El mito del emprendedor
Un estudio muestra que los factores del ¨¦xito emprendedor implican, de forma muy mayoritaria, ser var¨®n, blanco y de elevado nivel educativo. Y tener adem¨¢s acceso a capital financiero
En el mundo de la promoci¨®n econ¨®mica est¨¢ instalada la idea de que las personas emprendedoras son aquellas que suman al entusiasmo y a la perseverancia, la capacidad de tomar riesgos en la vida. Se adscribe as¨ª el emprendimiento a unas caracter¨ªsticas de la personalidad, incluso gen¨¦ticas, que conducir¨¢n a unas personas al ¨¦xito y a otras, al fracaso. Sin embargo, un interesante estudio realizado en la Universidad de Berkeley, California, ha mostrado que el famoso rasgo de capacidad para arriesgar, considerado relevante para triunfar, no est¨¢ basado en la gen¨¦tica sino, por el contrario, en el nivel econ¨®mico del que parte quien emprende. En concreto, los factores del ¨¦xito emprendedor resulta que implican, de forma muy mayoritaria, ser var¨®n, blanco y de elevado nivel educativo. Adem¨¢s, debe tener acceso a capital financiero, sea por pertenencia familiar, por herencia o por su red de contactos. Precisamente este ¨²ltimo rasgo, el acceso a recursos econ¨®micos, ha aparecido como el m¨¢s distintivo entre todas las personas emprendedoras analizadas. La posibilidad de acceder al capital es lo que les permite atreverse a correr riesgos.
Con este estudio aparece en escena una variable estructural socioecon¨®mica que determina, una vez m¨¢s, las expectativas de triunfo en las vidas de las personas. Por eso, el discurso dominante que alienta un modelo de emprendimiento indiscriminado tiene algunos peligros que vale la pena abordar con cierta perspectiva cr¨ªtica.
El modelo socioecon¨®mico importado de Estados Unidos ensalza al emprendedor (as¨ª, en masculino y singular) como ejemplo paradigm¨¢tico del logro para quienes se esfuerzan y luchan denodadamente por alcanzar sus objetivos; en definitiva, el mito del self-made-man, tan asumido en la cultura norteamericana. Este es el resultado de la derrota de la socialdemocracia, que da paso al paradigma neoliberal en el que el lema es menos Estado y m¨¢s autonom¨ªa personal, menos comunidad y m¨¢s individualismo.
Mientras tanto, se ignoran los colectivos de personas en paro de larga duraci¨®n, de mayores de cincuenta a?os, mujeres expulsadas del mercado laboral que deciden autoemplearse como ¨²nico modo de sobrevivir a la crisis. Estos son los principales protagonistas de ese 53,6% de emprendedores que no tiene ninguna persona asalariada a su cargo, y que resiste en situaci¨®n de precariedad. ?Es, en consecuencia, el emprendimiento, tal como est¨¢ actualmente concebido, una salida real para ellos?
Una mirada a los datos objetivos nos muestra la contradicci¨®n entre el modelo idealizado de ¨¦xito y la realidad cotidiana. Un 90% de los nuevos proyectos empresariales fracasan en los primeros cinco a?os de andadura. En el mundo tecnol¨®gico, la cifra de start-ups que desaparecen en los primeros a?os es similar y la Escuela de Negocios de Columbia asegura que solo un 1% de todas las que se crean hoy ser¨¢ viable en 2018. En nuestro pa¨ªs, numerosos informes econ¨®micos destacan el importante aumento de empresas creadas por necesidad a cargo de personas desempleadas o con dificultades para incorporarse al mercado laboral. Se?alan, al mismo tiempo, que su debilidad intr¨ªnseca les impide ser suficientemente competitivas como para prolongar su actividad m¨¢s all¨¢ de los primeros cinco a?os cr¨ªticos de existencia. Al finalizar el proceso, muchas de ellas no solo habr¨¢n perdido la ilusi¨®n, sino tambi¨¦n el capital ahorrado durante a?os.
Parece imprescindible, en consecuencia, revisar los modelos de emprendimiento para dar cabida a la igualdad real y efectiva de oportunidades. Existen m¨²ltiples actividades formativas y de asesoramiento, tanto en escuelas de negocios como en las administraciones p¨²blicas, que instan a los emprendedores a ser innovadores, asertivos, perseverantes, comunicativos y a no perder jam¨¢s la confianza en ellos mismos. Nada habr¨ªa contra estas caracter¨ªsticas si no fuera porque se basan en un mito, el del h¨¦roe solitario, y olvidan el contexto social, la estructura socioecon¨®mica en que ese emprendedor (a menudo emprendedora) va a encontrarse. Esl¨®ganes tan repetidos como ¡°Si quieres, puedes¡±, ¡°El ¨¦xito est¨¢ en tu cabeza¡±, ¡°Cumple tus sue?os¡±, ¡°Tu estado de ¨¢nimo solo depende de ti¡±, con frecuencia contribuyen a una victimizaci¨®n secundaria de las personas que han cre¨ªdo en ellos. Al tiempo, desmovilizan la posibilidad del cambio colectivo, la creaci¨®n de un tejido productivo innovador cercano al territorio y a las necesidades sociales. Y les aleja del verdadero empoderamiento, que consiste en adquirir un mayor control sobre las propias vidas.
Sara Berbel S¨¢nchez es doctora en Psicolog¨ªa Social.
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