No es populismo, es cesarismo
La etiqueta de ¡®populista¡¯ engloba diversas y hasta contradictorias expresiones pol¨ªticas, cuando el lenguajes tiene recursos para diferenciarlas
Dada la confusi¨®n reinante sobre el significado de la palabra ¡°populismo¡±, hace tiempo decid¨ª no usarla en ning¨²n art¨ªculo. Pero se ha rebasado el umbral en el que las conversaciones se vuelven ininteligibles, pues ¡°populismo¡± denota un conglomerado de expresiones pol¨ªticas de diversa ¡ªe incluso contrapuesta¡ª ¨ªndole program¨¢tica. Voy a dar unos pocos ejemplos de esta confusi¨®n. En el titular ¡°Angela Merkel ofrece su experiencia para hacer frente al populismo¡± del El Mundo, ¡°populismo¡± alude a opciones pol¨ªticas tan diversas como el trumpismo, Alternativa por Alemania o Podemos. El presidente del PNV de ?lava tacha de populista al PP por haber subido el impuesto de actividades econ¨®micas. Pedro S¨¢nchez fue tildado de populista por la manera en que convoc¨® y gestion¨® esa noche de Walpurgis que termin¨® siendo el Comit¨¦ Federal del PSOE tras el cual dimiti¨®.
La atribuci¨®n indiscriminada de la etiqueta no implica la homogeneizaci¨®n de su significado. Como explic¨® Francisco Fern¨¢ndez Buey, uno de los primeros ¡°populismos¡± pol¨ªticos se dio en Rusia en la segunda mitad del siglo XIX. Tal populismo fue objeto de comentarios elogiosos por alguien tan poco sospechoso de revolucionario o de fascista como Isaiah Berlin. As¨ª que, oh sorpresa, tambi¨¦n significa algo que los liberales informados han apreciado.
Pero la palabra tambi¨¦n tiene otros significados: el peronista ¡ªque excita al bando errejoniano de Podemos¡ª, el xen¨®fobo, de Trump y Alternativa por Alemania, o el anti-pol¨ªtico, que practica, cometiendo una flagrante contradicci¨®n, Grillo en Italia. Esta unificaci¨®n en la atribuci¨®n de la etiqueta, sin embargo, es injustificada por falaz. ¡°Populismo¡± es un t¨¦rmino profundamente ambiguo y cuando se usa sin hacer referencia a los distintos significados que tiene ¡ªa¨²n a sabiendas de que los tiene¡ª se busca desacreditar al adversario mediante la llamada falacia de la equivocidad, esto es, atribuyendo un significado peyorativo al discurso del adversario con el cual ¨¦ste no est¨¢ necesariamente comprometido.
Pero no veo ninguna raz¨®n por la que deber¨ªamos aceptar esta pobreza del lenguaje. Tenemos a disposici¨®n m¨²ltiples t¨¦rminos que permiten deshacer las ambig¨¹edades. ?Por qu¨¦ insistir en llamar populista a Trump cuando es, ante todo, un xen¨®fobo, un mis¨®gino y un proteccionista? ?Por qu¨¦ hablar de Alternativa para Alemania como una fuerza populista cuando la expresi¨®n ¡°extrema derecha¡± captura el n¨²cleo de sus propuestas? ?Por qu¨¦ describir como ¡°populista¡± el proyecto pol¨ªtico de Podemos cuando, a pesar de los bandazos, es a d¨ªa de hoy un programa socialdem¨®crata bastante tradicional?
Esta pobreza del lenguaje recuerda al uso que hac¨ªa el Papa Ratzinger de la expresi¨®n ¡°relativismo ¨¦tico¡±, y que en su caso serv¨ªa para criticar determinadas posiciones respecto del aborto: era relativista ¨¦tico quien estaba a favor de que las mujeres pudieran decidir. Pero esto, obviamente, es falso: una persona que est¨¢ a favor de que las mujeres puedan elegir abraza el liberalismo pol¨ªtico, o el feminismo, pero no el relativismo ¨¦tico. He aqu¨ª la trampa ret¨®rica: proyectar la connotaci¨®n peyorativa que para Ratzinger tiene ¡°relativista¡± sobre el liberalismo o el feminismo.
Pero volvamos al ¡°populismo¡±. Quiz¨¢ hay algo que s¨ª tienen en com¨²n muchas de las expresiones agrupadas bajo esa etiqueta. Se trata de una pretendida relaci¨®n comunicativa directa entre el l¨ªder carism¨¢tico y el sentir del ¡°pueblo¡±, una relaci¨®n que, a medio plazo, se sospecha que puede convertir en irrelevantes las instituciones de la democracia representativa. Esta relaci¨®n entre el gobernante y el pueblo, como tambi¨¦n recuerda Fern¨¢ndez Buey, fue denominada tradicionalmente ¡°cesarismo¡±, no ¡°populismo¡±.
Los cesaristas no comparten necesariamente el programa pol¨ªtico, pero s¨ª tienen en com¨²n la creencia de que est¨¢n haciendo suyas aquellas verdades que resultar¨ªan evidentes para el pueblo, verdades a las que los dem¨¢s pol¨ªticos o bien no pueden acceder, porque carecen de la perspicacia del C¨¦sar, o bien no se atreven a enarbolar por cobard¨ªa, cobard¨ªa desconocida para el C¨¦sar. Iglesias, Maduro, Trump, Grillo y tambi¨¦n Rufi¨¢n ¡ªque adem¨¢s de erigirse en portador de la verdad de lo que pensamos y sentimos los charnegos ahora tambi¨¦n detenta la verdad del socialismo¡ª se enorgullecen de decir en voz alta lo que todo el pueblo supuestamente piensa.
He aqu¨ª, pues, una modesta propuesta sem¨¢ntica: cuando queramos agrupar a todas esas personalidades pol¨ªticas, no los llamemos populistas; llam¨¦mosles cesaristas.
Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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