de lo terrible, pero tampoco complacencia¡±. No parece que la sociedad, hoy, compre esa doble cara de la moneda. ¡°Cierto: hemos de luchar contra esta sociedad de la indiferencia en la que estamos instalados, en la que todo es m¨¢s o menos lo mismo, con equivalencias chocantes; vivimos en una sociedad de totalitarismo soft: lo aceptamos todo menos lo que nos genera o nos obliga a un m¨ªnimo de duda; curioso, porque es lo opuesto a la que muestra mucha literatura: para llegar a la felicidad o la justicia, as¨ª en Dante a trav¨¦s del infierno, o El Quijote a trav¨¦s de la locura, siempre est¨¢ el camino previo de la oscuridad; mi novela lucha contra esa indiferencia, ese olvido y aceptaci¨®n de la violencia que hace que las manos limpias de hoy encajen sin inmutarse las ensangrentadas de anta?o¡±.
Cree Magris que incluso se da ahora ¡°mucho libro de filosof¨ªa que celebra este particular totalitarismo, en el que todo se somete al valor de cambio, al dinero, como lo ¨²nico que cuenta; hay que resistir a esa homologaci¨®n social¡±. Y tiene una propuesta: ¡°La gente deber¨ªa seguir unos m¨ªnimos cursos de l¨®gica aristot¨¦lica que permitan desenmascarar esta uniformidad gelatinosa en la que vivimos, donde absolutamente todo es posible pero en un marco que no permite preguntas a veces muy l¨®gicas¡±.
El caso de La Risiera no est¨¢ del todo cerrado. O quiz¨¢ la sociedad triestina no quiso saber: en la novela, las paredes donde los prisioneros marcaron los nombres de los colaboradores son r¨¢pidamente borradas. La memoria hist¨®rica, siempre tan inc¨®moda. ¡°En 1974 hubo un juicio pero acab¨® con una condena que ni llev¨® a nadie a la c¨¢rcel; hay libros, claro, y cada 25 de abril se celebran ah¨ª actos en favor de la resistencia; pero durante d¨¦cadas nadie dec¨ªa nada; yo mismo, que provengo de una familia resistente, sab¨ªa poco¡; es que incluso quienes estuvieron ah¨ª encerrados despu¨¦s casi ni hablaban; pero era un silencio curioso: no lo era tanto sobre verdugos o v¨ªctimas como sobre los comensales que estuvieron en la mesa con los verdugos; fue una omisi¨®n inconsciente, eso nunca entr¨® en la conciencia colectiva de Trieste¡±.
Hay un punto de espectacularizaci¨®n provocadora hoy en la cultura que es del todo innecesaria
No cree que pueda hacerse un s¨ªmil con la amnesia de la Guerra Civil espa?ola. ¡°No hay paralelismos porque en Italia Palmiro Togliatti, quien fuera secretario del Partido Comunista, dict¨® durante su breve paso como ministro de Justicia una amnist¨ªa cuya intenci¨®n era, m¨¢s que perseguir criminales de guerra, reconstruir un pa¨ªs y reforzar al PC como columna de esa reconstrucci¨®n¡ Pero incluso en la ret¨®rica de la resistencia se habl¨® muy poco de la violencia, precisamente, que aplic¨® esa resistencia comunista contra la m¨¢s liberal y que se llev¨® por delante, por ejemplo, al hermano de Passolini¡±.
Pero para recordar todo ello hace falta una cultura que Magris, optimista, cree que se mantiene y que est¨¢ en un proceso de transformaci¨®n m¨¢s que de degradaci¨®n. ¡°De entrada, no s¨¦ por qu¨¦ otorgamos a determinadas profesiones el marchamo de cultural, un psic¨®logo no es m¨¢s intelectual que un dentista si aquel no tiene conciencia cr¨ªtica; nunca firmo un manifiesto de esos de intelectuales si antes no ha estado 24 horas abierto al resto de ciudadanos; la cultura es, sobre todo, capacidad de ubicarse cr¨ªticamente en un contexto y esto, en nuestro mundo intelectual, no siempre se ha dado: ah¨ª est¨¢n Pirandello, C¨¦line, las misas rojas¡ La cultura es la uni¨®n de lo que se sabe, lo que se sabe que no se sabe, lo que se cree y lo que se es¡ Y eso adopta hoy formas muy distintas¡ No hay profesionales de la cultura: tuve una asistenta en mi casa que ten¨ªa una gran capacidad cr¨ªtica a pesar de sus modestos estudios; fue ella la que me ilustr¨® m¨¢s que ning¨²n intelectual sobre el triunfo de Berlusconi¡±.
S¨ª detecta, en cambio, Magris una cierta b¨²squeda de lo sensacional en esa cultura. ¡°El libro Leer Lolita en Teher¨¢n est¨¢ muy bien porque denuncia la prohibici¨®n de libros pero me molesta que no fuera Leer Madame Bovary en Teher¨¢n, por ejemplo: el mal es prohibir el libro, el hecho de que fuera Lolita ten¨ªa un componente provocativo, por lo picante, que era sobrero; hay un punto de espectacularizaci¨®n provocadora hoy en la cultura que es del todo innecesaria¡±.
Hay que tener un multiculturalismo abierto, pero con una l¨ªnea de valores innegociables; hay cosas que no se pueden discutir: la pederastia, el trato a la mujer¡ Goebbels puede ser objeto de estudio, pero no de discusi¨®n
Otro espect¨¢culo muy distinto es el que est¨¢ dando la querida Europa de Magris con los inmigrantes. ¡°Las respuestas est¨¢n siendo absurdas, b¨¢rbaras: Europa debe dar la m¨¢xima apertura , pero tambi¨¦n hay un problema real de disponibilidad, no se puede acoger a todo el mundo; pero eso no hace m¨¢s que reforzar mi idea de la necesidad de un verdadero estado Europeo, con su pol¨ªtica unitaria: no es un problema de Italia o de Espa?a o de Grecia¡ Sue?o con una UE con un estado ¨²nico de verdad, pero el error ha sido su ampliaci¨®n apresurada: los padres fundadores de la UE deber¨ªan ten¨ªan que haber definido muy c¨®mo deb¨ªa ser esa Europa, marcar una l¨ªnea que es la que es y luego preguntar qui¨¦n se quer¨ªa a?adir; y la consecuencia es que ahora tenemos estados como Hungr¨ªa cuya constituci¨®n va contra las esencias europeas¡±.
Optimista ilustrado capacitado para conocer el dolor (¡°pero no acepto a esos intelectuales que se regocijan en el mal absoluto, su coqueter¨ªa con el pesimismo¡±), no cree, como insin¨²a Slavoj Zizek, que se est¨¦ siendo demasiado comprensivo o generoso con el islamismo en Europa, aunque s¨ª coincide con Tzvetan Todorov en que ¡°hay que tener un multiculturalismo abierto, pero con una l¨ªnea de valores innegociables; hay cosas que no se pueden discutir: la pederastia, el trato a la mujer¡ Goebbels puede ser objeto de estudio, pero no de discusi¨®n¡±.
M¨¢s claro se muestra a¨²n sobre los nacionalismos. ¡°En la unidad europea, los europeos hemos de ser como las mu?ecas matrioskas: yo soy triestino, en un marco italiano y en una cultura europea¡±. Y da un paso m¨¢s: ¡°Me parece ver en estas cosas miedo; hoy hay miedo al futuro: celebro ser de una generaci¨®n en la que se ve¨ªa el futuro con optimismo y se planteaba la necesidad de conquistarlo y cambiarlo; hoy solo vale lo de hoy, lo inmediato, no se mira m¨¢s all¨¢¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.