Una flauta realmente m¨¢gica

Sencillo cuento infantil, alegor¨ªa mas¨®nica, reflexi¨®n filos¨®fica y aventura inici¨¢tica en el camino del amor y la sabidur¨ªa, teatro musical con ra¨ªces populares... muchas de las posibles lecturas de La flauta m¨¢gica, de Mozart, caben en la ingeniosa y visualmente prodigiosa producci¨®n de la Komische Oper Berlin creada por el director de escena Barrie Kosky y el t¨¢ndem art¨ªstico formado bajo el n¨²mero o a?o 1927 por el animador Paul Barritt y la escritora Suzanne Andrade. Su innovadora mezcla de est¨¦tica del cine mudo, animaci¨®n y videocreaci¨®n cautiv¨® al p¨²blico del Liceo en la primera de las nueve funciones que cierran la temporada del coliseo barcelon¨¦s.

Hay algo m¨¢gico en esta curiosa producci¨®n, el mayor ¨¦xito de la compa?¨ªa berlinesa en los ¨²ltimos a?os, que explica la acci¨®n del genial singspiel de Mozart y Emanuel Schikaneder sin escenograf¨ªa alguna y con la figura de Buster Keaton transmutada en Papageno como homenaje al encanto del cine mudo. Los personajes cantan y se mueven sobre la proyecci¨®n de im¨¢genes en blanco y negro y coloreadas que otorgan al relato tintes on¨ªricos. Los detalles son asombrosos, en un derroche de fantas¨ªa, ingenio y humor que no da tregua ni al espectador ni a los cantantes.

En un complejo trabajo de equipo t¨¦cnico y art¨ªstico, cantantes e im¨¢genes interact¨²an con precisi¨®n milim¨¦trica; lo que parece una gigantesca pantalla que ocupa todo el escenario esconde paneles que giran para hacer aparecer y desaparecer a los cantantes que, obviamente, no pueden ver las im¨¢genes proyectadas a sus espaldas. Y el encaje de ese rompecabezas visual mantiene totalmente absorto a los espectadores.

Ver a la Reina de la noche convertida en una gigantesca ara?a que se cierne sobre una Pamina con atuendo de Louise Brooks, o a Monostatos habitando en la piel del Nosferatu de Murnau, son muestras del humor que ba?a un montaje que prescinde de los largos pasajes hablados: en su lugar se proyectan unos concisos di¨¢logos acompa?ados al pianoforte, claramente a la manera del cine mudo, por fragmentos de dos Fantas¨ªas de Mozart.

La fascinaci¨®n visual es innegable en un montaje bajo la ¨¢gil y bien contrastada direcci¨®n musical de Henrik N¨¢s¨¢si, titular de la Komische Oper, que obtiene un buen rendimiento de la orquesta ¡ªestupendas maderas¡ª y el coro del Liceo. Otra cosa son las voces de la compa?¨ªa alemana: los cantantes dominan los milim¨¦tricos movimientos para cuadrar acci¨®n teatral e imagen, y salen airosos de sus cometidos vocales en un buen trabajo de equipo en el que nadie desentona, pero tampoco entusiasma.

El noble Sarastro de Dmitry Ivashchenko, cuya voz impresion¨® mucho m¨¢s como Orador superamplificado, y la t¨¦cnicamente segura Reina de la Noche de Olga Pudova, precisa en el registro agudo aunque corta de volumen, destacaron en el marco de un nivel general muy digno; el contenido Papageno de Dominik K?ninger, las correctas intervenciones de Julia Giebel (Papagena) y Peter Renz (Monostatos) fueron m¨¢s aplaudidos que Mauren McKay y Allan Clayton, que fueron mejores int¨¦rpretes de Pamina y Tamino. El buen trabajo del tr¨ªo de damas y el tr¨ªo de ni?os del T?lzer Knabenchor completaron el primer reparto.

La velada se inici¨® muy oportunamente con un mensaje en recuerdo a las v¨ªctimas del atentado de Niza, le¨ªdo en catal¨¢n, castellano, franc¨¦s e ingl¨¦s, que destac¨® el valor simb¨®lico de la m¨²sica contra la barbarie que sacude el mundo. El espect¨¢culo volver¨¢ al Liceo tras las vacaciones para abrir la temporada 2016-17 con otras cinco funciones del 12 al 17 de septiembre.