La batalla de las ciudades invisibles
Temen que la confluencia de Colau contraponga una hegemon¨ªa de izquierdas, nacional y popular, a la derecha populista y a un independentismo de clase media que no penetra en los barrios
Javier P¨¦rez And¨²jar es un periodista y escritor, vecino del Clot pero vinculado a Sant Adri¨¤ del Bes¨°s, reconocido por sus cr¨®nicas urbanas y contraculturales y por su militancia en la ¡°Internacional de los bloques¡±. Pen¨²ltima diana de los independentistas hiperventilados, que critican que Ada Colau lo haya elegido pregonero de la Merc¨¨, P¨¦rez And¨²jar recibi¨® en 2013 el premio Ciutat de Barcelona de manos de Xavier Trias. Por mayor¨ªa, un jurado formado por N¨²ria Rib¨®, Vicent Partal, Toni Punt¨ª, Ignasi Aragay y Rosa Badia lo premi¨® ¡°por la serie de cr¨®nicas publicadas en el diario EL PA?S, que aportan una mirada cr¨ªtica de la ciudad¡± y ¡°rompen los l¨ªmites administrativos de Barcelona y hacen visible, a trav¨¦s de las personas, una realidad social poco presente en los medios¡±.
La aproximaci¨®n a estas ciudades invisibles ¡ª¡°barrios inmirados que el poder y los medios de comunicaci¨®n no quieren ver¡±, dice P¨¦rez And¨²jar¡ª y el relato sobre su historia e identidad popular se han convertido en un campo de batalla del proceso pol¨ªtico catal¨¢n. Quiz¨¢ esto explique, en parte, las cr¨ªticas de ¡°sesgo ideol¨®gico¡± y ¡°sutil manipulaci¨®n¡± en ¡°ofrenda a Ada Colau¡± que Patricia Gabancho (La construcci¨®n de un mito, 25/7/2016) ha dedicado a los libros Barris, ve?ns i democr¨¤cia y Les ciutats invisibles, editados por L'Aven?. Del primero pone en cuesti¨®n que se le haya concedido el premio Ciutat de Barcelona no por la calidad del trabajo, que reconoce, si no por ¡°cierta afinidad¡± de un ¡°eco c¨¢lido y reconfortante¡± entre el jurado, el autor y el Ayuntamiento de Barcelona en Com¨². No dice Gabancho que el fallo del jurado fue un¨¢nime, que sus miembros Joaquim Albareda, Miquel Molist, Xavier Theros y Merc¨¨ Tatjer lo eran desde ediciones anteriores por designaci¨®n de Trias y que ya en 2014 hicieron menci¨®n expresa de la tesis sobre el movimiento vecinal y la transici¨®n en Barcelona. Puestos a buscar fantasmas, quiz¨¢ mejor indagar por qu¨¦, en v¨ªsperas de un a?o electoral clave, alg¨²n comisario pol¨ªtico de CiU retir¨® la ayuda editorial municipal prometida a L'Aven? para la obra.
Y es que, en el fondo, lo que est¨¢ en juego en el campo de batalla de las ciudades invisibles es la hegemon¨ªa cultural de Catalu?a. El pa¨ªs modelado per d¨¦cadas de pujolismo ¡ªahora proscrito pero con un legado a historiar¡ª tiene un futuro abierto, incierto, y su mapa pol¨ªtico en recomposici¨®n. Con ilusi¨®n o espejismos como hoja de ruta, el independentismo mayoritario llama a la clase media a una ¡°revoluci¨®n de las sonrisas¡± que ha ganado posiciones impensables hace poco pero ni definitivas ni demasiado s¨®lidas. Basta con pasear por las ciudades metropolitanas que no visita el foraster de TV3 y comprobar que hay pocas esteladas. Tampoco ondean rojigualdas. Lo que pende de muchos balcones y ventanas de barrio es ropa tendida y efectos de la crisis, agravados por recortes de derechos sociales, laborales y servicios p¨²blicos.
Lo que se pierde son esos beneficios logrados a trav¨¦s de luchas sociales, vecinales y sindicales protagonizadas por una clase obrera organizada y que devino sujeto pol¨ªtico hegem¨®nico durante el antifranquismo. No es ning¨²n mito, sino un hecho hist¨®rico: aquella revuelta democr¨¢tica, revoluci¨®n agitada desde barrios, f¨¢bricas y algunas iglesias, a veces duramente reprimida, no iba de sonrisas pero supo gui?ar el ojo a muchos sectores sociales y asustar a otros. Hasta el punto de impedir la continuidad del franquismo sin Franco y, pese a no lograr la ruptura pregonada, s¨ª ganar libertades democr¨¢ticas y nacionales (tampoco definitivas ni bien consolidadas) y cohesionar como un solo pueblo a una naci¨®n que era y es crisol de inmigraci¨®n.
Recuperar esa memoria es de justicia. Como lo es dar voz a unos barrios y una clase trabajadora que, distintos de hace 40 a?os y con menos conciencia colectiva, siguen existiendo. Suman mucha gente y muy diversa. Pol¨ªticamente, lo metropolitano es suficientemente complejo como para no responder al t¨®pico del cintur¨®n rojo, naranja o morado. Pero tampoco responde a los c¨¢lculos de S¨²mate y sus ap¨®stoles; ni al fantasma lerrouxista que algunos ven en Ciudadanos o el PSC y con el que otros quieren etiquetar a Podemos o los Comunes. De trasfondo hay el temor a que la confluencia de Colau y Xavier Dom¨¨nech (que incluye a ICV y EUiA) aproveche el legado del PSUC para contraponer una hegemon¨ªa gramsciana de izquierdas, nacional y popular, a la derecha populista y a un independentismo de clase media que no penetra en las ciudades invisibles. Ser de barrio es de pobres, dir¨ªa P¨¦rez And¨²jar. Menospreciar o demonizar a la clase obrera, como dice Owen Jones, es de reaccionarios.
Marc Andreu es historiador y periodista.
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