Sabidur¨ªa rural
Escenario de una de las principales batallas de la Guerra Civil, Brunete recuerda su historia y se muestra ahora como un remanso de armon¨ªa
Brunete es una paradoja en s¨ª mismo. En la plaza Mayor, declarada Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC), conviven elementos franquistas con una bella fuente de piedra, coronada por el s¨ªmbolo de un sol mas¨®nico. Y no mucho m¨¢s lejos, una estrella de David jud¨ªa preside el tejado de un edificio. Dos elementos que fueron incluidos en la restauraci¨®n de la plaza por los arquitectos de la ¨¦poca. Dos goles que le metieron a Franco y a su reci¨¦n estrenado r¨¦gimen. Y ah¨ª siguen, los unos y los otros, en armon¨ªa en la plaza. Como sus habitantes, herederos de los enfrentamientos m¨¢s sangrientos de la Guerra Civil, y que conviven sin mayor problema pese al eterno conflicto de las dos Espa?as.
La batalla de Brunete es una paradoja porque, tras el desenlace, el pueblo entero tuvo que ser reconstruido por los vencedores para los vencidos. Los ganadores se encontraron la aldea derruida. Apenas hab¨ªa dos casas en pie y unas calles transitables. Es la met¨¢fora de la guerra, donde todos pierden.
Brunete est¨¢ a unos 35 kil¨®metros de la capital y su comunicaci¨®n, tanto en coche como en autob¨²s, es buena. Llama la atenci¨®n la cantidad de ¨¢rboles y parques que tiene. Dentro del casco hist¨®rico, un 20% de la superficie est¨¢ formada por zonas verdes. El pueblo tiene 4.500 ¨¢rboles y 17 parques. Un respiro para el que quiera abandonar la postal de cemento de la capital. El primer lugar a visitar es la plaza Mayor, de arquitectura herreriana y donde se celebran la mayor parte de los acontecimientos del pueblo. La plaza fue trazada en 1940 e inaugurada oficialmente en 1946 por Franco, y est¨¢ rodeada por soportales con bares donde tomar el aperitivo. En la plaza se ubican el Ayuntamiento y otras dependencias municipales. Desde all¨ª es aconsejable bajar hacia la calle Iglesia, donde hay varias muestras de edificios aut¨®ctonos. A continuaci¨®n, el parque Luis Mart¨ªn Granizo, donde se puede comer. El restaurante El Kiosko ofrece comida apetitosa y ambiente agradable.
El pueblo ha sido tradicionalmente un t¨¦rmino agr¨ªcola. El ¨²nico intento de industrializaci¨®n fue echado atr¨¢s por el miedo a que todos los agricultores abandonaran la tierra para dedicarse a las f¨¢bricas. Por eso hoy todav¨ªa se cultiva y se trabaja el suelo. Aunque quedan pocos. La mayor fuente de ingresos del municipio viene del turismo, del sector servicios y del peque?o comercio.
Turismo b¨¦lico
Los documentales sobre la Batalla de Brunete atraen cada vez a m¨¢s gente, curiosa por conocer la historia de la batalla y la restauraci¨®n del pueblo. Es el turismo b¨¦lico, que sigue las rutas vinculadas a las guerras. En el t¨¦rmino municipal hay 14 fortines bien conservados, construidos en piedra, hierro y hormig¨®n y comunicados por pasadizos subterr¨¢neos y trincheras. El Ayuntamiento ofrece un itinerario para visitarlos.
¡°?Por qu¨¦ Brunete da buenas cosechas? Porque est¨¢ regada con la sangre de los mejores hombres de Espa?a¡±. Es lo que reza en la etiqueta de las botellas de vino de Camilo Robledano, vecino de toda la vida, y uno de los pocos que tiene un vi?edo en el pueblo. Robledano cuenta que la vida en Brunete es tranquila, aunque el peque?o comercio sufre por culpa de las grandes superficies de pueblos aleda?os, como Majadahonda. La familia de este vecino es propietaria de uno de los inmuebles de la calle Iglesia, situado en el n¨²mero 3: uno de los pocos edificios que permanecen intactos tras la guerra y que no fue reconstruido por Regiones Devastadas entre 1940 y 1946.
Hay mucha historia en este pueblo que Conrado del Cubo conoce al dedillo. Este vecino de 72 a?os naci¨® al rescoldo de la Guerra Civil. ¡°El pueblo todav¨ªa estaba caliente cuando llegu¨¦ al mundo¡±, relata. La incidencia de la guerra dej¨® huella en la gente. ¡°En su conservadurismo, pero tambi¨¦n en su capacidad de convivencia¡±. En Brunete, explica Del Cubo, puedes tomarte una cerveza con alguien que piensa diferente y debatir con calma. ¡°Llevamos mucha ventaja en la convivencia ideol¨®gica gracias a nuestros mayores, que fueron quienes sufrieron la guerra¡±, concluye.
A estos vecinos uno se los encuentra por el pueblo con facilidad. Llevan toda la vida recorriendo sus calles y conocen la expansi¨®n de la localidad, que poco a poco ha levantado edificios nuevos en los alrededores del casco hist¨®rico. Ubaldo Manzano, due?o de la herrer¨ªa m¨¢s antigua de Brunete, se muestra cauto y reflexivo: ¡°?Vivir¨ªamos mejor si crece el pueblo?¡±, se pregunta, mientras relata que los negocios locales no sobreviven gracias a los lugare?os, sino a la gente de fuera. Manzano no quiere que se pierda la esencia de pueblo. Por ahora, su historia se mantiene viva.
El combate de las 40.000 almas
Entre el 6 y el 25 de julio de 1937 se prolong¨® la Batalla de Brunete entre el Ej¨¦rcito Popular de la Rep¨²blica y las fuerzas sublevadas del bando franquista. La ofensiva, que dur¨® m¨¢s de tres semanas, fue lanzada por los republicanos, y su objetivo fue ejercer presi¨®n sobre las fuerzas del bando nacional, dirigidas por Franco, para frenar la Ofensiva del Norte. Durante la contienda hubo cerca de 40.000 bajas, 60 aviones republicanos destrozados y 25 franquistas. El conflicto se convirti¨® en uno de los m¨¢s sangrientos de la Guerra Civil espa?ola. M¨¢s tarde, la dictadura franquista cre¨® la Divisi¨®n Acorazada Brunete, ya que fue uno de los mayores enfrentamientos entre carros de combate en la historia militar de Espa?a.
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