La cultura, seg¨²n G¨®mez
Inmersos como estamos en el 'Proceso' para instaurar una rep¨²blica catalana, los ciudadanos de este pa¨ªs tenemos derecho a conocer los libros que leen, las pel¨ªculas que ven, quienes nos llevar¨¢n a tan promisorio lugar
Durante mis meses de mili en el ej¨¦rcito argentino, tuve la ocasi¨®n de conocer a un compa?ero (los dos ejerc¨ªamos de polic¨ªas militares en el mismo regimiento) al que ve¨ªa siempre leyendo, eso cuando no ten¨ªamos que ocuparnos de si un soldado llevaba correctamente abotonado su uniforme durante nuestras patrullas. Recuerdo que era muy escrupuloso en su tarea escrutadora. Pero no pon¨ªa la misma pasi¨®n que pon¨ªa en lo que a mi parecer era su tarea primordial: leer. Un d¨ªa me pregunt¨® si yo tambi¨¦n lo hac¨ªa. Le conteste afirmativamente, aunque aclar¨¢ndole que no con la perseverancia que empleaba ¨¦l.
En realidad yo comenzaba, mientras ¨¦l mostraba una dedicaci¨®n casi profesional y una experiencia lectora que le vendr¨ªa de familia, pensaba yo, algo as¨ª como de una a?eja estirpe cultivada que yo coleg¨ªa por su manera de manejar los vol¨²menes, de pasar las p¨¢ginas, de aislarse de todo, como si esas lecturas tuvieran para ¨¦l una misi¨®n m¨¢s all¨¢ del simple placer o la formaci¨®n intelectual. ?Le¨ªste este libro? me interrog¨® una tarde en la que no est¨¢bamos de servicio. Se trataba de Los siete pilares de la sabidur¨ªa, de T. H. Lawrence. Le contest¨¦ casi con temor que no. Si un d¨ªa llego a presidente, sugerir¨¦ que este libro, junto con Vuelo nocturno, de Antoine de Saint-Exupery, La condici¨®n humana de Andr¨¦ Malraux, Don Segundo Sombra, de Ricardo Guiraldes, la Sinfon¨ªa Concertante de Mozart, sean de obligada lectura y escucha.
Me dijo eso porque por ese tiempo le rondaba por la cabeza la idea de quedarse en el ej¨¦rcito y formar parte de un pretendido sector progresista del mismo para tomar el poder e instaurar un r¨¦gimen a la altura, seg¨²n su inapelable dictamen, de lo que el pueblo argentino se merec¨ªa. Recuerdo que se apellidaba G¨®mez, pero me es imposible recordar su nombre de pila. Con el tiempo supe que se hab¨ªa licenciado del ej¨¦rcito para enrolarse en un grupo guerrillero. Nunca m¨¢s tuve noticias suyas.
A casi cincuenta a?os, quedaron siempre en mi memoria las fervorosas recomendaciones de G¨®mez. Cambiaron mi vida. Hacia el a?o 1992 se estren¨® en Barcelona la pel¨ªcula Un lugar en el mundo, dirigida por el exitoso director argentino Adolfo Aristarain. Vi la cinta y me conmovi¨®, entre otras razones porque el protagonista lleva siempre consigo como libro de cabecera Don Segundo Sombra, la misma novela que un d¨ªa me recomendara el lejano G¨®mez. Por los mismos d¨ªas, un periodista le hac¨ªa una entrevista al entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Entre las preguntas, hab¨ªa una que hac¨ªa referencia a la ¨²ltima pel¨ªcula que hab¨ªa visto el expresidente. Me sorprendi¨® muy gratamente que contestara que hab¨ªa visto y le hab¨ªa gustado mucho Un lugar en el mundo. Me alegraron dos cosas: la pregunta del periodista y la respuesta del entrevistado.
Me acordaba de ello cuando hace unos pocos meses, en TV3 y en hora de m¨¢xima audiencia, la periodista y tertuliana Pilar Rahola le hac¨ªa una entrevista a nuestra primera dama. Las preguntas se suced¨ªan pero ninguna que colmara mis expectativas. Esperaba informarme sobre sus gustos peliculeros, sobre el g¨¦nero de literatura que consume. No hubo manera, pero s¨ª me enter¨¦ de la curiosidad de Pilar Rahola por informarse de la actividad sexual de la esposa de nuestro presidente, su hora preferente y su lugar, seg¨²n fuera en la cocina o la sala de estar. Al final me qued¨¦ sin saber cu¨¢l fue la ¨²ltima pel¨ªcula que vio y el ¨²ltimo libro que ley¨®.
Inmersos como estamos en el Proceso hacia la desconexi¨®n de Espa?a para instaurar una rep¨²blica catalana, creo que los ciudadanos de este pa¨ªs tenemos derecho a conocer los libros que leen, las pel¨ªculas que ven, quienes nos llevar¨¢n a tan promisorio lugar. Tenemos derecho tambi¨¦n a saber si les gusta leer e ir al cine, para actuar en consecuencia. Pero claro, para saber eso tal vez haya que buscar los periodistas ad hoc. Gente tambi¨¦n cultivada que tenga la sana curiosidad de averiguar para nosotros de qu¨¦ tipo de gente hablamos cuando hablamos de quienes nos dar¨¢n tantos d¨ªas de dicha y felicidad. Tengo derecho a saber si estas personas con tan nobles prop¨®sitos, se toman tan en serio la cultura como se la tomaba G¨®mez. Mientras tanto, no sabemos qu¨¦ leen, no sabemos qu¨¦ pel¨ªcula les gust¨®, que exposici¨®n de pintura les conmovi¨®. No sabemos nada de lo que realmente importa, sea en este pa¨ªs o en el que vendr¨¢, si viene.
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