Hay que venir al sur
El escritor Julio Embid analiza en su reciente libro 'Hijos del hormig¨®n ?C¨®mo vivimos en la periferia sur de Madrid?' qu¨¦ significa vivir en el sur de la capital
Cuando a un madrile?o se le pregunta por su procedencia suele contestar: "Soy de aqu¨ª, de?Madrid". Algunos matizan m¨¢s y dicen: "soy de Usera", o "soy de Vallecas", o "soy de Carabanchel". Este hecho identitario se acent¨²a cuando uno cruza la frontera del r¨ªo Manzanares y entra en algunos de los seis distritos del sur: Usera, Carabanchel, Villaverde, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y Aluche. Esta particularidad es destacada por Julio Embid, autor zaragozano que vive en un piso carabanchelero, sin ascensor y construido por el?Instituto Nacional de Vivienda franquista, en su reciente libro Hijos del hormig¨®n ?C¨®mo vivimos en la periferia sur de Madrid??(Ediciones La Lluvia, con pr¨®logo de Joaqu¨ªn Estefan¨ªa).
"Basta ver el mapa del voto o los datos de desempleo, para darse cuenta de que el mill¨®n y medio de personas que vive en los barrios del sur es diferente a los del centro y el norte", asegura el autor, que se inspir¨® en el libro Chavs (Capit¨¢n Swing) de Owen Jones para escribir su propio libro sobre la desigualdad, esta vez no desde Reino Unido, sino desde la otra orilla del r¨ªo. En efecto, las tasas de desempleo m¨¢s altas se dan en barrios como San Crist¨®bal de Los ?ngeles, Orcasur o Entrev¨ªas, donde supera el 25% y, en general, es m¨¢s alto en los distritos sure?os. Y, en cuesti¨®n de voto municipal, Madrid se divide en dos partes perfectamente diferenciadas: el norte, que vot¨® mayoritariamente al PP, y el sur, que vot¨® mayoritariamente a Ahora Madrid. La frontera se encuentra al norte del distrito Centro y bordea el sur de Retiro, separando los dos Madriles.
As¨ª, Embid hace un recorrido por todas las desigualdades que sufren los barrios meridionales, que salen perdiendo en materia de sanidad, educaci¨®n o transporte en relaci¨®n con sus vecinos del norte, como si de ciudadanos de segunda se tratase: hasta la esperanza de vida es menor en estos barrios. Pero quiere tambi¨¦n el autor destacar su peculiar idiosincrasia, su hecho diferencial, que se ve reflejado en la m¨²sica (Rosendo,?El Langui o Los Calis y su cl¨¢sico M¨¢s chutes no), el audiovisual (series como A¨ªda o pel¨ªculas como Manolito Gafotas, El Bola, El truco del manco o Alacr¨¢n enamorado) u otras cuestiones como la pasi¨®n por el?Rayo Vallecano o el gusto por la Batalla Naval de Vallecas entre otras expresiones de la vida popular, como el ritual de la juventud, el banco del parque y la litrona compartida. Hasta reivindica la figura de Bel¨¦n Esteban: "Cuando la gente de clase media se burla de la incultura de la Esteban, no deja de ser un acto de clasismo", opina Embid, retomando las tesis de Chavs.
La lucha antifranquista
El sur es producto de su historia: en los a?os 60 se produjo en Espa?a el gran ¨¦xodo del campo a la ciudad. Los inmigrantes, sobre todo procedentes de Andaluc¨ªa, Extremadura y las dos Castillas, formaron barrios chabolistas al otro lado del r¨ªo, alrededor de pueblos como eran entonces Vallecas y Carabanchel. En esos barrios se vivi¨® sin luz el¨¦ctrica, sin agua corriente y sin asfaltado hasta tiempos escandalosamente recientes para un pa¨ªs desarrollado. Poco a poco las cosas fueron cambiando gracias a la lucha de las asociaciones de vecinos, muy relacionadas con el Partido Comunista y los cristianos de base, claves tambi¨¦n en la lucha antifranquista. "Las mayores mejoras se dieron con el gobierno de Tierno Galv¨¢n. Luego Esperanza Aguirre, presidiendo la Comunidad, llev¨® el metro a estos distritos, lo que le hizo ganarse el voto de los barrios obreros, cosa poco natural", explica el autor.
?C¨®mo se ha relacionado el gobierno de Ahora Madrid con los barrios que m¨¢s le votaron? "Ha habido luces y sombras como en todas partes", dice el autor. Lo m¨¢s satisfactorio, en su opini¨®n, es el plan de rehabilitaci¨®n de edificios y colocaci¨®n de ascensores que va a arreglar muchas barriadas del sur. Lo peor, que muchas acciones, como la bici p¨²blica o el carril bici est¨¢n fuertemente orientadas al centro. "Madrid sigue siendo una ciudad muy centralizada donde no llega la democracia a las Juntas de distrito", dice el autor.
Y la desigualdad no se elimina en un a?o, una desigualdad cuya naturaleza real no siempre sabemos entender. "La gran brecha producida por la crisis no se ha dado entre el 1 y el 99%, sino entre la clase media (que no ha menguado tanto) y la clase trabajadora. Es decir, entre los que pueden irse dos semanas de vacaciones a la playa y los que no pueden hacerlo", dice Embid. El ¨²nico consuelo, es que ahora hay piscinas municipales y playa, o algo parecido, en Madrid R¨ªo.
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