¡°Juzgaban a diez personas en media hora¡±
Los padres de Joana, Flor¨¨ncia y Valentina fueron v¨ªctimas de los consejos de guerra del franquismo
Todas las c¨¢maras del Parlament buscaban a las octogenarias Joana Gin¨¦, Flor¨¨ncia Marco y Valentina Dom¨¨nech. El 19 de octubre, la c¨¢mara aprob¨® iniciar la tramitaci¨®n de la ley para declarar nulos los juicios sumar¨ªsimos del franquismo. Estas tres mujeres recibieron los aplausos de los diputados, mientras la emoci¨®n de ver los frutos de tantas d¨¦cadas de lucha les empa?aba la mirada. 77 a?os antes, sus padres murieron v¨ªctimas de los consejos de guerra del r¨¦gimen.
Joana Gin¨¦ ten¨ªa 11 a?os cuando, el 19 de octubre de 1939, su padre fue fusilado en Tarragona. Josep Gin¨¦ pas¨® la guerra en las trincheras republicanas de Lleida y, al acabar el conflicto, se fue con sus compa?eros a Francia. Pero decidi¨® volver. ¡°Mi padre era inocente, no hab¨ªa hecho nada¡±, explica Joana. Ten¨ªa seis hijos y una mujer que le esperaban en Els Guiamets, municipio de la provincia de Tarragona. Nunca lleg¨® a casa. Cuando fue al cuartel general de Tivissa, le detuvieron y le encarcelaron en Falset. Le hicieron un juicio ¡°de pa sucat amb oli¡±, dice Joana. ¡°Juzgaban a diez personas en 30 minutos¡±. Pena de muerte para todos.
Detr¨¢s del cementerio de Tarragona, en el campo de la Oliva, los fusilaban. Aquel 19 de octubre mataron a los padres de Joana Gin¨¦ y de Flor¨¨ncia Marco, tambi¨¦n vecina de Els Guiamets. Su padre Gomeraldo no lleg¨® a Francia. ¡°Sus compa?eros le intentaron convencer de que escapara con ellos, pero ¨¦l se neg¨® porque era inocente¡±, afirma su hija. Flor¨¨ncia ten¨ªa seis a?os y su padre no regres¨® del cuartel. En la fosa com¨²n de la ciudad tarraconense descansan sus restos.
A Ignasi Dom¨¨nech, el padre de Valentina, lo fueron a buscar a casa pero ¨¦l estaba en la finca. Cuando volvi¨®, su mujer le explic¨® la visita y le pregunt¨® si quer¨ªa cenar. ¡°No, ya cenar¨¦ cuando vuelva¡±, dijo Ignasi. Pero no volvi¨®. El 23 de agosto de 1939, fue fusilado. Su familia le pudo enterrar, porque ¨¦l se confes¨®. ¡°Si los condenados se confesaban pod¨ªan ser enterrados por sus familiares; si no, eran enterrados en la fosa com¨²n¡±, explica Valentina. ¡°Los humillaban hasta el ¨²ltimo momento¡±.
Valentina ten¨ªa cuatro a?os, pero hasta la d¨¦cada de los 80 no pudo hablar de ello con su madre. ¡°Les trataron como a criminales¡±, denuncia. Cuando fueron detenidos, su t¨ªo contrat¨® a un abogado para defender a Ignasi y sus compa?eros, pero la sentencia ya estaba decidida. ¡°Ustedes ya son viudas¡±, advirti¨® a sus mujeres. ¡°Ellos han salido muertos del pueblo¡±.
En casa de Flor¨¨ncia tampoco se habl¨® nunca de ello. La muerte de su padre la dej¨® sola con su madre y su hermana de tres a?os. ¡°Nos quedamos completamente sin nada¡±, lamenta. Ella recuerda las visitas familiares a la c¨¢rcel. ¡°Me acuerdo de que pon¨ªan notas en el dobladillo de los pantalones y as¨ª nos comunicaban las noticias¡±, explica. Su madre tuvo que encargarse de la familia despu¨¦s de que los parientes de su difunto padre renegaran de ellas. ¡°Todo fue de mal en peor, todo pas¨® a ra¨ªz de que falt¨® mi padre¡±, recuerda Flor¨¨ncia.
La muerte del padre de Joana caus¨® m¨¢s p¨¦rdidas en su familia. Su madre muri¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s de que su padre fuera fusilado. ¡°Las penas la mataron¡±, lamenta. Sus abuelos se encargaron de cuidar a los seis hu¨¦rfanos que dej¨® el r¨¦gimen franquista. Antes, nunca les hab¨ªa faltado de nada. ¡°Muerto mi padre, lleg¨® el hambre, la miseria¡±. Joana, la hija mayor, a¨²n conserva la carta que les dej¨® su padre antes de su cita con el pared¨®n: ¡°No os vengu¨¦is de m¨ª, porque yo ya estoy muerto. Reclamad justicia¡±.
Hu¨¦rfanas y marginadas
Valentina no olvida el dolor de 40 a?os. ¡°En el pueblo ¨¦ramos los rojos, estuvimos marginados todo este tiempo¡±. La hija de Ignasi Dom¨¨nech conserva los documentos con los nombres de todas las personas que denunciaron a su padre, personas con las que ha tenido que convivir. ¡°No fui al archivo por venganza, s¨®lo quer¨ªa saber lo que hab¨ªa pasado¡±, explica.
Joana tambi¨¦n pide memoria. ¡°Se puede perdonar, pero no olvidar¡±, dice. A sus 88 a?os, a¨²n recuerda c¨®mo sus vecinos les dieron la espalda. ¡°En la guerra, la gente pierde la cabeza¡±, cuenta.
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