Larga vida a las fuentes
Todo el mundo defiende el papel de la prensa, pero en casa de otros. Si les diesen a elegir, preferir¨ªan que nada se contase, que nada se dijese
La primera fuente te marca. Pas¨® hace bastante, en Madrid. En aquella ¨¦poca se hab¨ªa llegado a pedir por escrito en algunas comisar¨ªas que se parase a inmigrantes, por su aspecto, para identificar a sin papeles y expulsarlos. Algo que no se pod¨ªa hacer, y que supon¨ªa una discriminaci¨®n por razones obvias. No recuerdo de qu¨¦ manera, di con alguien que me ayud¨®. Alguien que me dijo: ¡°Es cierto, solo tienes que venir al metro, y ver¨¢s c¨®mo lo hacemos¡±.
Fui, y efectivamente un grupo de polic¨ªas estaban identificando a gente por su color de piel. Eso era un s¨¢bado. La noticia se public¨® al d¨ªa siguiente, un domingo, abriendo el cuadernillo local. El Ministerio del Interior de entonces mont¨® en c¨®lera, asegur¨® a mis jefes que me hab¨ªan tendido una trampa, y que me hab¨ªan servido una redada en bandeja para perjudicarlos. Y empez¨® la cl¨¢sica caza de brujas para dar con la fuente.
El periodismo es una profesi¨®n de obstinados, de personas con una voluntad ¡°gran¨ªtica¡±, como me dijeron una vez. De otro modo tirar¨ªamos la toalla ante el primer: ¡°Esto no lo s¨¦¡±, ¡°El caso est¨¢ bajo secreto de sumario¡±, ¡°No te lo puedo confirmar ni desmentir¡±, ¡°No puedo decirte m¨¢s¡±, ¡°No podemos facilitarte detalles¡±, ¡°Es informaci¨®n confidencial¡±¡ Respuestas con las que topamos m¨¢s de una y m¨¢s de dos veces.
Esa naturaleza pesada, de gente que no hace m¨¢s que insistir, me hizo volver durante tres semanas a la parada de metro donde supuestamente me hab¨ªan montado una redada para fastidiar la pol¨ªtica del Ministerio. Delante hab¨ªa un Kebab, con una cristalera enorme y una barra, que te permit¨ªa comer, beber y mirar sin ser visto. A la tercera semana de cenas poco saludables, pas¨®. Nadie me hab¨ªa llamado. Nadie sab¨ªa que estaba all¨ª, y de nuevo la polic¨ªa hac¨ªa una redada por el color de piel de la gente.
Con el tiempo aprendes que el Periodismo es una profesi¨®n solitaria, que engorda, en la que sin fuentes est¨¢s muerto. Las hay de todo tipo, solo es importante, a mi entender, conocer la motivaci¨®n de cada una. A¨²n recuerdo a un joven polic¨ªa, que trabajaba en un gabinete de prensa, que me dijo: ¡°?Qu¨¦ haces para que te den informaci¨®n? ?Te escondes debajo de su mesa?¡±. Por suerte, la mayor¨ªa prefiere sentarse junto a ti en una mesa, no que corretees entre sus piernas.
Lejos de lo que he pensado en otras ¨¦pocas, los gabinetes de prensa ayudan. Te ponen con t¨¦cnicos, te dan contexto, te asesoran, incluso en ocasiones te aprecian. Pero otras veces los intereses son contrapuestos, y cada uno debe seguir su camino. El problema viene cuando en lugar de seguir cada uno su camino, hay quien se empe?a en seguir el tuyo. ¡°?Los jueces nos imputan!¡±, repiten. Y entonces la situaci¨®n se pervierte, se lanzan soflamas, avisos, y se advierte de que tarde o temprano, de una forma u otra (quiz¨¢ no muy ortodoxa) ¡°alguien caer¨¢¡±.
Siempre tengo la impresi¨®n de que todo el mundo defiende el papel de la prensa, pero en casa de otros. Si les diesen a elegir, preferir¨ªan que nada se contase, que nada se dijese. No sea que se mal interprete, no sea que me genere un problema, no sea que me toque dar explicaciones. Aunque jam¨¢s se dice as¨ª: siempre es porque un juez se queja, porque una investigaci¨®n amenaza con fastidiarse o porque hay quien vive m¨¢s pendiente de Twitter que de su propia realidad.
Larga vida a las fuentes.
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