Las Fallas, una religi¨®n civil
El poder desconfi¨® durante m¨¢s de un siglo de las fiestas
Las Fallas, que este mi¨¦rcoles han sido declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, son un acontecimiento que trasciende el ¨¢mbito festivo para convertirse en una suerte de "religi¨®n civil" en Valencia en la que participan cada a?o de una u otra manera centenares de miles de personas,?seg¨²n la comparaci¨®n realizada por uno de sus mayores estudiosos, el vicerrector de Cultura de la Universitat de Val¨¨ncia, Antonio Ari?o.
Autor de una tesis doctoral y de art¨ªculos acad¨¦micos sobre el tema, as¨ª como de la exaltaci¨®n de la fallera mayor de Valencia el pasado mes de marzo, Ari?o ofrece un an¨¢lisis hist¨®rico y sociol¨®gico de las fiestas. El resultado difiere de la imagen que puede extraerse de ellas observando solo las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Aparecidas a mediados del siglo XVIII en Valencia, el poder desconfi¨® durante m¨¢s de un siglo de las Fallas, cuyo origen era "carnavalesco" y entroncaba con la "cultura popular de la burla y la s¨¢tira", se?ala Ari?o, que es aragon¨¦s de nacimiento. Un oficio del corregidor de la ciudad de 1784 ped¨ªa que no se permitiera "hacer fallas por calles en la noche v¨ªspera de San Josep, sino en las plazas".
El ¨¦xito popular de esta celebraci¨®n modesta, callejera y condensadora de cr¨ªticas vecinales y pol¨ªticas, que utilizaba el fuego como una "desenfadada forma de purgar los males sociales", desplaz¨® progresivamente a las que hab¨ªan sido grandes fiestas de Valencia.
Las Fallas ascendieron hasta destronar como fiesta mayor de Valencia al Corpus, una "celebraci¨®n esencialmente religiosa, controlada por las instituciones oficiales, que expresaba valores de jerarqu¨ªa y orden y legitimaba la estratificaci¨®n estamental de la sociedad".
Cuando el protagonismo de las Fallas fue innegable, autoridades y clases altas se sumaron a las mismas contribuyendo a darles forma. En 1901 el Ayuntamiento empez¨® a financiarlas, aunque modestamente. Les destin¨® 150 pesetas (0,90 euros) frente a las 92.000 pesetas (553 euros) dedicadas a la Feria de Julio.
Las clases populares, contin¨²a Ari?o, siguieron disfrutando de unas fiestas a las que proporcionaban "valores espec¨ªficos de su subcultura, como el hedonismo y el sensualismo". Las clases medias influyeron en la "reforma est¨¦tica de la fiesta", introduciendo novedades como las falleras mayores y los falleros de honor, figuras que facilitaron la participaci¨®n de las clases altas.
"En una sociedad pluralista y parcialmente secularizada, polarizada por la confrontaci¨®n sociopol¨ªtica entre blasquistas y clericales, las Fallas eran una fiesta laica y ambigua que permit¨ªa la convergencia e integraci¨®n", escribe el vicerrector de Cultura y catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa.
La fiesta fue transform¨¢ndose con el cambio de siglo en una especie de "religiosidad laica" ¨ªntimamente ligada a una identidad valenciana. Las autoridades, que hab¨ªan ejercido vigilancia sobre la celebraci¨®n mediante la censura de las fallas (por ejemplo retirando ninots), pasaron a controlar directamente sus ¨®rganos de gobierno durante el r¨¦gimen franquista.
Las d¨¦cadas de la dictadura y los primeros a?os de reinstauraci¨®n de la democracia estuvieron marcados, destaca Ari?o, por la "instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica" de las fiestas. Fueron tambi¨¦n los a?os del establecimiento de "un estilo monumentalista y barroco que se convertir¨ªa en el modelo cl¨¢sico de hacer las fallas" y en gran medida persiste hasta hoy.
Ari?o apunta que incluso en aquella etapa las Fallas conservaron una vertiente refractaria "a la instrumentalizaci¨®n" y que buscaba mantener "lazos y v¨ªnculos" con la comunidad. Y no han dejado de evolucionar. La fallera mayor a la que Ari?o exalt¨® este a?o, Alicia Moreno, fue la primera que proced¨ªa de una comisi¨®n fallera "perif¨¦rica", en concreto de la zona de la ciudad de Malvarrosa, Cabanyal y Beter¨®.
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