¡°No quiero que me crean, solo que vean las pruebas¡±
Albert Romero, condenado a tres a?os por lanzar piedras a los Mossos en la huelga del 29-M, re¨²ne indicios para destapar las irregularidades del caso
La vida de Albert Romero S¨¢nchez gira en torno a dos instantes traum¨¢ticos: la noche del 29 de mayo de 2012, cuando le detuvieron, y la ma?ana del 15 de julio de 2015, cuando le condenaron. Albert, ingeniero inform¨¢tico de 36 a?os, pasa las noches en blanco y los d¨ªas, angustiado ante la posibilidad de perder la libertad. Con el testimonio de un guardia urbano como ¨²nica prueba, un juez de Barcelona le ha sentenciado a tres a?os y un mes de c¨¢rcel por lanzar piedras y baldosas contra los Mossos durante la huelga general del 29-M. Ahora, tras una investigaci¨®n detectivesca, ha reunido una bater¨ªa de pruebas que conf¨ªa en que demuestren su inocencia.
Albert asegura que nunca ha participado en manifestaciones. ¡°No estoy politizado¡±. Aquel d¨ªa ni siquiera sab¨ªa que hab¨ªa una convocada por la huelga. Qued¨® con un conocido, Radoslaw Pucilowski, en la plaza de Catalunya. Tomaron unos refrescos en el Antic Teatre, cerca del Palau de la M¨²sica. Una amiga de Radek le escribi¨® para que se apuntasen a una fiesta en la sala Razzmatazz. Caminaron hacia all¨ª. A las 21.20 horas pasaban por la plaza Urquinaona. ¡°La situaci¨®n estaba en calma, pero me impresion¨® ver la l¨ªnea de polic¨ªas. Tuve curiosidad y me qued¨¦ mirando los restos humeantes de los contenedores¡±, explica. Estuvieron all¨ª unos siete minutos.
La jornada del 29-M fue dura. Desde mediod¨ªa y hasta la noche, peque?os grupos violentos rompieron escaparates, quemaron contenedores, levantaron barricadas. Una de las im¨¢genes del d¨ªa fue el asalto e incendio de la cafeter¨ªa Starbucks, en la Ronda de Sant Pere, que ocurri¨® m¨¢s de dos horas antes de que Albert y Radek pisaran la plaza de Urquinaona. La polic¨ªa se emple¨® a fondo: pelotas de goma, proyectiles de foam, gases lacrim¨®genos. Los incidentes se saldaron con 50 heridos y m¨¢s de 100 detenidos. La mayor¨ªa de ellos han sido absueltos despu¨¦s por falta de pruebas.
Los ¡°hombres de negro¡±
Sigue la versi¨®n de Albert. ¡°Me qued¨¦ mirando el contenedor y, de repente, vi a cinco personas de negro corriendo a mi lado. Tuve miedo y sal¨ª corriendo¡±. Eran polic¨ªas de paisano. El ingeniero perdi¨® de vista a su compa?ero, que se dirigi¨® hacia Via Laietana y fue alcanzado por dos proyectiles de foam. Albert, mientras tanto, o¨ªa ¡°como petardos¡±. Se reencontraron ¡°al otro lado de la plaza¡±, en direcci¨®n a Arc de Triomf. ¡°Mi amigo lleg¨® con mala cara. Me dijo que le hab¨ªan disparado. Se levant¨® la camiseta y le vi dos marcas¡±.
Atentado a la autoridad
Asustados, Albert y Radek se alejaron caminando. Empezaban a recuperar la compostura cuando, de nuevo, vieron a ¡°cinco hombres vestidos de negro¡±. Seg¨²n su relato, esos hombres ¡°pararon a una chica que iba en bicicleta¡± y le abrieron el bolso. ¡°Radek se acerc¨® a ver qu¨¦ pasaba, les llam¨® la atenci¨®n y le detuvieron. Me qued¨¦ parado. Despu¨¦s vinieron tres de ellos hacia m¨ª y dijeron que eran polic¨ªas. Me tiraron un brazo atr¨¢s y me llevaron al suelo¡±. Al ingeniero se le vino el mundo encima. Le informaron de que estaba detenido por atentado a la autoridad. En comisar¨ªa, le requisaron ¡°un pan ecol¨®gico¡±. Albert se sent¨ªa aturdido. ¡°El mundo ya no era el mismo¡±.
Como se cre¨ªa inocente, y con la idea de que nada malo puede pasarle a quien nada ha hecho, ni Albert ni su familia, vecinos de Mollet, hicieron gran cosa por demostrar su inocencia. Se limitaron a ¡°buscar a quien cre¨ªamos que era una buena abogada¡±.
La letrada les dijo que todo saldr¨ªa bien, y que podr¨ªa estar tranquilo. As¨ª parec¨ªa. Sin ning¨²n mossolesionado por las supuestas pedradas de Albert, el juzgado pas¨® el caso a una mera falta. Pero el contexto pol¨ªtico jug¨® en su contra. Para luchar contra la ¡°impunidad¡±, el Ayuntamiento del convergente Xavier Trias se person¨® en las causas abiertas por los disturbios del 29-M. Y, en el caso de Albert, pidi¨® la declaraci¨®n del agente de la Guardia Urbana que, presuntamente, presenci¨® los hechos. ¡°Nadie, ni siquiera mi abogada, le hizo preguntas. Su versi¨®n se dio por buena, el caso pas¨® a un juzgado penal y llegamos a juicio¡±, explica Albert, que trabaja en el centro tecnol¨®gico del Vall¨¨s.
La vista oral no fue como esperaba. El polic¨ªa explic¨® que estaba trabajando de paisano y que lleg¨® a la plaza a las 21.20 horas. Desde entonces y durante ¡°media hora¡±, seg¨²n su declaraci¨®n, vio a un grupo de ¡°cinco personas¡± lanzando ¡°objetos y piedras¡± contra la l¨ªnea policial, fijada en la calle de Fontanella. Los chicos se escond¨ªan en una zona de obras de donde hab¨ªan retirado las vallas y sal¨ªan para lanzar ¡°piedras y baldosas¡±. Dos de ellos se marcharon ¡°andando¡±. Eran, dijo, Albert y Radek. El guardia decidi¨® ir tras ellos. Como estaba solo, pidi¨® ayuda a una furgoneta de los Mossos.
Un alegato poco cre¨ªble
Solo se juzg¨® a Albert en un primer momento porque Radek estaba en su pa¨ªs, Polonia. La sentencia es contundente. ¡°De com¨²n acuerdo con otra persona¡± y ¡°junto a otros manifestantes¡±, el ingeniero ¡°lanz¨® piedras y botellas¡± contra los Mossos. La sentencia se apoya en la declaraci¨®n del agente, que dijo reconocer a Albert ¡°sin ning¨²n g¨¦nero de dudas¡±. La versi¨®n de Romero, en cambio, ¡°no ofrece credibilidad alguna¡± al juez. ¡°Pr¨¢cticamente hubiera de creerse que fue detenido por casualidad y aleatoriamente¡±, dice en tono de sorna. A?ade que ¡°no es cre¨ªble que una persona por simple curiosidad se dirija a una manifestaci¨®n en la cual se est¨¢n lanzando objetos contundentes, quemando contenedores y alterando gravemente el orden p¨²blico¡±.
¡°La sentencia fue un palo¡±, concede Albert, incapaz de reprimir las l¨¢grimas cada pocos minutos. ¡°Te ves impotente ante la justicia y el sistema. He pasado el peor a?o de mi vida. Pero se me cay¨® la venda de los ojos¡±. Con ayuda de la familia y los amigos, empez¨® a recopilar pruebas. Ahora est¨¢ pendiente de que la Audiencia de Barcelona resuelva el recurso de su nueva abogada, Laia Serra, que ha pedido celebrar una vista para practicar las pruebas y que se le absuelva o, al menos, que se repita el juicio con otro juez y se examinen todas las pruebas: 27 documentos (incluidos v¨ªdeos) y cinco testigos de personas que estaban all¨ª en esa franja horaria. ¡°No quiero que crean en mi inocencia porque s¨ª. Solo que miren las pruebas objetivas. Si un testimonio de un guardia urbano basta para condenarme¡ ?Me juego mi libertad!¡±
Los tiempos no cuadran
La sentencia parte de una premisa que Albert y su defensa insisten en se?alar como falsa: a las 21.20 horas hab¨ªa incidentes en la plaza. Para demostrar que en realidad reinaba la calma, Albert ha reunido v¨ªdeos de esos instantes en los que se observan los restos de la batalla y dos filas de antidisturbios de los Mossos en perfecta formaci¨®n. Tampoco cuadran los tiempos. El polic¨ªa y el acusado coinciden en situarse all¨ª a las 21.20 horas. Seg¨²n el agente, el ataque a la polic¨ªa dur¨® media hora. Eso significa que Albert tuvo que ser detenido cerca de las diez. Sin embargo, la hora de detenci¨®n que consta en el atestado es 21.25, mientras que la de su traslado a comisar¨ªa es 21.30. Ese lapso temporal cuadra m¨¢s con la declaraci¨®n de Albert, quien asegura que estuvieron en la plaza de Urquinaona ¡°entre cinco y siete minutos¡±.
Otro de los detalles que dio el polic¨ªa es que los manifestantes (entre ellos, presuntamente, Albert) convert¨ªan en armas arrojadizas ¡°una gran cantidad de objetos y piedras¡± disponibles en el hueco de una obra en la plaza. Albert pidi¨® un informe t¨¦cnico a los servicios del Eixample que constatan que en esa obra es imposible que hubiera escombros. La declaraci¨®n del agente, agrega la letrada en su recurso, ¡°no viene corroborada por elementos perif¨¦ricos¡±, y concluye que el agente ¡°debe relatar hechos sucedidos en otro momento¡±.
Los Mossos, la clave
La defensa tambi¨¦n critica que no se hayan tenido en cuenta las pruebas. Y, en concreto, reclama que se recabe una que ser¨ªa definitiva: las im¨¢genes grabadas por la l¨ªnea policial de Fontanella en direcci¨®n hacia el lugar donde, supuestamente, ocurr¨ªan los hechos. ¡°La prueba ser¨ªa definitiva para descartar los lanzamientos que se le atribuyen¡±, destaca Serra. Han pedido a los Mossos que lo entregue al juzgado, pero de momento no han obtenido una respuesta satisfactoria.
Radek, entre tanto, regres¨® a Espa?a y tambi¨¦n fue condenado. Para cuando le juzgaron, la defensa ya dispon¨ªa de la mayor¨ªa de las pruebas. El juez (el mismo que conden¨® a Albert) no permiti¨® que declararan los testigos. Acept¨® los v¨ªdeos y documentos, pero igualmente no los tuvo en cuenta en la sentencia, que ¡°es casi id¨¦ntica a la de Albert¡±, denuncia la abogada, y con la misma pena: tres a?os y un mes de c¨¢rcel.
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