Soul para almas p¨¢rvulas
El nuevo ¨ªdolo juvenil es un chico agarrotado y justo de recursos, pero enamora con sus baladas de hechuras televisivas
Lo fundamental: qu¨¦ gustazo ver a tanto aficionado no ya joven, sino biso?o, en una sala de conciertos. Desde que se derog¨® aquella ley absurda sobre el acceso de menores, puede que no haya habido una cita con tant¨ªsima gente menuda y embelesada como este mi¨¦rcoles en la Sala But. Lo accesorio, por esta vez: si la muchachada quiere acabar enter¨¢ndose de qu¨¦ gran cosa es esa de la m¨²sica soul, ya encontrar¨¢ mentores m¨¢s cualificados que Charlie Puth. El de Nueva Jersey vivi¨® su estreno espa?ol ante un aforo casi lleno y se llev¨® el calor de una chavaler¨ªa pertrechada de pancartas, pulseras fosforescentes y dem¨¢s complementos para la admiraci¨®n primeriza. ?Resultado? Una docena de canciones tr¨¦mulas, una horita justa de sesi¨®n (que al d¨ªa siguiente hab¨ªa insti) y un desparpajo esc¨¦nico m¨¢s bien escaso.
Puth es poco mayor (24 a?os) que el com¨²n de sus fans, parece luchar contra la timidez antes que paladear la fama precoz y ofrece un aspecto entre tierno y travieso, lo que seguramente le convierta en ¨ªdolo cercano para la amplia hinchada femenina. Parece el vecino aplicado que monta en bici para no contaminar, alterna el agua mineral y las tisanas (esto no es guasa), practica con el piano solo a horas prudenciales y acepta el emotivo regalo de una bandera espa?ola (esto tampoco es guasa), aunque le llevara un par de minutos colocarla del derecho. Pero su envaramiento sobre las tablas es hasta ahora manifiesto. Sentado ante el piano de media cola, ni siquiera abandon¨® la banqueta cuando en Up All Night y Then There¡¯s You, dos baladas mim¨¦ticas y repipis, se queda solo cantando junto a su guitarrista ac¨²stico.
Abri¨® con Marvin Gaye, ese exitazo que acumula 400 millones de visitas en YouTube y que constituye un homenaje involuntariamente cruel al creador de Let¡¯s Get It On: m¨¢s que en Detroit, parece escrito en el plat¨® de Factor X. La tendencia a pasar cualquier atisbo de soul por el filtro del Club Disney es todav¨ªa m¨¢s acentuada en We Don¡¯t Talk Anymore, el tema compuesto para el lucimiento presunto de la inane Selena G¨®mez. En general, el bueno de Charles Otto abusa de los arranques en estribillo y exhibe una voz con tan poca personalidad como cuerpo, lo que le impide hacer cre¨ªbles los arrebatos m¨¢s negroides. Sobre todo Suffer, que podr¨ªa llegar a ser una muy buena canci¨®n.
Son, quiz¨¢, objeciones mel¨®manas para un personaje de vocaci¨®n m¨¢s bien televisiva. En realidad, Charlie Puth ha llegado para conquistarnos con su sonrisa vergonzosilla y esas sentidas proclamas de amor candoroso. Es soul a¨²n de primer curso, pero no importa: sus destinatarios son, tambi¨¦n, almas p¨¢rvulas. Y ten¨ªa todo el encanto del mundo asomarse a su fascinaci¨®n inici¨¢tica. Ya descubrir¨¢n a Marvin Gaye. Ya flipar¨¢n.
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