En defensa de una Universidad P¨²blica accesible
Los gobiernos (auton¨®micos y espa?ol) han menospreciado, en los ¨²ltimos tiempos, el papel de la universidad p¨²blica
Seg¨²n el Centre d¡¯Estudis d¡¯Opini¨®, la Universidad catalana obtiene la mayor confianza ciudadana con un 6,47, por encima del Parlament (4,56), Generalitat (4,41), Congreso (3,13), o partidos pol¨ªticos (3,07). Junto a esta realidad, conviene recordar que la Universidad P¨²blica es un bien social que interact¨²a en el proceso de construcci¨®n de un Estado en el que el conocimiento se pone al servicio de la ciudadan¨ªa.
Los gobiernos (auton¨®micos y espa?ol) han minusvalorado, en los ¨²ltimos tiempos, el papel de la Universidad P¨²blica, al mostrar una inmerecida desconfianza hacia su personal -acad¨¦mico, administraci¨®n y servicios- haciendo dejaci¨®n de sus responsabilidades al no afrontar una reforma del sistema universitario -asfixiado sin disimulo- y atentar contra la autonom¨ªa universitaria. En el colmo de los desprop¨®sitos -y de la injusticia- los gobiernos han incrementado fuertemente las tasas, culpando de la situaci¨®n econ¨®mica a los que nada han tenido que ver en ella: los estudiantes y sus familias. Ante este ¡°ataque injustificado¡± hay que perseverar en la defensa de unos precios de matr¨ªcula iguales -y razonables- para todas las Universidades P¨²blicas y para cada titulaci¨®n, tanto grados como masters, y abrir un debate en el ¨¢mbito universitario -con participaci¨®n estudiantil- sobre el ya popular 3+2, que no puede, ni debe, aplicarse sin antes realizar un estudio serio, acad¨¦mico y econ¨®mico, de todas sus implicaciones pr¨¢cticas.
Tampoco parece de recibo que un grado en una CCAA cueste dos o tres veces m¨¢s que hacerlo en otra. Y, todav¨ªa lo es menos, que el acceso a la educaci¨®n superior, lejos de medirse en m¨¦ritos y capacidad, parezca sustentarse, sin perjuicio de un sistema de becas ciertamente mejorable, en atenci¨®n a capacidades econ¨®micas y pertenencia a una determinada clase social. En un Estado que se denomina democr¨¢tico, de Derecho y social, la Universidad P¨²blica debe ser accesible, en condiciones de igualdad, a toda persona que acredite capacidad y m¨¦rito.
El Nobel de Econom¨ªa, Paul Kruggman, afirma ¡°que los mercados tengan problemas no es motivo para dejar de formar a nuestras hijas e hijos, pues una de las claves del ¨¦xito presente y futuro de un pa¨ªs reside en la educaci¨®n¡±. No entenderlo as¨ª es una muestra de irresponsabilidad e insolidaridad intergeneracional y de ¡°ceguera¡± de quienes se alejan de aquella ciudadan¨ªa a la cual quieren ¡°representar¡±. Los gobiernos que suspenden en confianza ciudadana mal pueden imponer, v¨ªa injerencia en la autonom¨ªa universitaria, soluciones eficaces y justas a quienes, como la Universidad, s¨ª ¡°aprueban¡± en confianza. Ya va siendo hora que las Universidades ¡°despierten¡± y lo hagan saber.
La Universidad P¨²blica debe rendir cuentas de sus actividades y gesti¨®n -abri¨¦ndose a la financiaci¨®n privada para ¡°privatizar el riesgo y socializar beneficios¡± en algunas actividades- pero exigirlas sin una financiaci¨®n p¨²blica, suficiente y estable es una hipocres¨ªa y una afrenta a todas aquellas personas que, a pesar del deterioro de sus condiciones laborales, la mantienen. Que nadie entienda que estas reflexiones obvian que la Universidad P¨²blica debe cambiar sus h¨¢bitos y formas de gesti¨®n, pero debe hacerlo en ejercicio de su autonom¨ªa junto con unos gobiernos que deben exigir cambios cuando ¡°cumplan¡± su parte del pacto: financiaci¨®n suficiente y estable. Estos cambios debieran afrontarse, sin demora, desde una Universidad que no debe ¡°enrocarse¡± y ¡°encerrarse¡± en s¨ª misma. No conviene el autoenga?o, la autocomplacencia, la derivaci¨®n de responsabilidades hacia los dem¨¢s, o la apuesta, err¨®nea, en favor del inmovilismo. Pero, tampoco, debe ¡°callarse¡± ante ciertos ¡°atropellos¡± perpetrados por quienes no generan confianza en la ciudadan¨ªa.
David Vallesp¨ªn P¨¦rez es?Catedr¨¢tico de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona
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