Un Nashville mediterr¨¢neo
Los murcianos enriquecen su legado con pinceladas m¨¢s vaqueras, aunque siempre fieles al clasicismo
Justo dos navidades despu¨¦s de su anterior y sonada visita, los murcianos Carlos Tarque y Ricardo Ruip¨¦rez regresaron este mi¨¦rcoles a la (re)conquista del Palacio de los Deportes. Si en 2014 el argumento era el vig¨¦simo aniversario de la banda, esta vez el reciente alumbramiento de Delta sirvi¨® como hilo conductor. Podr¨ªan no haber cambiado apenas cosas, pero la muy duradera pareja se ha esforzado por aplicarse en el noble y valiente arte de la reinvenci¨®n. Y la primera sorpresa aconteci¨® antes incluso de que se apagaran las luces, al comprobar que hasta las entradas de pista invitaban a tomar asiento. Menos sudor, m¨¢s circunspecci¨®n. Y un empe?o manifiesto por disfrutar del matiz, aunque las primeras palabras de Tarque consistieran en animar, parad¨®jicamente, a ponerse en pie.
Sucede que Delta juega a sonar tan cl¨¢sico como siempre en los c¨¢nones tarquianos, pero m¨¢s ac¨²stico que nunca. Tanto Grupos americanos como La esperanza y Caminos secundarios son tarjetas de presentaci¨®n vaqueras hasta los tu¨¦tanos, tan irrebatibles como arquet¨ªpicas, y muy disfrutables aunque la primera rime ¡°casette¡± con ¡°piel¡± y la segunda remede 42 a?os despu¨¦s, sin superarlos, a los inmortales C¨¢novas, Rodrigo, Adolfo y Guzm¨¢n de El vividor. No parece casual: Viaje hacia el sur es una reverencia indisimulada al legado de Crosby, Stills & Nash. Y el repertorio nuevo se apuntala con rescates definitivamente afines, como aquel Dando vueltas que ya esbozaba direcciones id¨¦nticas a las actuales.
La maquinaria funciona, sin duda, como un engranaje impoluto. Estos M Clan suenan a estupendo Nashville mediterr¨¢neo, imparten lecciones de solvencia y salpimentan su alineaci¨®n b¨¢sica con la pla?idera pedal steel y el ulular del ¨®rgano. Predomina la sensaci¨®n de placer, pero se agradece un cierto margen para la sorpresa. El que aporta Polvo de estrellas, por ejemplo, con sus acordes oscuros. Y, en general, ese par¨¦ntesis de banqueta alta y guitarras ac¨²sticas que predomina en el ecuador del concierto, con ecos de Eagles, Flying Burrito Brothers y dem¨¢s aristocracia del gremio.
Y a partir de ah¨ª, el tr¨¢nsito por territorios ya ampliamente conquistados: Maggie despierta (con gui?o a Calamaro), Para no ver el final, esos Pasos de equilibrista con sabor a The Who... Y un desdibujado homenaje a Bowie, Todo lo joven muere hoy: no se puede acertar siempre. Faltaba todav¨ªa una buena ristra de bises, a modo casi de exhibici¨®n de fuerza, incluso aunque Miedo sonara algo desperdigada. Una constataci¨®n, en cualquier caso, de que pocas bandas espa?olas pueden entregar 25 piezas y dos horas largas de recital sin que apenas puedan anot¨¢rseles tropiezos.
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