Tamariz, la magia del patriarca
El ilusionista presenta en el T¨ªvoli su espect¨¢culo ¡®Magia potagia... y m¨¢s!¡¯
Juan Tamariz es el actual patriarca de la magia en Espa?a. Y uno de los responsables de su renacimiento desde que en 1971, ante el panorama de una magia marchita, firmara, junto con Ascanio, Puchol y otros, el manifiesto de la Escuela M¨¢gica de Madrid que propon¨ªa una magia m¨¢s adulta, que supiera encontrar un p¨²blico que le diera importancia como arte, como espect¨¢culo, como producto de la inteligencia. Y ah¨ª est¨¢, casi medio siglo despu¨¦s llenando el T¨ªvoli con su espect¨¢culo Magia potagia... y m¨¢s! en una Barcelona donde coinciden dos espect¨¢culos de ilusionismo en buenos teatros. Aunque Tamariz ha hecho magia en lugares m¨¢s inh¨®spitos te¨®ricamente para ella, como la radio, con su verbimagia.
Este texto m¨¢s que una cr¨ªtica es la cr¨®nica de un pasmo, el de los espectadores ante las ilusiones que les va proponiendo Tamariz. Una de ellas consiste en pedir a una persona del p¨²blico que telefonee a un conocido y le proponga que piense una carta. El familiar ¨²nicamente la dice a su pariente casi al final del efecto. Y la carta pensada est¨¢ arriba de la baraja. En el descanso, los vecinos de platea del voluntario y coprotagonista del juego pod¨ªan escucharlo manifestando su perplejidad, la misma que la de ellos. Sab¨ªan que la hay, pero no encontraba ninguna explicaci¨®n sensata. Y no estaba, iba repitiendo el espectador, compinchado con el mago, quien tambi¨¦n advirti¨® desde el escenario que ¨¦l no utiliza el truco del c¨®mplice, algo que desprestigia la magia.
La sesi¨®n termina con magia de cerca, cartomagia, que recoge una c¨¢mara para que pueda ser visto en su m¨¢s m¨ªnimo detalle por el p¨²blico en una pantalla, redonda que, he le¨ªdo, es un homenaje, dif¨ªcil de apreciar, a la luna tuerta de Meli¨¦s, el gran ilusionista y cineasta. Quiz¨¢s sea este Tamariz, minimalista, el m¨¢s apreciado.
Tamariz sostiene gran parte del espect¨¢culo solo y cuando necesita testigos o auxiliares pide la colaboraci¨®n de los espectadores. De hecho es un espect¨¢culo familiar, porque las dos ¨²nicas personas que salen al escenario sin ser del p¨²blico son familia. Su esposa, la maga Consuelo Lorgia, que empeque?ece una baraja u organiza una cuadr¨ªcula de n¨²meros que sumados en cualquier direcci¨®n siempre dan la cifra que ha propuesto un espectador. Y el mago Alan, su yerno, que colabora en un n¨²mero de, digamos, espiritismo aunque el humor, al que Tamariz recurre incansablemente, aleja toda creencia en lo sobrenatural. M¨¢s que chistes, Tamariz hace bromas, algunas muy de cat¨¢logo, en una fiesta donde impera la alegr¨ªa y el asombro. En fin, el gran maestro ha vuelto nuevamente a Barcelona.
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