El halago al autor
Las presentaciones de libros, una ceremonia simp¨¢tica para amigos
G¨¦rard Genette, en los a?os ochenta, public¨® un libro (Seuils) sobre los umbrales del libro, aquello que envuelve al texto que nunca se presenta desnudo. Son una serie de recursos que ¡°rodean y protegen¡± al texto para suministrar al p¨²blico un modo de empleo y una interpretaci¨®n. Y Genette estudiaba desde los prefacios o contraportadas a las dedicatorias, notas y entrevistas. Dentro de los coloquios con el autor entrar¨ªan las presentaciones de libros, una ceremonia muy habitual. En el argot semi¨®tico, las presentaciones ser¨ªan ¡°epitextos¡±. Estos ¨²ltimos meses he ido a unas cuantas, siempre provechosas para tener una idea no tanto de la obra como de las intenciones del autor.
En una de ellas le pregunt¨¦ al editor anfitri¨®n qu¨¦ utilidad ten¨ªan, a la vista de las muchas que se celebran. Sin desmerecer otras hip¨®tesis me dijo que, b¨¢sicamente, eran una ceremonia de halago al autor porque, como es natural, a ninguno de los ponentes invitados a comentar la obra se le ocurre carg¨¢rsela. Como m¨¢ximo, y ya es raro, ponen alg¨²n reparo accesorio que no empa?a la grandeza del t¨ªtulo. Apenas ninguna fue noticia en los medios tradicionales. En las redes sociales, el mismo autor y los mismos amigos asistentes acostumbran a celebrar el evento, lo que da una relativa notoriedad al acto.
De entrada, una parte importante del p¨²blico lo constituyen familiares, amigos y colegas del protagonista, sobre todo si donde se celebra es la ciudad de residencia, o muy vecina, del autor y del citado cortejo. Gen¨ªs Sinca, cuando present¨® su novela sobre los abusos a menores, Malparits, en Barcelona (con Neus Munt¨¦ y Vicki Bernadet, una mesa de alcurnia) se pase¨® por la sala citando por sus nombres a los muchos asistentes que reconoc¨ªa. En muchos casos, se espera de los asistentes que adquieran el libro y, al final del acto, desfilen para conseguir la dedicatoria. Por lo que he visto, en este ¨²ltimo tr¨¢mite hay mucho escamoteo. Y casos singulares, como en una de las muy concurridas presentaciones de Generaci¨® Tom¨¤tic, de Andr¨¦s Palomino, en la que firmaron, tambi¨¦n, Petri, Noti Pres o quien pon¨ªa la voz al mism¨ªsimo Tom¨¤tic, los protagonistas de este ¨¢lbum de recuerdos.
Hay que tener un especial cuidado con no pisarse con un partido del Bar?a en la tele para evitar deserciones.
Un factor b¨¢sico del ¨¦xito de la convocatoria es escoger con prudencia el lugar de la presentaci¨®n. Si no se est¨¢ muy seguro de poder atraer un p¨²blico suficiente, los espacios m¨¢s recomendables son los que improvisan las propias librer¨ªas entre las estanter¨ªas. Ah¨ª, una concurrencia de 25 personas ya parece una muchedumbre. En cambio, esta misma asistencia en el bar de Laie (unas 40 sillas), una sala del Ateneu (unas 60 butacas) o la instalaci¨®n fija de la Casa del Libro de Rambla de Catalunya (m¨¢s de 70 plazas) da sensaci¨®n de fracaso. En general se evitan las solemnidades, aunque he visto alg¨²n c¨¢tedro incapaz de evitar un l¨²gubre tono acad¨¦mico. Siempre hay un momento para una sonrisa y para alguna simp¨¢tica ocurrencia. Albert Forns, por ejemplo, invit¨® a los asistentes a una copa del mismo vino patag¨®nico que toman sus personajes de Jambalaia. No duran m¨¢s de hora y media y hay que tener un especial cuidado con no pisarse con un partido del Bar?a en la tele. Las deserciones del ilustrado p¨²blico pueden afear el final del acto.
Las presentaciones no excluyen ning¨²n g¨¦nero. La filosof¨ªa no est¨¢ exenta de ellas. La de Gu¨ªa de lectura de Ser y Tiempo de Martin Heidegger, de Jes¨²s Adri¨¢n, termin¨®, planteado anticipadamente desde la mesa, con el inevitable debate sobre el nazismo del fil¨®sofo y la paradoja sobre c¨®mo, lamentablemente, ser un gran sabio no ahorra la estupidez.
Arc¨¤dia organiz¨® otra en la Llibreria Calders para hablar del libro de Xavier Antich La voluntat de comprendre. La mesa fue la m¨¢s nutrida: Laura Borr¨¤s, S¨ªlvia Bel, David Fern¨¤ndez, Jordi Ball¨®, Natza Farr¨¦ y el autor. ¡°Un rep¨®quer de inteligencia¡± escrib¨ªa el propio Antich invitando al acto desde Facebook. Una de las bromas de la noche: que Fern¨¤ndez incluyera en su parlamento, dijera lo que dijera, las palabras ¡°desobedi¨¨ncia¡±, ¡°proc¨¦s¡± y ¡°anticapitalista¡±. Cosa que hizo con regocijo propio y de la platea.
La ¨²ltima a la que he ido era distinta. En una terraza de hotel, copa en mano desde el primer momento, sin reclamo p¨²blico ni el habitual ponente encargado de las alabanzas. Fue estrictamente una fiesta con los amigos. Se trataba del libro Barozzi Veiga, editado en ingl¨¦s en Suiza. Un libro, de una textura especial, cuya lenta elaboraci¨®n han utilizado los dos arquitectos, que s¨ª hablaron, para el anclaje de la po¨¦tica de su obra.
Como dijo Ball¨®, no hay producci¨®n de conocimiento si no hay transmisi¨®n de conocimiento. Algunas pocas presentaciones -a las que se va por compromiso, por ganas o te las encuentras sin quererlo-, aunque sea muy modestamente¡ lo hacen.
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