Los perdedores de la crisis quieren el tim¨®n
En la base de los cambios pol¨ªticos que se vislumbran hay una brecha generacional. Los j¨®venes, hasta ahora excluidos, piden el relevo
La ¨²ltima encuesta de condiciones de vida del INE certifica un fuerte "encogimiento" de las clases medias como consecuencia de la crisis. Dicho en t¨¦rminos menos eufem¨ªsticos, lo que la encuesta certifica es un empobrecimiento general de la poblaci¨®n, que afecta a las capas medias, pero tambi¨¦n, y en mayor proporci¨®n incluso, a las rentas m¨¢s bajas. Seg¨²n esa encuesta, el porcentaje de hogares situados en la franja de rentas medias ha ca¨ªdo entre 2007 y 2013 desde el 60,6% al 52%, y el de las rentas bajas ha crecido desde el 26,6% al 38,5%. Los que a¨²n permanecen en los niveles medios de renta han visto caer sus ingresos alrededor de un 8%, mientras que las rentas bajas han perdido con la crisis m¨¢s del 30% de poder adquisitivo. El resultado es que casi uno de cada tres espa?oles, el 28,3%, est¨¢ en riesgo de pobreza y exclusi¨®n social.
Si nos centramos en el ¨¢rea de Barcelona, las cosas no van mejor. Al contrario. El informe de Coyuntura Econ¨®mica del Ayuntamiento de Barcelona indica que el peso de las rentas medias ha ca¨ªdo 14 puntos durante la crisis. En concreto, ha pasado de representar el 58,5% al 44,3%, mientras que las rentas bajas han pasado del 21,7% al 41,8%, es decir, casi el doble. En esa estad¨ªstica hay parados que nunca m¨¢s volver¨¢n a trabajar pero tambi¨¦n trabajadores con empleos tan inseguros y precarios que no llegan a fin de mes. Y hay, sobre todo, miles y miles de j¨®venes que nunca han tenido un contrato digno de tal nombre.
Todo esto no pod¨ªa suceder sin consecuencias. Hay un dato en este estudio que explica, mejor que ning¨²n otro, la desaz¨®n social que est¨¢ en el origen del tsunami que se cierne sobre el mapa pol¨ªtico espa?ol: el porcentaje de pobres ¡ª ?pobres!¡ª con t¨ªtulo universitario ha pasado del 4,3% al 18,4%.
Aunque entre ellos hay profesionales de largo recorrido que han tenido la mala suerte de perder el empleo, el grueso de esos pobres con estudios superiores son j¨®venes que no han tenido oportunidad de ejercer su profesi¨®n. Y los que han podido hacerlo, tampoco se sienten triunfadores. No es casualidad que en las tablas del INE sobre estructura salarial, las franjas de edad en las que se concentra la mayor p¨¦rdida de poder adquisitivo son las de los menores de 35 a?os.
Es la cr¨®nica de un derrumbe de expectativas que afecta de forma directa a los j¨®venes, pero tambi¨¦n tiene indignados a sus padres, aunque ellos hayan conseguido salvarse de la quema. La conciencia de vulnerabilidad se ha instalado en amplias capas de la poblaci¨®n y resulta especialmente dif¨ªcil de digerir por parte de quienes hab¨ªan interiorizado el sue?o del crecimiento ilimitado y la sociedad del Bienestar. Ahora ven c¨®mo la desregulaci¨®n laboral, el deterioro de salarios y servicios y la ausencia de pol¨ªticas de redistribuci¨®n pueden llevarse por delante seguridades b¨¢sicas que hasta hace poco estaban garantizadas.
Los j¨®venes, y algunos no tan j¨®venes, que forman las nuevas generaciones del ¡°precariado¡± ¡ªoutsiders, en expresi¨®n anglosajona¡ª emergen como los principales perdedores de la crisis. El soci¨®logo Ignacio Urquizu se refiere a esta brecha generacional en un libro que acaba de publicar. En La crisis de representaci¨®n en Espa?a (Editorial Catarata), Urquizo considera que en la base de los cambios pol¨ªticos en curso hay un cambio generacional. ¡°La ciudadan¨ªa ha percibido que la crisis econ¨®mica no era igual para todos. Y en la medida en que ser perdedor ten¨ªa un componente generacional, la brecha que ya exist¨ªa por otras razones se ha ido ampliando¡±, afirma. Ahora, hay ¡°un nuevo grupo de edad que aspira a una Espa?a distinta y ha decidido organizarse para ello¡±. ¡°Una nueva generaci¨®n ha decidido tomar el rumbo de su pa¨ªs¡±.
La demograf¨ªa puede ser implacable. PSOE y PP tienen el grueso de sus electores entre los mayores de 55 a?os. Podemos y Ciudadanos entre los menores de esa edad. La brecha social y generacional estaba ah¨ª, pero los paratidos tradicionales no supieron verla. Tampoco supieron ver que el 15-M y el alto apoyo que suscitaba en las encuestas era una reacci¨®n a la percepci¨®n de que los partidos gobernantes no hab¨ªan sabido defender la representaci¨®n que les hab¨ªan otorgado los ciudadanos y hab¨ªan permitido que los dictados de la econom¨ªa se impusieran sobre la pol¨ªtica. Ahora, esas nuevas generaciones piden el relevo para reinstaurar el poder de la pol¨ªtica.
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