Ballet para orquesta
Marc Minkowski entusiasma al Palau con un m¨¢gico 'Cascanueces'
"Hace mucho tiempo que no disfrutaba tanto en un concierto; me lo he pasado en grande". Lo dec¨ªa, con cara de felicidad, un espectador al salir el mi¨¦rcoles del Palau, tras asistir, maravillado, como todos, a la versi¨®n concertante del ballet Cascanueces, de Chaikovski, dirigida en estado de gracia por Marc Minkowski al frente de Le Musiciens du Louvre. Concierto memorable, y raro; lo habitual es ver Cascanueces en el teatro por una compa?¨ªa de ballet cl¨¢sico: pero escuchar toda su m¨²sica sin baile ha sido un infrecuente y apasionante placer mel¨®mano.
Minkowski ama la m¨²sica de Chaikovski y lo demuestra dirigiendo con brillo y transparencia cada una de las escenas de este gran cl¨¢sico del ballet rom¨¢ntico, estrenado en 1882 en el teatro Mariinski de San Petersburgo. El propio Chaikovski prepar¨® una suite con ocho n¨²meros destinada a la sala de conciertos y, a veces, alg¨²n director propone una selecci¨®n m¨¢s amplia, pero dirigirlo enterito en una velada sinf¨®nica es otra cosa.
Va m¨¢s lejos, pues, el director franc¨¦s, que nos descubre la belleza, la inspiraci¨®n mel¨®dica, el inimitable sentido del ritmo y la maestr¨ªa de Chaikovski como uno de los mejores orquestadores de su tiempo. Lo hace aprovechando la calidad, flexibilidad y colorido ¨²nico de su orquesta, Le Musiciens du Louvre, con virtuosos curtidos en la pr¨¢ctica con instrumentos de ¨¦poca que no dejan escapar detalle en un minucioso trabajo que juega con los colores y la articulaci¨®n para recrear la suntuosa paleta orquestal.
No se llen¨® el Palau, y fue una pena, porque costar¨¢ volver a saborear con tan jugosos matices el encanto de esta m¨²sica, con ese sentido del color y el detalle que los grandes del movimiento historicista -como Harnoncourt, Gardiner o el propio Minkowski- aportan al repertorio rom¨¢ntico; desde la atm¨®sfera de la Marcha inicial a la majestuosa visi¨®n de Un bosque de abetos en invierno y el lirismo dulce del Vals de los copos de nieve, en el que se luci¨® el coro de voces femeninas del Orfe¨® Catal¨¤.
Entre los momentos memorables, la ¨¢gil Danza de los mirlitones, la agitaci¨®n en El palacio encantado del reino de los dulces, el intenso lirismo del Vals melanc¨®lico, la antol¨®gica intervenci¨®n de la celesta en la Danza del hada de az¨²car o el brillante Vals de las flores situado como final de impacto.
El poder evocador y el vuelo danzante de esta m¨²sica hizo bailar a toda la orquesta y a un Minkowski que sud¨® de lo lindo y tuvo que hacer una peque?a pausa entre actos para secarse y beber agua. "El Palau es la sala m¨¢s bella del mundo, pero tambi¨¦n la m¨¢s calurosa", dijo el director franc¨¦s al volver a empu?ar la batuta. Y al final, tras secarse nuevamente el sudor, volvi¨® a la carga con dos famosas escenas de La arlesiana, de Bizet, que Le Musiciens du Louvre bordaron.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.