Hombres que se expanden, mujeres que se encogen
La comunicaci¨®n no verbal nos dice mucho sobre c¨®mo nos posicionamos unos y otras en el mundo, y sobre qu¨¦ imagen de autoridad o sumisi¨®n simb¨®lica transmitimos
Es indiscutible que, en la ocupaci¨®n que las personas hacemos del espacio p¨²blico, existe un claro sesgo de g¨¦nero. Podemos observar la diferente expectativa que existe socialmente acerca de la cantidad de cent¨ªmetros c¨²bicos de espacio com¨²n, en el metro, el avi¨®n o una reuni¨®n, que se espera que ocupe una persona seg¨²n sea una mujer o un hombre. A las mujeres se nos ense?a desde la infancia a plegarnos sobre nosotras mismas, ocupando, de este modo, el m¨ªnimo espacio posible.
¡°Una chica no se sienta as¨ª¡± es una frase que forma parte de las instrucciones recibidas para el comportamiento debido de las ¡°buenas chicas¡±. Las mujeres han aprendido que sentarse de manera ¡°femenina¡± consiste en juntar firmemente sus rodillas, cruzar las piernas una sobre otra de manera encantadora y sin generar ning¨²n peque?o hueco entre ellas y ni despegar en exceso sus brazos de su cuerpo. En suma, sentarse como una mujer consiste en autoencogerse.
En contraste, cualquier observador puede advertir en los lugares p¨²blicos la tendencia de algunos varones a abrir sus piernas, codos y brazos a fin de acomodarse de manera confortable ocupando el m¨¢ximo espacio posible. El fen¨®meno es tan perceptible y est¨¢ tan extendido que ha dado pie a un t¨¦rmino reciente, de ¨¦xito fulgurante, incluso con entrada propia en Wikipedia: manspreading, o tendencia masculina al desparrame al sentarse, aun cuando de este modo se invada el espacio personal de quien est¨¢ alrededor.
Como respuesta ir¨®nica y con intenci¨®n c¨®mica ¡ªy reivindicativa¡ª, circulan por YouTube v¨ªdeos muy interesantes desde un punto de vista antropol¨®gico, en que una chica se comporta durante un d¨ªa en el metro de Nueva York como si fuera un var¨®n en su comunicaci¨®n no verbal. Aunque no se indica en el v¨ªdeo de manera expl¨ªcita, el reto que se plantea la joven constituye una muestra de la prueba de la inversi¨®n, es decir, que individuos de un sexo act¨²en como t¨ªpicamente hace el otro sexo, con unos resultados muy aleccionadores sobre c¨®mo funcionan los estereotipos y las normas sociales en los lugares p¨²blicos.
?Se imagina qu¨¦ suceder¨ªa si usted es una mujer y se comportara durante unas horas comunicativamente como se espera de un var¨®n protot¨ªpico? ?Y si usted es un hombre, y actuara durante una ma?ana haciendo womanshrinking, neologismo (palabra inventada) que proponemos aqu¨ª? En ambos casos, mejor ll¨¦velo a cabo ante desconocidos, no sea que su entorno habitual sugiera una consulta psicol¨®gica.
Gracias a la Neurolog¨ªa, ahora sabemos que una determinada manera de acomodar el propio cuerpo en ciertos contextos no es, simplemente, un gesto cosm¨¦tico ni gratuito; es mucho m¨¢s: constituye una programaci¨®n mental impl¨ªcita de c¨®mo actuar en p¨²blico. En este sentido, cuando minimizamos sistem¨¢ticamente el volumen que ocupa nuestro cuerpo en el espacio, interiorizamos tambi¨¦n que nuestra presencia p¨²blica ha de ser igualmente reducida, convenientemente ¡°discreta¡± y ¡°modesta¡±, dos adjetivos, por cierto, habitualmente relacionados con la actuaci¨®n comunicativa adecuada de las ¡°mujeres encantadoras¡±.
Traducido en t¨¦rminos de Twitter: a menor ocupaci¨®n f¨ªsica del espacio, menor ocupaci¨®n simb¨®lica de lo p¨²blico.
El womanshrinking tiene un efecto letal en la esfera profesional. La propia Sheryl Sandberg, la talentosa n¨²mero dos de Facebook, expone las consecuencias pr¨¢cticas de esta tendencia al encogimiento femenino. Sandberg explica su experiencia de advertir reiteradamente c¨®mo mujeres profesionales potent¨ªsimas eligen sentarse en las reuniones en las esquinas de las mesas, gravitando a menudo hacia la puerta, alejadas por propia iniciativa de los lugares ¡°de poder¡±, que son el centro de la mesa o la presidencia, o bien las primeras filas si se trata de otro tipo de sala. Es decir, incluso cuando pertenecen leg¨ªtimamente a una esfera profesional, las mujeres tienden a ocupar el espacio laboral com¨²n en tanto que invitadas; y no como anfitrionas.
Las consecuencias para la imagen profesional de quien act¨²a comunicativamente en los entornos laborales como una advenediza ¡°de visita¡± y no como una experta legitimada son, como cabe esperar, muy problem¨¢ticas. Observen y ver¨¢n. La comunicaci¨®n no verbal nos dice mucho sobre c¨®mo nos posicionamos unos y otras en el mundo, y sobre qu¨¦ imagen de autoridad o sumisi¨®n simb¨®lica transmitimos de nosotros mismos en el entorno en que interactuamos.
Estrella Montol¨ªo es catedr¨¢tica de Lengua Espa?ola de la UB.
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