Desalmados ladrones de ancianos
En una semana, diferentes municipios gallegos han sufrido asaltos en viviendas de mayores
Primero Pilar, despu¨¦s Ernesto, y a los cuatro d¨ªas Leopoldo. Ella tiene 86 a?os; Leopoldo, 75; Ernesto pensaba celebrar los 95 con una fiesta el pr¨®ximo domingo, pero se le han quitado las ganas. Los tres son viudos desde no hace mucho, y conocen bien el significado de la soledad. Los tres fueron asaltados en sus casas en Galicia en el plazo de una semana. Eran grupos de ladrones encapuchados. "Con careta", se?ala el mayor de todos que ocurri¨® en su caso. Ernesto rog¨® nada m¨¢s ver a los tres intrusos que revolv¨ªan su casa de A Ba?a (A Coru?a) a medianoche que no le hicieran "da?o". "No se preocupe, abuelo. Usted p¨®rtese bien y est¨¦se quieto, que no le vamos a pegar", vinieron a responderle. En cambio, Leopoldo, que tiene mucho car¨¢cter, no pudo ni quiso sujetar su "rabia" y se enfrent¨®, a¨²n medio confuso cuando lo despertaron de la siesta en su aldea del municipio ourensano de Vilamart¨ªn de Valdeorras. Los asaltantes eran una mujer y tres hombres armados. Uno de ellos lo golpe¨® con la culata de la pistola. Luego siguieron d¨¢ndole fuerte. Las heridas contin¨²an siendo visibles en la sien y los labios, pero tiene magulladuras por todo el cuerpo. Pilar fue hospitalizada. Aquella noche en que entraron varios desalmados, a las cuatro de la ma?ana, en su casa de L¨¦rez (Pontevedra) alcanz¨® a pedir socorro por tel¨¦fono pero luego acab¨® en la UCI y fue operada sucesivas veces de urgencia. Perdi¨® el bazo, tiene rotas cuatro costillas y un edema pulmonar.
Cuando ya crees que lo has visto todo y solo esperas descansar lo que te queda de vida, unos extra?os con la cara oculta irrumpen en ella para destrozarla, solo porque como viejo eres v¨ªctima f¨¢cil, e hipot¨¦ticamente con ahorros escondidos que quiz¨¢s ya no tengas tiempo de gastar. Supuestamente a Leopoldo, seg¨²n la cifra inicial que dio la Guardia Civil de Ourense, le llevaron 40.000 euros y joyas. Resulta que en Baxeles, el n¨²cleo donde est¨¢ la casa de este hombre que fue emigrante en Alemania, los dem¨¢s vecinos hab¨ªan nombrado al jubilado tesorero del dinero que est¨¢n recaudando para legalizar la captaci¨®n de agua, de gesti¨®n local. Una parte del bot¨ªn que se llevaron los ladrones -que seg¨²n record¨® la v¨ªctima ante los agentes "hablaban perfecto castellano" sin ning¨²n acento extranjero- era de todo el pueblo. La otra, suya propia; incluida, apunta el alcalde, Enrique ?lvarez, la ganancia de un terreno que acababa de vender. Tambi¨¦n en el caso de Pilar los ladrones semejaban bien informados. Ella hab¨ªa retirado dinero del banco esa misma ma?ana.
Los atracadores de Ernesto, que hablaban gallego, parec¨ªan algo m¨¢s despistados. Ese d¨ªa temprano, el anciano llevaba 100 euros en la cartera, pero tuvo que hacer un pago y gast¨® 50. Los delincuentes rebuscaron mucho, pero solo hallaron esa cantidad. "Comed y bebed, pero no me hag¨¢is da?o", les rog¨® Ernesto, que conserva el o¨ªdo a pesar de sus casi 95 a?os y se levant¨® de la cama al escuchar ruidos. Los ladrones se llevaron un cargamento de objetos como para montar un piso: varias ollas usadas, unos zapatos, un reloj de pared, una plancha, un microondas que acababa de comprar para calentar la comida que le llevan a diario los servicios municipales de ayuda a la tercera edad. Tambi¨¦n lo dejaron sin su caldera de cobre para hacer el aguardiente y sus queridas herramientas de cantero, que hered¨®, con el oficio, de su padre.
Condenas m¨ªnimas
Se repiten las penas m¨ªnimas. El a?o pasado, una pareja portuguesa fue condenada a una suma de dos a?os de prisi¨®n por desvalijar a un hombre de 87 a?os en Lobeira (Ourense). Hab¨ªan ido a venderle una manta y al darse cuenta de que el se?or apenas entend¨ªa y ten¨ªa la salud bajo m¨ªnimos, desnutrido y deshidratado, la mujer lo atenaz¨® mientras su compa?ero afanaba todo lo que pod¨ªa. A finales del pasado junio, un coru?¨¦s y un leon¨¦s de 30 y 36 a?os, ambos muchas veces reincidentes, fueron condenados cada uno a un a?o de prisi¨®n despu¨¦s de llegar a un acuerdo con la fiscal¨ªa por robar 800 euros a un hombre de 85 a?os en una aldea del municipio ourensano de Celanova. Accedieron a la casa haci¨¦ndose pasar por revisores del gas. En Ourense, donde van perdiendo el aliento algunas de las poblaciones m¨¢s envejecidas de Espa?a, la Guardia Civil ha investigado bandas especializadas en v¨ªctimas de la tercera edad. Criminales como los que pegaron una paliza brutal en 2014 a un matrimonio mayor del ayuntamiento de A Peroxa para robarles 4.000 euros, el mismo mes en que fueron asaltados de forma violenta un cura de 84 a?os en Esgos y otro vecino de 80 en Cartelle, todos en la misma provincia.
La lista de sucesos de este tipo no para de aumentar desde hace unos a?os, y los p¨¢rrocos ancianos de aldea son tambi¨¦n objetivo principal. Desde finales de 2014 hubo media docena de asaltos. Igualmente, por lo general, los autores eran encapuchados y violentos. En Escravitude (Padr¨®n, A Coru?a), falleci¨® asfixiada por la mordaza la mujer de 80 a?os que viv¨ªa con el sacerdote. En Vilanova dos Infantes (Celanova, Ourense), muri¨® en el acto, de los golpes, el cura Adolfo Enr¨ªquez, de 77, que custodiaba con celo una venerada virgen diminuta que no ha vuelto a aparecer. El pasado enero fueron detenidos dos hombres de nacionalidad croata por esta causa, pero quedaron en libertad por falta de pruebas de peso.
Como les parec¨ªa poco el menaje y ¨¦l les hab¨ªa ofrecido comer, adem¨¢s le robaron alimentos congelados, carne sobre todo, y dos botellas de Sans¨®n que siempre tiene en casa para ofrecerle a los amigos que lo van a visitar. Por el resto de los vinos y licores no mostraron inter¨¦s. Tampoco por una tele bastante nueva, de las planas, que bien podr¨ªan haber revendido. "Eran unos ladrones muy raros", comentan las vecinas, que se enteraron del suceso a la ma?ana siguiente, cuando Ernesto fue a pedir ayuda. Le hab¨ªan cortado la l¨ªnea telef¨®nica y decidi¨® esperar toda la noche quieto y desvelado, sentado en una butaca en la cocina, para no molestar a la gente que estaba durmiendo.
Leopoldo, asaltado pasadas las tres de la tarde despu¨¦s de que su asistenta por horas abriese la puerta y fuese amordazada, alcanz¨® a ver que sus agresores huyeron en una furgoneta blanca y grande. La de los de Ernesto tambi¨¦n era larga, pero de color oscuro. La vio una vecina que se asom¨® a cerrar una ventana. Le llam¨® la atenci¨®n que hubiese un coche desconocido en aquel lugar apartado de La?as (A Ba?a), pero no sospech¨® porque, extra?amente, los tres perros ladradores de esa esquina del pueblo estaban callados como pocas veces. Sobre los de Pilar hay menos pistas, no obstante por c¨®mo se ensa?aron con la anciana no hay duda de que eran los peores. Los asaltos de bandas espa?olas y extranjeras en domicilios de mayores se repiten en toda Espa?a pero se ceban con los territorios despoblados, envejecidos y dispersos. Con 31.500, Galicia acumula casi la mitad de las entidades de poblaci¨®n, y tambi¨¦n el doble de n¨²cleos deshabitados que el resto del territorio estatal. Hay ya unas 1.700 aldeas abandonadas y unas 2.000 en las que solo viven una o dos personas.
En muchas ocasiones, en su af¨¢n por visitar las casas m¨¢s apartadas de los pueblos en las que viven mayores solos o con un hijo que tambi¨¦n se hace viejo a su lado, los ladrones no encuentran nada. Otras, como sucedi¨® el 10 de enero, los saqueadores de ancianos se apoderan de un aut¨¦ntico tesoro. Carmen, vecina de Cartelle (Ourense) de 92 a?os muri¨® esa madrugada de la impresi¨®n (seg¨²n la autopsia, por causas naturales) cuando vio a cinco hombres con pasamonta?as armados con pistolas asaltando su vivienda. Se llevaron, dijo entonces la Guardia Civil, 200.000 euros.
Despu¨¦s de cada asalto de los de estos d¨ªas, arribaron al lugar los coches rotulados de alguna compa?¨ªa de alarmas buscando pesca en r¨ªo revuelto. Uno de sus trabajadores reconoc¨ªa que en la empresa siguen atentos la informaci¨®n de sucesos e inmediatamente se dejan caer entre el vecindario atemorizado: "Qu¨¦ mejor momento". Ernesto, que ha ido estos d¨ªas reponiendo las cacerolas, no va a tomar grandes medidas preventivas a estas alturas de la vida m¨¢s que la de asegurar una ventana por la que sospecha que entraron los delincuentes. Est¨¢ triste y cree que ya nunca va a volver a dormir bien. Pero se niega a cambiar nada. Y m¨¢s a¨²n a dejar su casa con atrio, fuente y mesa de piedra bien labrada. Porque entre aquellas cuatro recias paredes el cantero guarda toda su historia y su libertad.
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