Turno para la furia

¡°Tenemos disco nuevo y es bastante bueno¡±, anuncia en la Sala Arena un orgulloso Ken Stringfellow justo antes de abrir el concierto con una pieza de t¨ªtulo sintom¨¢tico, We R Power. Ken y Jon Auer, paradigmas de la impredecibilidad, sufrieron el a?o pasado la p¨¦rdida repentina de su bater¨ªa, Darius Minwalla, y, m¨¢s que un ¨¢lbum al uso, parecen entregarnos un arrebato, el escorzo de quien se retuerce cuando la incisi¨®n es profunda y traicionera. La profusi¨®n de material a¨²n in¨¦dito aletarg¨® algo este mi¨¦rcoles la hermandad con el p¨²blico (450 espectadores) respecto a visitas previas, igual que la abundancia de pistas pregrabadas tras el paso de cuarteto a tr¨ªo sobre el escenario. Pero ha llegado el turno para la furia en el cuartel general de The Posies, y no escasean las razones, ciertamente, para afilar el colmillo.

La vieja Dream All Day suena ahora como envenenada por el esp¨ªritu de Crazy Horse. Las guitarras se vuelven ariscas, la bater¨ªa aspira a triturar t¨ªmpanos y las armon¨ªas vocales, otrora sin¨®nimo de melaza, apuestan por el desali?o. Y es devastaci¨®n lo que aflora en las nuevas Unlikely Places o Squirrel vs. Snake, retrato de esa (creciente) sociedad dist¨®pica que le r¨ªe las gracias a tipos como Donald Trump.

Hay que esperar hasta March Climes para recuperar el pulso mel¨®dico de las mejores p¨¢ginas, aunque no hay en el repertorio de estreno nada tan brillante como Licenses to Hide, con esos cambios de ritmo que parecen prestados de 10CC, ni tan h¨ªmnico como Please Return It o Solar Sister, esta ¨²ltima con la aparici¨®n sorpresiva del cocinero Sergi Arola. Puede que los de Seattle se hayan quedado cortos de canciones memorables, pero Auer y Stringfellow conservan la intensidad, el compromiso y, al final de Burn and Shine, el arrebato asilvestrado. Tambi¨¦n el ¨¢nimo de agradar: su esbozo rearmonizado de Black is Black aunaba talento y travesura.