Navidad en la ciudad
Me encanta la divertida pol¨¦mica anual sobre el pesebre. Eso es Barcelona, esta discusi¨®n perpetua sobre la obra p¨²blica
Ada Colau ha hecho una excelente gesti¨®n del capital simb¨®lico de las fiestas navide?as. Hubo una peque?a pol¨¦mica cuando dej¨® de asistir a la misa de la Merc¨¨, que es una celebraci¨®n religiosa sin paliativos ¡ªICV tampoco asist¨ªa en gobiernos anteriores¡ª, aunque el gesto es correcto porque el laicismo es un valor democr¨¢tico en las sociedades complejas y ya desenganchadas de la tutela religiosa. En alg¨²n momento habr¨¢ que plantear la sobrerepresentaci¨®n de la Iglesia en las formalidades del calendario civil. Pero la Navidad es otra cosa.
El pulso con los comerciantes, que ocupan el lugar central de la fiesta urbana, se ha ido modulando con inteligencia. No volvi¨® la pista de hielo en la plaza central, que era una aberraci¨®n ecol¨®gica, y se reemplaz¨® por una feria de buenas intenciones bastante banal, pero la alcaldesa se desdijo de su primer impulso de restringir la iluminaci¨®n de las calles. Una ciudad sin luces, acostumbrados como estamos a esa simp¨¢tica brillantez, ser¨ªa de una tristeza insoportable. As¨ª que se mantuvo el r¨¦gimen lum¨ªnico e incluso se instaur¨® una fiesta (suprimible) para celebrar el primer destello. Y que corra el consumo.
Estos leves vaivenes simb¨®licos demuestran la inteligencia con que Ada Colau estructura sus movimientos cuando estos friegan el contacto con la gente. Nunca demasiado lejos, nunca demasiado ausente, nunca demasiado exigente. La misma estrategia se evidencia en otros ¨®rdenes m¨¢s pol¨ªticos pero sigue sin estar presente en la dif¨ªcil relaci¨®n con los grupos de la oposici¨®n. Gobernar es saber encontrar equilibrios. Pero estamos en Navidad, toca ir a ver el pesebre. Digo de entrada que me encanta.
Me encanta la divertida pol¨¦mica anual sobre esta construcci¨®n art¨ªstica. Eso es Barcelona, esta discusi¨®n perpetua sobre la obra p¨²blica. Este pesebre culto y literario en la plaza m¨¢s representativa de la ciudad. Uno de los autores, Quim Domene, fue ya un rupturista cuando empez¨® a pintar en Olot ¡ªy firmaba Kim¡ª unos lienzos hiperrealistas que dejaban atr¨¢s cualquier v¨ªnculo con la escuela olotina de paisajes mansos. Lo ¨²nico que se le podr¨ªa reprochar al pesebre es que las figuras son demasiado duras para encarnar el esp¨ªritu on¨ªrico de mestre Foix. Pero el conjunto es precioso.
Fui a estudiar la recepci¨®n del pesebre en dos momentos diferentes y me qued¨¦ fascinada por la mezcla de desconcierto e incomprensi¨®n que provocaba un s¨¢bado al atardecer, aglomerada la multitud que hab¨ªa llegado al centro desde los barrios y las periferias, sin referencias de Foix o de aventuras art¨ªsticas presentes o remotas. Los comentarios eran para enmarcarlos. Hasta hab¨ªa un joven catal¨¢n que intentaba traducir el poema a una chica castellana y no encontraba las palabras, ni las conoc¨ªa: a?os atr¨¢s, esta poes¨ªa se hubiera aprendido de memoria en la escuela.
Pero en otro momento, con la plaza vac¨ªa, matrimonios de buena voluntad intentaban descifrar la complejidad semi¨®tica de cada escena y entend¨ªan a su manera que algo diferente y bueno ocupaba esa plaza que es de todos. Por cierto, en la esquina hay una exposici¨®n de pesebres tradicionales, hermosos y trabajados. En el centro, una espl¨¦ndida maqueta de una propuesta desestimada que hubiera sido un ¨¦xito: unas ruinas de medio Oriente, desiertas, la pareja protagonista absolutamente sola ¡ªsin buey ni mula¡ª y la otra punta un grupo de turistas que avanza m¨®vil en mano.
Berl¨ªn nos ha recordado tr¨¢gicamente que hay mercados navide?os en todas las ciudades europeas, pero la Fira de Santa Ll¨²cia es nuestra tradici¨®n m¨¢s entra?able. Tambi¨¦n multitudinaria por momentos, sigue siendo aut¨¦ntica, esa mezcla sabia de artesan¨ªa y mercado, de tradici¨®n y familia, que nos cuenta c¨®mo somos, qu¨¦ celebramos, qu¨¦ nos une.
Jordi Montll¨® le ha dedicado su tesis doctoral, de la cual ha puesto en la red un resumen interesant¨ªsimo, Nadal a cel obert, donde explica la sutil evoluci¨®n de una celebraci¨®n espont¨¢nea y natural, que no se ha desvirtuado nunca, ni siquiera bajo la presi¨®n tur¨ªstica. Si toda la ciudad pudiera resistir en su verdad como ha resistido la Fira de Santa Ll¨²cia otro gallo nos cantar¨ªa, nunca mejor dicho. Significa que modular la celebraci¨®n urbana de la Navidad no es f¨¢cil, aunque se pueden incorporar nuevos valores ¡ªfraternidad, ecolog¨ªa, solidaridad¡ª sin que quiebre el alma profunda de aquello que vivimos y en lo que nos reconocemos.
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