Macron y los antisistema
?Un antisistema del sistema para reforzarlo? La experiencia espa?ola con los antisistema ya incorporados al sistema obliga a preguntare si su presencia es suficiente para reformarlo
La democracia en Europa est¨¢ estancada. Por mucho que los poderes establecidos se nieguen a aceptarlo hay sensaci¨®n de que estamos apurando un sistema agotado. Personajes como Barroso o Juncker se han convertido en iconos de una destructiva promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero. El excanciller alem¨¢n Schroeder, hoy en Gazprom, o el inefable Tony Blair, s¨ªmbolos de la p¨¦rdida de rumbo de la socialdemocracia, hablan por s¨ª solos de las peripecias de un sistema en deterioro entre el asalto al poder de los expertos, la ruptura del v¨ªnculo representativo, la p¨¦rdida de poder ciudadano y la falta de expectativas que sumen. Autoritarismo postdemocr¨¢tico, posdemocracia, cultura de la indiferencia, son expresiones para indicar que la democracia necesita reactivarse si no quiere ver sus d¨ªas contados. Crisis de representaci¨®n y bloqueo del sistema son discursos recurrentes.
En este contexto de insatisfacci¨®n se multiplican los movimientos destinados a introducir cu?as en los instalados sistemas de poder. Podr¨ªamos encuadrarlos en dos tipos: la fuga o ruptura respecto de los marcos territoriales y sociales (como el Brexit ingl¨¦s, las tentaciones rupturistas holandesas o los movimientos independentistas escoc¨¦s y catal¨¢n); y la aparici¨®n de proyectos pol¨ªticos resucitados del pasado o surgidos de los nuevos conflictos: retorno de ideas y propuestas que hab¨ªan sido desplazadas a los m¨¢rgenes (especialmente desde la extrema derecha), aparici¨®n de movimientos antisistema de perfiles pol¨ªticos imprecisos, ya sea desde la apelaci¨®n al barullo (como las 5 Stelle italianas) o desde la confrontaci¨®n entre el pueblo y las ¨¦lites (como en el originario proyecto de Podemos), o proyectos construidos sobre la filosof¨ªa de lo com¨²n a partir de los movimientos sociales.
En plena emergencia de estas tentativas, acaba de surgir en Francia, donde la contestaci¨®n de los partidos del r¨¦gimen parec¨ªa exclusiva de la extrema derecha, un ins¨®lito movimiento antisistema surgido del coraz¨®n del propio sistema y sin apearse de ¨¦l. Emmanuel Macron, 38 a?os, enarca, es decir, fruto del aparato genuino de formaci¨®n de cuadros para la Rep¨²blica, ministro de Econom¨ªa del gobierno actual, despu¨¦s de constatar que ¡°nuestro sistema y nuestras instituciones no est¨¢n a la altura de los franceses¡± y de haber ¡°comprobado hasta qu¨¦ punto el sistema no quiere cambiar¡±, sin bajarse del cargo, ha movilizado a miles de ciudadanos con el objetivo de alcanzar la presidencia de la Rep¨²blica, sin el apoyo de ning¨²n partido pol¨ªtico.
Como es habitual en la derecha y ¨²ltimamente tambi¨¦n en la izquierda, su punto de partida es el rechazo por obsoleta de la distinci¨®n derecha/izquierda. Pero ¨¦l no la sustituye por la apelaci¨®n al pueblo frente a los ¨¦lites, sino a los ciudadanos que quieren el progreso contra los inmovilistas. La pol¨ªtica es as¨ª, todos dan por superadas las contraposiciones cl¨¢sicas, pero la sustituyen por un juego binario tan viejo como el que niegan. ?O acaso hay alg¨²n momento en la historia en que no se haya evocado la oposici¨®n entre antiguos y modernos?
Un antisistema de centro, esta es la contradicci¨®n que nos aporta Macron, cuando es lugar com¨²n entre las ¨¦lites decir que en el centro est¨¢ el equilibrio del sistema. Macron se?ala a los partidos como obst¨¢culo sin que sepamos en que se diferencia de ellos su movimiento. Y su revuelta contra el sistema empieza con un solo objetivo: asaltar la pieza angular de este sistema, la presidencia de la Rep¨²blica. Lo que inevitablemente suena a despotismo ilustrado, el gran hombre al que la ciudadan¨ªa lleva a la cumbre para reformar el sistema desde arriba. En cualquier caso, Macron es hoy uno de los pol¨ªticos m¨¢s populares de Francia (s¨®lo Jupp¨¦ est¨¢ a su nivel de reputaci¨®n) e independientemente de a d¨®nde llegue su aventura, contribuye a avivar la necesidad de afrontar las deficiencias de una pol¨ªtica que no se ha ajustado a las nuevas escisiones sociales.
Macron, ?un antisistema del sistema para reforzarlo? En cualquier caso, la experiencia espa?ola, con los antisistema ya incorporados al sistema obliga a preguntare si su presencia es suficiente para reformarlo. Nuestras democracias necesitan ser restauradas. Y como dice Pierre Rosanvallon, su restauraci¨®n ¡°no es s¨®lo una cuesti¨®n procedimental, no es s¨®lo la designaci¨®n de los representantes, es la manera como ellos conducen la acci¨®n pol¨ªtica bajo la mirada vigilante del p¨²blico¡±. Y eso significa empoderar a la ciudadan¨ªa.
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