Y Sent¨ªs se hizo franquista
Cabe reivindicar la labor sorda, rigurosa y constante de la investigaci¨®n acad¨¦mica, llevada a cabo sobre el papel jugado por personajes en la guerra civil y la dictadura como el columnista Carles Sent¨ªs
A los ochenta a?os del inicio de la guerra civil, el valor de la memoria sigue siendo un signo de la calidad democr¨¢tica de un pa¨ªs. Frente a desmemoria institucionalizada y lo poco que, con alguna excepci¨®n ocasional, hacen las instituciones representativas al respecto, cabe reivindicar la labor sorda, rigurosa y constante de la investigaci¨®n acad¨¦mica, llevada a cabo sobre el papel jugado por determinados personajes en la guerra civil y la dictadura franquista. Uno de ellos fue el loado columnista Carles Sent¨ªs, maestro de periodistas y de la cr¨®nica como pieza de museo, el conspicuo cronista del proceso de Nuremberg, presunto aliad¨®filo y gran hacedor del retorno de Tarradellas a Catalu?a, a decir de sus apologetas.
Pero para contrastar estos supuestos atributos con la realidad de sus actos, viene bien conocer el muy ilustrativo trabajo del profesor Francesc Vilanova, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, Fer-se franquista. Guerra Civil i postguerra del periodista Carles Sent¨ªs (1936-1946), un libro que ver¨ªa la luz el pasado a?o en Ciutat de Palma, a trav¨¦s del editor Lleonard Muntaner, ante la sorprendente imposibilidad de publicarse en Catalu?a.
Ochenta a?os de la guerra civil, s¨ª, aquel drama colectivo que sigui¨® al golpe militar contra las instituciones democr¨¢ticas de la Segunda Rep¨²blica Espa?ola. Un intento de modernizar un pa¨ªs sumamente atrasado, truncado una vez m¨¢s por las fuerzas de la reacci¨®n pol¨ªtica. Como tantos otros, de esas fuerzas form¨® parte Carlos Sent¨ªs Anfruns, periodista catal¨¢n y en catal¨¢n hasta la primavera de 1936 y que sin soluci¨®n de continuidad pas¨®, en sus propias palabras de enero de 1947, a ser el ejemplo t¨ªpico [¡] de una generaci¨®n espa?ol¨ªsima: ¡°Somos sencillos y optimistas; y la fe ciega en Espa?a nos inunda el esp¨ªritu y el alma¡±.
En ese lapso, el periodista y hombre de negocios que fue Sent¨ªs, se desempe?a como secretario del ministro falangista S¨¢nchez Mazas, hace de esp¨ªa de Franco en Marsella y Londres, escribe para Destino, la revista falangista donde campan por sus fueros los catalanes de Burgos (Verg¨¦s, Pla, Agust¨ª, etc¨¦tera). En ese tiempo, al igual que hizo Pla, se mofa de los republicanos hacinados en los campos de internamiento del sur de Francia: ¡°[¡] cay¨® el de la FAI, sin afeitar y con su eterna trinchera o abrigo de cuero; el republicanete de Madrid, con su cabellera engomada; el catal¨¢n pedante, que se cre¨ªa en su casa o sea en el Centro de Dependientes del Comercio y de la Industria¡¡±. Y prosigue: ¡°claro que a los gendarmes les falt¨® tiempo para meterles en los campos insalubres e inhabitables, donde nuestra piedad cristiana nos obliga a compadecerles profundamente¡±. En ese tiempo tambi¨¦n, nuestro hombre, que se jact¨® de ser un brillante corresponsal en cubrir el final de la II Guerra Mundial en Alemania, se apuntaba sin mayores escr¨²pulos y con militante entusiasmo al antisemitismo del que el r¨¦gimen hac¨ªa bandera. Ve¨¢moslo. Visita al campo de concentraci¨®n de Dachau de un grupo de periodistas tutelados por el ej¨¦rcito de los Estados Unidos y ante la visi¨®n de los presos que van a ser liberados, Sent¨ªs da una muestra de su sensibilidad y escribe en su cr¨®nica de maestro del periodismo: ¡°Conforme avanzamos, parece que vamos a entrar en una Exposici¨®n o Feria de Muestras. Ya es eso en parte. Las muestras que hay cerca de la entrada ver¨¦ despu¨¦s que son las mejores porque, por los menos, pueden andar sin arrastrase y no son contagiosos como otros que se hallan en pabellones cerrados¡±.
Los procesos de Nuremberg a algunos de los l¨ªderes nazis constituyeron un hito hist¨®rico en el Derecho Internacional Penal y un precedente de los tribunales internacionales para juzgar los cr¨ªmenes contra la humanidad. Como hombre bien colocado en los c¨ªrculos de la prensa f¨¦rreamente controlada por la dictadura, all¨ª que fue el ¨ªnclito Sent¨ªs. Y lo hizo para enviar unas cr¨®nicas en las que, salvo las referencias burlescas e insultantes para los ¡°rojos espa?oles¡± que testificaron, el contenido fue una sarta de sandeces irrelevantes para lo que all¨ª de juzgaba: Von Papen ¡°estaba un poco desfigurado sin bigote, pero conservando toda su estampa diplom¨¢tica con su traje..., de una tela muy chic¡±; los gui?os emitidos por Go?ring durante el proceso le parecieron ¡°entre juguetones y amables, y desde luego para m¨ª nada antip¨¢ticos¡±; Rudolph Hess, del que afirmaba que no parec¨ªa ¡°un ser natural¡±. Es decir, una banalizaci¨®n de sus cr¨ªmenes a trav¨¦s de una cr¨®nica sobre el ¡°factor humano¡± (sic) del proceso.
Y, en fin, su firme compromiso con la dictadura lo volver¨ªa a manifestar ridiculizando los esfuerzos de Jos¨¦ Giral, presidente del Gobierno de la Rep¨²blica en el exilio por convencer a la ONU en 1945 de que condenase el r¨¦gimen franquista.
Mantener y difundir la memoria es un sino de salud democr¨¢tica. El caso Sent¨ªs no deja de ser otro entre tantos (Samaranch, Porta¡), que desacreditan la obscenidad hist¨®rica y la miseria moral de afirmar que la guerra civil fue contra Catalu?a. Aqu¨ª, unos, como Sent¨ªs, fueron franquistas, otros se acomodaron sin mayores problemas olvid¨¢ndose de la identidad, como m¨ªnimo hasta 1977; la mayor¨ªa intent¨® sobrevivir como pudo y, entre estos, otros tambi¨¦n resistieron.
Marc Carrillo es Catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universitat Pompeu Fabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.