Y al final, Jonas Kaufmann conquist¨® el Palau de la M¨²sica
El famoso tenor alem¨¢n, que tuvo que desconvocar su presentaci¨®n en 2014, cierra su estreno con un Strauss glorioso junto al pianista Helmut Deutsch
Una de las ventajas de ser el tenor m¨¢s deseado del mundo es que antes de abrir la boca ya tiene el favor del p¨²blico. Lo comprob¨® el alem¨¢n Jonas Kaufmann (M¨²nich, 1969) el pasado jueves en su estreno en el Palau de la M¨²sica Catalana de Barcelona, donde se le esperaba desde octubre de 2014, cuando el tenor con m¨¢s carisma y fuerza esc¨¦nica del momento tuvo que cancelar su recital por enfermedad. As¨ª que, decir que hab¨ªa expectaci¨®n en el templo modernista es, sencillamente, quedarse corto: lo que hab¨ªa eran unas ganas inmensas de escuchar al famoso divo alem¨¢n. Y, aunque la velada no empez¨® bien, el ¨¦xito que cosech¨® junto al gran pianista Helmut Deutsch fue, en verdad, apote¨®sico.
Kaufmann no arranc¨® bien, ofreciendo una decepcionante versi¨®n de las Canciones de un camarada errante, de Gustav Mahler; romp¨ªa la l¨ªnea con falsetes, susurros y trabajosas medias voces, sin encontrar una emisi¨®n c¨®moda. Tampoco estuvo fino en el estilo, pues en los momentos m¨¢s intensos, su Mahler sonaba un poco a Wagner, a pesar del hermoso tapiz sonoro desplegado por Deutsch, maestro de maestros en el arte del lied.
Jonas Kaufmann
Jonas Kaufmann, tenor y Helmut Deutsch, piano.
Lieder de Mahler, Britten y Strauss.
Palau de la M¨²sica Catalana.
Barcelona, 9 de junio de 2016.
Con la voz ya m¨¢s rodada, el nivel de calidad subi¨® muchos enteros en los Siete sonetos de Michelangelo, de Benjamin Britten; a un tenor de su fama se le puede pedir m¨¢s variedad e imaginaci¨®n en las inflexiones y matices de estas luminosas canciones creadas por Britten a medida del talento interpretativo de su pareja, el tenor Peter Pears. Pero no se le puede pedir m¨¢s entrega, calor e intensidad vocal. Kaufmann ya sonaba a Kaufmann.
Lo verdaderamente memorable lleg¨® en la segunda parte, consagrada a Richard Strauss, con nueve lieder de Letzte Bl?tter, op. 10 ¡ªen Die Nacht estuvo colosal¡ª y otros cinco de colecciones diversas. Por afinidad, dominio, riqueza de matices y brillo vocal, el universo vocal straussiano es un terreno de seducci¨®n ideal para la voz y el temperamento Kaufmann; y con ellos conquist¨® al p¨²blico.
El clima de pasi¨®n l¨ªrica culmin¨® con seis propinas, entre ellas una maravillosa versi¨®n de Morgen y, fuera del cat¨¢logo straussiano, p¨¢ginas de Franz L¨¦har y Joaqu¨ªn Turina. Y un apunte final: que la velada se iniciara con 12 minutos de retraso y el p¨²blico dando palmas de pura impaciencia no es raro en el Palau, aunque en esta ocasi¨®n, teniendo el patrocinio de una famosa marca de relojes suizos de lujo que explota la imagen del divo alem¨¢n, la falta de puntualidad resultara a¨²n m¨¢s engorrosa.
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