Salvar al PSOE
Cuando estall¨® la crisis y se mir¨® a la izquierda, result¨® que la socialdemocracia ni estaba ni se la esperaba. Y sigue sin nada que decir. Mientras los socialistas afronten su crisis en clave de pasado, su futuro solo puede ser negativo
Mientras el PSOE siga afrontando su crisis desde su propio pasado el diagn¨®stico sobre su futuro ser¨¢ inevitablemente negativo. El PSOE lleva demasiado tiempo sin escoger su sitio, coloc¨¢ndose d¨®nde le llevan. Es una estructura vieja que lleg¨® a acumular much¨ªsimo poder, y que subsiste a trav¨¦s de cacicazgos territoriales muy enquistados que, a menudo, confunden el inter¨¦s personal con el inter¨¦s del partido. Y que, en su inseguridad, act¨²an reactivamente cuando colectivos ajenos al aparato o al partido adquieren voz y reconocimiento. Sin embargo, los ¨²ltimos buenos momentos del PSOE fueron aquellos en que fue realmente capaz de conectar y movilizar m¨¢s all¨¢ de sus aposentos org¨¢nicos y de los territorios del poder establecido.
Fue con Zapatero. Su firme compromiso contra la guerra de Irak y su apuesta en materia de libertades y costumbres, que coloc¨® al pa¨ªs en la vanguardia de los derechos personales, marcaron los ¨²ltimos momentos en los que el PSOE lleg¨® m¨¢s all¨¢ de su espacio convencional. Eran propuestas que inquietaban a la gente de orden. Y el propio Zapatero lo vivi¨® con apuros. El golpe de coraje de retirar las tropas de Irak produjo sobre ¨¦l un efecto de par¨¢lisis que se tradujo en una larga ausencia de la escena internacional. Zapatero acab¨® mal, que parece ser el destino de los presidentes. Mayo de 2010 marca el inicio del declive del PSOE: desde entonces, todo ha sido cuesta abajo. Era la met¨¢stasis de una enfermedad largo tiempo incubada, que nadie supo detectar.
El modo en que el PSOE est¨¢ afrontando su crisis no invita al optimismo. Viejo y torpe ha sido el procedimiento: una rebeli¨®n de parte del poder territorial contra el poder central, para acabar con las veleidades de quien apelaba a la militancia como fuente de legitimidad. P¨¦sima es la lectura de lo que est¨¢ ocurriendo, cuando Javier Fern¨¢ndez dice que el problema del PSOE es que se estaba podemizando, parece ignorar que si su nicho electoral se confunde con el de la derecha siempre ganar¨¢ el PP. Y carentes de perspectiva de futuro son los apa?os que se est¨¢n tramando.
Una abstenci¨®n t¨¦cnica (absurdo eufemismo porque una decisi¨®n de este tipo s¨®lo puede ser pol¨ªtica) de los once diputados ser¨ªan necesarios para que a Rajoy le cuadren los n¨²meros, evitando que se evidencie la fractura interna con varios diputados rompiendo la disciplina. Y, Javier Fern¨¢ndez, en esta senda de camuflaje, dice que ¡°el PSOE puede consentir la investidura, pero la estabilidad se la tendr¨¢ que ganar el PP¡±, lo cual no quita que los socialistas habr¨¢n hecho presidente a Rajoy y tendr¨¢n que apechugar con las consecuencias internes y externas de la decisi¨®n. Rajoy incluso se permite perdonarles la vida: ¡°No pondr¨¦ condiciones, que me dejen gobernar¡±. No asustan.
El PSOE se siente atrapado porque lleva a?os reduciendo sus opciones. Y un proyecto que realmente la catapulte al futuro parece imposible con las actuales relaciones de fuerzas. Si se tiene que imponer la ley de los que a trancas y barrancas conservan los escasos feudos que le quedan al partido, la suerte est¨¢ echada. Y el mapa territorial del PSOE se seguir¨¢ empeque?eciendo. Trabajar para ser alternativa quiere decir dotar de contenido pol¨ªtico a su proyecto, es decir, desmarcarse sin complejos del PP y tratar de imponer un nuevo lenguaje. Porque la confianza la transmite el que marca el sentido de las palabras no el que va a remolque, intentando simplemente corregir alg¨²n error de ortograf¨ªa.
Cuando estall¨® la crisis y se mir¨® a la izquierda, result¨® que la socialdemocracia ni estaba ni se la esperaba. Y ahora que los excesos neoliberales han sembrado el desasosiego y los electores emiten se?ales de desconcierto en todas direcciones, la socialdemocracia sigue sin tener nada que decir. O es capaz, ¡°de decidirse a combatir la austeridad aunque s¨®lo sea por supervivencia¡±, como dice Paul Mason, y, en el caso espa?ol, de romper tab¨²s territoriales y sociales, o Podemos, si no pierde el equilibrio montado sobre mil patas, puede acabar rob¨¢ndole el espacio, como ocurri¨® en Grecia.
El futuro de la izquierda lo ganar¨¢ quien conecte con aquellos que buscan pero no encuentran, por mucho que algunos lo anatemicen como podemizaci¨®n. La alternativa, de corto recorrido, es optar por ser la Converg¨¨ncia del Sur. Salvar al PSOE no es salvar a Susana D¨ªaz.
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