La ciudad lejana
La Lleida de hoy ser¨ªa la ciudad ideal para cualquier pol¨ªtico espa?ol: quieta, tranquila y conformada, con una oposici¨®n d¨¦bil y unos medios mansos
Como ha pasado cierto tiempo y costar¨ªa deducir nombres, contar¨¦ lo que me pas¨® hace casi un par de a?os en Lleida. Disculpen el impudor del yo en primera fila pero es que sucedi¨® porque present¨¦ mi ¨²ltimo libro all¨ª. Hay art¨ªculos que no se pueden escribir de otra manera.
La cita lleg¨® despu¨¦s de que el libro hubiese dado de hablar en la prensa y de presentaciones en otras ciudades. El periodista que contact¨® conmigo hizo ver que le extra?aba que en Lleida no se hubiese hecho nada y yo simul¨¦ que a m¨ª tambi¨¦n, que la hipocres¨ªa mutua es el mejor lubricante social y se trataba de llegar a buen puerto sin hacer descarrilar algo tan sencillo como la presentaci¨®n de un libro, que si no se hab¨ªa presentado era por algo. El libro se hab¨ªa escrito desde y sobre la ciudad y sus alrededores; el propio Ayuntamiento de Lleida hab¨ªa financiado en parte y yo me hab¨ªa puesto en contacto con los gestores municipales sin ¨¦xito. Ser¨ªa una jornada larga de medios, almuerzo, sobremesa y presentaci¨®n.
Lleg¨® el d¨ªa y con ¨¦l las entrevistas y los encuentros y los comentarios. Y poco a poco, pasadas las horas, la familiaridad y las confesiones. Se trataba adem¨¢s ¡ªla cita ten¨ªa un segundo objetivo¡ª de hablar de la ciudad, de sus proyectos o, mejor dicho de su ausencia. Nada mejor que una buena comida para sincerarse y admitir que el libro resultaba inc¨®modo. Como lo resultaban mis art¨ªculos en este peri¨®dico, nada nuevo bajo la niebla. Pero lo que me escamaba era la falta de sujeto, ?a qui¨¦n le resultaba inc¨®modo? ¡°A ¨¦l¡±, dijo uno de los periodistas. ¡°?A ?ngel Ros?¡±, pregunt¨¦ yo y entonces no todos, pero muchos, cambiaron su semblante. ¡°No digamos nombres¡±, me respondieron. A partir de ah¨ª, mi propuesta de llamarlo ¡°el Innombrable¡±, prosper¨®.
La pregunta fue directa, pero no por ello inesperada: que c¨®mo ve¨ªa Lleida. Mal, la ve¨ªa. La ve¨ªa entonces mal y la veo hoy peor. Y no solo yo, si ellos me formulaban la pregunta supongo que era para contrastar o corroborar un sentimiento que era compartido. No es ninguna broma, enunciar esto en Lleida tiene su qu¨¦. El panorama medi¨¢tico leridano tiene ciertas particularidades, monopol¨ªstico y dependiente de la publicidad, como muchos, s¨ª, pero adem¨¢s, como la propia ciudad, se ha quedado sin contraste y sin competencia.
Lleida se ha quedado sola. Es una isla poblada en medio de un mar de tierra de baja densidad que se extiende por los cuatro puntos cardinales, de los Pirineos al Maestrazgo y de La Segarra a los Monegros. Hoy se parece y se quiere parecer m¨¢s a Zaragoza que a Barcelona. Los proyectos culturales de finales de los noventa y principios de este siglo han desaparecido. La industria agroalimentaria es pujante pero sigue siendo autoreferencial, no crea nada m¨¢s que lo que a ella le sirve, super¨¢vit cultural cero. La universidad, ay¡ ?Han o¨ªdo hablar alguna vez de la Universidad de Lleida?
Las reflexiones, con matices claro est¨¢, fueron compartidas tanto como las preocupaciones. Los periodistas viven de las noticias, de la actividad. Los medios deben competir con medios de otras ciudades, aportar y discutir y nada m¨¢s triste que tener poco que contar. La informaci¨®n, como los relatos, o los haces o te los hacen, no hay t¨¦rmino medio, y en Lleida quien escribe es el Ayuntamiento. Para el poder, estatal, nacional, local, lo m¨¢s c¨®modo es apropiarse de ¨¦l por pura dejaci¨®n de los dem¨¢s. Decir que todo est¨¢ ya contado y detentar el monopolio de la calma.
Hoy m¨¢s que nunca Lleida es una ciudad desconectada del resto del pa¨ªs, no tan s¨®lo porque pasan menos cosas que hace diez a?os sino porque se evita que las cosas sucedan. ¡°La capital del Segri¨¤, vamos a volver a ser¡±, dijo con sorna uno de los periodistas, que tambi¨¦n predijo el pacto del PSC con Ciudadanos, resultante de los intereses de los partidos, pero tambi¨¦n de las fuerzas estatales. La premonici¨®n del pacto del PSOE con el PP.
La Lleida de hoy ser¨ªa la ciudad ideal para cualquier pol¨ªtico espa?ol, quieta, tranquila y conformada, con sus industrias, sus diversos d¨¦ficits y su aqu¨ª no pasa nada, con una oposici¨®n d¨¦bil y unos medios de comunicaci¨®n mansos. Dir¨ªa que representa aquella ciudad lejana que un d¨ªa quiso dejar de ser. De hecho, la pol¨ªtica leridana representa hoy todo lo que el pa¨ªs quiere dejar de ser. Qui¨¦n la ha visto y qui¨¦n la ve. ?Qu¨¦ lejos est¨¢ Lleida!
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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