La burgues¨ªa
Sorprende que, siendo 44 a?os m¨¢s joven, el hoy heredero de Anguita, Alberto Garz¨®n, siga apelando a t¨®picos apolillados
Existen en la vida pocas cosas m¨¢s persistentes, m¨¢s dif¨ªciles de corregir que un buen t¨®pico. Me refiero a una idea, a una construcci¨®n mental que tal vez alg¨²n d¨ªa fuese verdad, o medio verdad; pero que, convertida en dogma de fe ¡ªen algo que no necesita demostraci¨®n ¡ª, es capaz de atravesar inc¨®lume cambios de generaci¨®n o de ¨¦poca, y seguir siendo para muchos una clave explicativa de la realidad.
Entre los t¨®picos pol¨ªtico-sociales m¨¢s tenaces de la historia contempor¨¢nea de Espa?a est¨¢ el que identifica catalanismo (despu¨¦s, nacionalismo catal¨¢n) con burgues¨ªa. Fue una sinonimia falsa durante la fase formativa del catalanismo, antes de 1900 (mientras los catalanistas redactaban las Bases de Manresa, los ¡°propietarios de los medios de producci¨®n¡±, seg¨²n la definici¨®n can¨®nica, hac¨ªan fortuna en Cuba) que se convirti¨® en cierta ¡ªal menos, a nivel de hegemon¨ªas¡ª durante el primer cuarto del siglo XX, para dejar de serlo en los a?os republicanos. La aut¨¦ntica burgues¨ªa catalana no se dej¨® seducir jam¨¢s por Maci¨¤ ni ¡ªmenos a¨²n¡ª por Companys.
El sarampi¨®n izquierdista de la salida del franquismo y el papel que comenzaba a jugar Jordi Pujol realimentaron la ya vieja ecuaci¨®n nacionalismo=burgues¨ªa, expresada a menudo en t¨¦rminos ¡°marxistas-lerrouxistas¡±, como dec¨ªa con sarcasmo Pep Termes. Despu¨¦s, es indudable que, en sus a?os dorados, la Converg¨¨ncia i Uni¨® de Pujol y de Duran ¡ªsiendo much¨ªsimo m¨¢s que una fuerza ¡°burguesa¡±¡ª defendi¨® los intereses del empresariado catal¨¢n, sobre todo ante el poder central, y goz¨® del apoyo de aquel. Si de todo aquello cabe deducir, como hizo Julio Anguita en 1994, que esa burgues¨ªa vagamente catalanista era ¡°la peor burgues¨ªa de Espa?a¡±, eso ya es opinable.
De cualquier modo, aquel panorama se sit¨²a a a?os luz del actual. Por eso sorprende que, siendo 44 a?os m¨¢s joven, el hoy heredero de Anguita, Alberto Garz¨®n, siga apelando a un t¨®pico tan apolillado. Para expresar su leg¨ªtimo desagrado ante la pol¨¦mica intervenci¨®n parlamentaria del republicano Gabriel Rufi¨¢n en el debate de investidura, al l¨ªder de IU no se le ocurri¨® otra cosa que reprochar a ERC ¡°la hipocres¨ªa¡± de cultivar el izquierdismo en Madrid mientras ¡°en Catalu?a va de la mano de la burgues¨ªa¡±.
La antigua Converg¨¨ncia, el actual PDECat, ?es o representa hoy a la burgues¨ªa? Si este no fuese un art¨ªculo serio, me sentir¨ªa tentado de exclamar: ?qu¨¦ m¨¢s quisieran Artur Mas, Carles Puigdemont, Neus Munt¨¦, Marta Pascal, David Bonveh¨ª y compa?¨ªa...! Si Alberto Garz¨®n cree eso, es urgente que sus correligionarios de EUiA le organicen un intensivo de inmersi¨®n en la realidad catalana, en su prensa y en su sociedad civil, para sacarle de tan may¨²sculo error.
Cuando lo haga ¡ªel intensivo¡ª, Garz¨®n descubrir¨¢ por ejemplo que, el pasado d¨ªa 2, do?a Esperanza Aguirre compareci¨® en uno de los m¨¢ximos reductos de la genuina ¨¦lite social catalana, el C¨ªrculo Ecuestre. Y que, acogida con fervor, se vio desbordada en espa?olismo por muchos de los socios presentes, nost¨¢lgicos de Vidal-Quadras y partidarios de resolver el ¡°desaf¨ªo secesionista¡± con unas cuantas compa?¨ªas de la Guardia Civil. Y bien, seg¨²n los an¨¢lisis de clase del marxista Garz¨®n, esos caballeros del Ecuestre, ?qu¨¦ eran? ?Proletarios, white collars, lumpen, mesocracia empobrecida...?
Pero no es preciso buscar ejemplos extremos. Si el coordinador federal de IU est¨¢ tan seguro de la identidad entre el actual espacio postconvergente y ¡°la burgues¨ªa¡±, ?ser¨ªa tan amable de indicarnos qu¨¦ entidad o foro empresarial, qu¨¦ gran patronal ha manifestado, a lo largo de los ¨²ltimos cinco a?os, su apoyo a las propuestas soberanistas o independentistas de CDC-PDECat? Desde que el partido de Artur Mas inici¨® su ¡°deriva independentista¡±, la lista de grandes empresarios o gestores empresariales catalanes que, pese a la habitual circunspecci¨®n pol¨ªtica de ese mundo, se han manifestado rotundamente en contra de aquella apuesta (los Palatchi, Bonet, Gallardo, Malet, Gay de Montell¨¤, Garc¨ªa-Nieto, etc¨¦tera) es notoria. ?D¨®nde est¨¢n sus equivalentes independentistas?
Durante muchas d¨¦cadas del siglo pasado, el discurso dominante en Espa?a descalificaba las demandas del catalanismo con alusiones despectivas o amenazadoras al ¡°arancel¡± y al ¡°viajante de pa?os catal¨¢n¡±. Es triste que, en 2016, representantes de una izquierda ilustrada despachen el litigio hablando de ¡°la burgues¨ªa¡±. Y no quiero ni pensar qu¨¦ dir¨ªan los G¨¹ell, los Girona o los Arn¨²s si viesen erigido en presunto l¨ªder pol¨ªtico de su clase al hijo periodista de un pastelero de Amer.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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