Pueden cotejarlo con su psiquiatra: la chuler¨ªa es maquillaje para los complejos, y alg¨²n caso ilustre en el rock espa?ol bien que lo corrobora. Los chicos listos recurren m¨¢s a la iron¨ªa, y erigirse en 'El peor grupo del mundo' desde el t¨ªtulo de un octavo ¨¢lbum encierra mucha listeza. No digamos ya si la banda irrumpe bailoteando 'Loser' ('Perdedor'), el himno de Beck para los calamitosos. Sidonie acumulan sabidur¨ªa y trienios, pero su repertorio nuevo chorrea frescura, encanto, empat¨ªa. Encuentra la bisectriz entre el humor y la ternura, un equilibrio adorable. Y contagia un entusiasmo documentado y generoso al p¨²blico que anoche abarrotaba la Sala But en el primero de los dos llenazos consecutivos.
Tras el chute psicod¨¦lico de 'El fluido Garcia' y el viaje tem¨¢tico algo obtuso de 'Sierra y Canad¨¢', el cancionero de estreno propicia un reencuentro exuberante, todo un estallido de himnos. Lo de ayer fue el gran fest¨ªn del tarareo, el apogeo del pop como entretenimiento l¨²dico y l¨²cido. Los barceloneses operan a la manera cl¨¢sica, como una ametralladora de 'singles'. Ejercen de 'tocones' a la manera que Xavi Hern¨¢ndez patent¨® el 'tici taca'. Y no se resisten ni un ¨¢pice a la zalamer¨ªa, en particular el vocalista Marc Ros, seductor en 'Siglo XX' y abiertamente procaz en una muy mejorada 'Yo soy la crema'.
Ros se erige en la sonrisa del cuarent¨®n pilluelo, ese tipo documentado que tan pronto proclama su fe en Morrissey ('Atragantarnos') como remeda los papelitos volanderos de Dylan ('No s¨¦ dibujar un perro') u homenajea a sus compa?eros de generaci¨®n ('Carreteras secundarias') con una generosidad hasta ahora desconocida. La seducci¨®n es otro indicio manifiesto de inteligencia. Y estos chicos, o se?ores, hablan de "un cantante perdedor" solo para acentuar su pedigr¨ª como inmensos embaucadores
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