Divos muy amplificados

La ¨®pera al aire libre impone sus leyes. La primera, y la que m¨¢s problemas genera, es la amplificaci¨®n. Salvo raras excepciones ¡ªel Festival de Peralada es una de ellas¡ª sin ese recurso t¨¦cnico no se puede montar un concierto l¨ªrico en grandes recintos. Y en el debut del tenor Juan Diego Fl¨®rez en el Festival Jardins de Pedralbes, la amplificaci¨®n, excesiva y descompensada, especialmente en la primera parte, rest¨® encanto a una noche de ¨®pera marcada por el carisma del divo peruano.

A nivel vocal, Fl¨®rez hizo maravillas, luci¨® agudos e incluso estren¨® repertorio en una velada que permiti¨® descubrir la personalidad de la soprano canadiense de origen liban¨¦s Yoyce El-Khoury y el buen oficio del director espa?ol Guillermo Garc¨ªa Calvo al frente de la Arts Symphony Ensemble, orquesta de bolo en cuya plantilla vimos a muchos m¨²sicos de formaciones barcelonesas.

¡°Un derroche de voz, un lujo¡±, dec¨ªa un espectador de edad madura en el descanso. ¡°L¨¢stima la amplificaci¨®n¡±, se quejaba una lice¨ªsta con muchos a?os de militancia oper¨ªstica: ¡°Es una pena tener que amplificar una voz tan bella¡±. Lo malo es que los ruidos tambi¨¦n se amplifican y en la primera parte voces y orquestas se escuchaban en planos diferentes, mientras el viento y los ruidos del escenario se colaban por los micr¨®fonos.

Se escucharon reproches m¨¢s duros, algunos de un purismo fuera de lugar en un concierto al aire libre; otros, tan hilarantes como los de un matrimonio sentado en la primera fila, enfadados porque el director de orquesta les tapaba la visi¨®n de los divos. ¡°Con lo que hemos pagado y encima no hemos visto bien a Fl¨®rez¡±, se quejaba el marido.

A pesar del tir¨®n de Fl¨®rez, no se agot¨® el papel, y no solo por los precios, con las entradas m¨¢s caras a 138 euros. Hasta las estrellas de la ¨®pera cansan si se prodigan demasiado, y, tras sus ¨¦xitos en el Liceo y el Palau, ¨¦sta ha sido su tercera actuaci¨®n barcelonesa en esta temporada.

Desde sus dos primeras intervenciones (aria y d¨²o de Romeo y Julieta, de Gounod), el divo luci¨® agudos soberanos, estuvo c¨®modo ante los micr¨®fonos y sac¨® buen provecho de la potencia extra que la t¨¦cnica a?ade a sus medios l¨ªricos. La soprano no mostr¨® tanta pericia ante el micr¨®fono y su notable y atractiva voz sonaba met¨¢lica y descompensada.

Las novedades llegaron con Verdi (el tenor cant¨® por primera vez La mia lezia infondere, de I lombardi) y la primera parte se cerr¨® de forma tibia con el d¨²o final de La traviata. Todo mejor¨® en la segunda parte, con un repertorio m¨¢s popular, a base de napolitanas (no falt¨® un O sole mio de muchos quilates) y famosas p¨¢ginas de Donizetti, Verdi y Puccini. Una acaramelada versi¨®n a dos voces de un tango tan emblem¨¢tico como El d¨ªa que me quieras abri¨® la tanda de propinas de la ¨²nica, lujosa y muy amplificada velada oper¨ªstica del festival.