Informaci¨®n y turismo
En pol¨ªtica no hay estrategias, todo se reduce al arte de esperar un golpe de azar, a que una ligera brisa tome de repente una fuerza inesperada
Puigdemont abri¨® este mi¨¦rcoles el debate de pol¨ªtica general como quien abre una nevera vac¨ªa. Una hora y tres cuartos emple¨® para exponer hasta el bostezo un dec¨¢logo m¨¢s moral que pol¨ªtico, m¨¢s cerca que nada de los diez mandamientos, cuando no parec¨ªa el sumario de una revista de tendencias. Diez cosas bellas en que pensar mientras llega el Sagal¨¦s. ¡°Un pa¨ªs donde todos puedan desarrollar su propio proyecto personal¡±, ¡°Un pa¨ªs seguro y justo, vengas de donde vengas, seas como seas...¡±. Los ep¨ªgrafes resucitaban as¨ª lo que queda de la campa?a de la ANC para el 9-N, que dec¨ªa ¡°Vull un pais que..., vull un pais on...¡±. Y quiz¨¢ sea se?al de que se ha dejado de hacer pol¨ªtica para dedicarse a hacer campa?a.
Al president Puigdemont no se le vio en todo el tiempo que dur¨® su comparecencia porque en realidad es un presidente invisible. Era tan solo una voz lejana y mon¨®tona, que sal¨ªa de un pu?ado de folios. Perfectamente mimetizado con el fondo de la mesa del Parlament a sus espaldas, no se le distingu¨ªa como presidente, como figura. Era una voz de megafon¨ªa llegada de una eternidad caduca que siempre ha estado ah¨ª, y a la que se llama vieja pol¨ªtica. Pero esto tambi¨¦n es falso, la pol¨ªtica ni es vieja ni es nueva, tan solo se transforma. Lo verdaderamente viejo de esta ma?ana eran los folios que le¨ªa. Lo que llevaban escrito. Pues dec¨ªa Carles Puigdemont lo mismo que se ha dicho siempre, lo mismo que dec¨ªa Pujol veinte a?os atr¨¢s en el mismo atril (pero a Pujol se le distingu¨ªa de la madera porque hac¨ªa pol¨ªtica de autor, arte y ensayo del delito).
Una hora y tres cuartos de turismo y autobombo a modo informaci¨®n, a lo largo de la cual se alcanz¨® el surrealismo literalmente cuando fue destacado como gran acontecimiento una futura exposici¨®n en el Hermitage de San Petersburgo sobre el surrealismo en Catalu?a. En efecto, el surrealismo es estar por encima de la realidad, pero no en el modo en que Nietzsche estaba m¨¢s all¨¢ del bien y del mal, sino flotando, siendo como se es ¨²nicamente en los sue?os, en la manera en que explicaron Andr¨¦ Breton y sus amigos (y por tanto v¨ªctimas). Claro, que la pregunta que surge es que si no hay imaginaci¨®n para expresar, para plantear, ?c¨®mo va a haber imaginaci¨®n para solucionar? Lo dec¨ªan los franceses de finales de la III Rep¨²blica, de la Europa sabia y rota de entreguerras, los contempor¨¢neos de los surrealistas: en pol¨ªtica no hay estrategias, todo se reduce al arte de esperar un golpe de azar, a que una ligera brisa tome de repente una fuerza inesperada. Puede m¨¢s eso que una huelga general. La pol¨ªtica es una cuesti¨®n de iron¨ªa.
En Puigdemont no hay una gota de sarcasmo. Pero es que Puigdemont no existe, s¨®lo existen unos papeles amarillentos. Eso es lo que se ha visto esta ma?ana. Ni siquiera m¨¢s de lo mismo, sino siempre lo mismo. ¡°Todav¨ªa siempre igual¡±, que cantaban los Suaves en los tiempos en que uno o¨ªa hablar de Galicia y pensaba en el pulpo a feira, las planeadoras y el rock and roll (ahora la cabeza se va para Feij¨®o, pero ya es otro teatro cr¨ªtico universal).
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