Recuperar soberan¨ªas
Por debajo de la ret¨®rica estatal, hoy se necesitan nuevos formatos y espacios en que ejercer cierta capacidad de protecci¨®n y de autonom¨ªa; la ciudad gana protagonismo
Hay mucha ret¨®rica en la pol¨ªtica. No es algo nuevo. Pero en estos momentos, en que nos est¨¢n cambiando el mundo como si le dieran la vuelta a un calcet¨ªn, muchos dirigentes pol¨ªticos, hu¨¦rfanos de poder real, se afanan en sacar pecho hablando de que mandan mucho y que unilateralmente lo har¨¢n todo en un periquete. La dimensi¨®n del cambio y la intensidad y profundidad de las transformaciones casan mal con este tipo de declaraciones enso?adoras. La gravedad de hechos como el atropello asesino de Niza, la crisis de los refugiados, el desastre de Turqu¨ªa (en el que defender la democracia conlleva hacerla retroceder) o la efervescencia de Trump encarando las presidenciales, contrastan con la levedad de la pol¨ªtica espa?ola, expresada esta semana en las martingalas que ha generado la elecci¨®n de la Mesa del Congreso. Nadie lo ha hecho bien, pero lo peor han sido las explicaciones que quieren justificar idas, venidas y pactos poco honorables. Cuanto m¨¢s lejos est¨¢n los principios y valores que uno dice defender y el maniobrerismo pol¨ªtico con el que concretamente los defiendes, peor es la imagen final. Y en ese terreno, la palma se la ha llevado Homs, quien merece un premio al cinismo pol¨ªtico.
Lo del Congreso (expresi¨®n institucional de la soberan¨ªa popular) es una muestra m¨¢s del momento delicado por el que atraviesa la pol¨ªtica convencional. Las instituciones pol¨ªticas est¨¢n perdiendo espacios de poder en un mundo que supera y desborda los l¨ªmites que la arquitectura estatal hab¨ªa ido trabajosamente construyendo a lo largo de los siglos XIX y XX: la era de los estados, de las f¨¢bricas, de la estructura de clases, de la soberan¨ªa territorial. Ahora, poderes y plataformas digitales mueven datos, dinero e intereses dejando obsoletas fronteras, normativas y medidas de seguridad. Entregamos nuestros datos alegremente a esas plataformas a cambio de informaci¨®n, conocimiento y diversi¨®n, sin coste alguno para nosotros, porque de hecho nosotros somos el producto. Todo se mueve con fluidez, pero vamos quedando atrapados en la mara?a de rastros que generamos, sin que muchas instituciones, empresas y entidades que antes atesoraban poder y capacidad de acci¨®n sepan muy bien qu¨¦ hacer cuando el suelo en el que se asentaban tiembla y se resquebraja. Estados, bancos, cadenas de distribuci¨®n son algunos de los muchos damnificados por Google, Amazon, Facebook y otras plataformas. Los legisladores de anta?o son fichados sin escr¨²pulos por los nuevos operadores, para as¨ª moverse mejor en la telara?a reguladora a¨²n existente.
Es ah¨ª, en ese escenario, cuando hablar de soberan¨ªa requiere bajar el volumen y buscar nuevos formatos y espacios en que ejercer una cierta capacidad de protecci¨®n y de autonom¨ªa. No es casualidad que las ciudades y otros enclaves territoriales adquieran un mayor protagonismo, ya que la concentraci¨®n de actividad, la densidad social y la acumulaci¨®n de flujos de todo tipo que conlleva exige que la arquitectura de la red, abierta y con nodos, encaje en una estructura urbana y territorial pensada desde otros par¨¢metros pero igualmente imprescindible para vivir, cobijarse, desplazarse, alimentarse o tocarse. Todo ello (a¨²n) irremediablemente presencial. Son esos espacios en los que se juegan lo que podr¨ªamos denominar las soberan¨ªas de perfil bajo. ?Cu¨¢nto cuesta el agua? ?Qui¨¦n controla su distribuci¨®n? ?De d¨®nde viene y qui¨¦n gobierna la energ¨ªa que necesitamos para que todo funcione? ?Mantenemos la direcci¨®n p¨²blica sobre los datos que los servicios municipales ofrecen en la ciudad? ?Disponemos de plataformas controladas desde la comunidad en materia de movilidad, conexi¨®n a la red o en la oferta de vivienda y alojamiento de la ciudad? ?D¨®nde y c¨®mo nos educamos y cuidamos? ?Podemos reforzar las redes de producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos desde la proximidad y la perspectiva ecol¨®gica? ?Hay capacidad para incentivar din¨¢micas de econom¨ªa colaborativa, social y solidaria? Son simplemente ejemplos de formas de ejercer microsoberan¨ªas, buscando as¨ª reforzar la libertad social, las capacidades comunes y colectivas en escenarios tendentes a la individualizaci¨®n y mercantilizaci¨®n de trayectorias vitales y de control invisible sobre nuestras vidas. Los estados siguen siendo importantes, y no es lo mismo estar en uno que en otro, disponer de uno o depender de otro. Pero, por debajo de la ret¨®rica estatal, lo que seguro que necesitamos son soberan¨ªas de proximidad.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB
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