Lorca est¨¢ hecho un chaval

¡°La verdad es que, a 80 a?os de su muerte, Lorca est¨¢ hecho un chaval. Parece que sus poemas han sido escritos ayer y leerlos impone, porque nos hayamos ante uno de los momentos culminantes de la poes¨ªa universal¡±, dijo ayer el escritor Benjam¨ªn Prado. Se celebraba uno de Los Matinales de EL PA?S, esta vez dedicado a la figura de Lorca y a la intersecci¨®n de poes¨ªa y m¨²sica. Eran las 12 de la ma?ana (una hora ¡°intempestiva, aunque por la poes¨ªa merezca la pena¡±, seg¨²n brome¨® Prado) en la sala Galileo Galilei, un club nocturno en el que lo cierto es que daba una sensaci¨®n extra?a estar mientras fuera se derramaba un sol primaveral.

Acompa?aban a Prado el poeta Luis Garc¨ªa Montero (llegado in extremis de Nicarag¨¹a) y los m¨²sicos Zahara y Guillermo Galv¨¢n, guitarrista de Vetusta Morla (a la par que poeta), adem¨¢s de un p¨²blico que, no se sabe si por las horas o por el debido respeto, creo un clima de silencio reverencial. ¡°Pod¨¦is murmurar o algo¡±, dijo Prado. ¡°Se respira tensi¨®n¡±, a?adi¨® Zahara, aunque el paso de los poemas fue limando la intensidad emotiva con ayuda de la charla y del acompa?amiento de la guitarra. Zahara y Galv¨¢n se atrevieron incluso con una versi¨®n desaflamencada de La leyenda del tiempo, el texto lorquiano con el que Camar¨®n de la Isla puso al mundo flamenco patas arriba.

Luis Garc¨ªa Montero, que abri¨® leyendo De otro modo (ese que dice ¡°qu¨¦ raro que me llame Federico¡±) puso el punto acad¨¦mico. Explic¨® c¨®mo lectores y estudiosos hab¨ªan tomado por realidad ficciones de Poeta en Nueva York (por ejemplo, no existi¨® la ni?a ahogada del poema Ni?a ahogada en el pozo) y relat¨® c¨®mo el poeta, tras darse cuenta de que la uni¨®n de la crisis financiera y el belicismo fascista conduc¨ªan a una nueva guerra mundial, se subi¨® al neoyorkino edificio Chrysler, el rascacielos m¨¢s alto de la ¨¦poca, y lanz¨® desde all¨ª su Grito hacia Roma.

Prado estaba combativo. ¡°Un poema se puede dedicar a alguien o contra alguien, as¨ª que yo quiero dedicar este contra esos que van por ah¨ª dando palizas a los ni?os homosexuales. Malditos sean¡±. Ley¨® la Canci¨®n del mariquita, esa que acaba ¡°?los mariquitas del Sur, cantan en las azoteas!¡±. Tambi¨¦n, al recitar el famoso Romance de la Guardia Civil espa?ola cambi¨® la ciudad de los gitanos por la ciudad de los okupas, y a la guardia civil por los mossos d¡¯escuadra.

¡°Tenemos que dar la gracias a Lorca por haber propiciado la uni¨®n de m¨²sica y poes¨ªa, que son dos hermanas envidiosas, pero imposibles la una sin la otra¡±, dijo Galv¨¢n en una de sus intervenciones. Y no solo aqu¨ª, este mismo fin de semana anda revoloteando la palabra por la ciudad: arranca la Feria del Libro y se celebra, adem¨¢s, el festival Poetas, en Matadero, interesado en el di¨¢logo de la m¨²sica y otras disciplinas.

El n¨²mero final fue el Peque?o vals vien¨¦s, que ya han cantado Enrique Morente o Leonard Cohen. En este caso recitaron Prado y Garc¨ªa Montero y, sobre la guitarra de Galv¨¢n, cant¨® Zahara, en un colof¨®n pre?ado de emoci¨®n. Curiosamente a la salida comenzaba una ligera y melanc¨®lica llovizna, ahora s¨ª, mucho m¨¢s acorde con el recuerdo del poeta. Luego sobrevino el torment¨®n: la cosa rimaba.