Puigdemont
'No da la impresi¨®n de ser un c¨ªnico: realmente cree que la ¨²ltima estaci¨®n del 'proc¨¦s' es la independencia
Carles Puigdemont, adem¨¢s de ser el cuarto President de la Generalitat, nacido en Amer, Girona, parece una persona cabal la mayor parte del tiempo. Fue desde bien joven independentista, lo cual nada nos dice acerca de la correcci¨®n o incorrecci¨®n de su posici¨®n pol¨ªtica, pero s¨ª nos dice que esa carrera pol¨ªtica que culmina con la ¨²ltima presidencia de la Generalitat auton¨®mica ¡ª as¨ª dice la leyenda del proc¨¦s¡ª no ha estado guiada por el oportunismo.
Puigdemont no acostumbra a vilipendiar a su adversario para justificar su credo pol¨ªtico y no tiene problemas en afirmar que el ¡°Espa?a nos roba¡± es un mantra falso. Dado que ese mantra es, seg¨²n algunos, uno de los factores que tanto ha hecho crecer al independentismo, no parece trivial hacer notar que una de las cabezas visibles del independentismo evita cualquier ambig¨¹edad a la hora de afirmar su falsedad. Puigdemont tampoco cae en esa especie de nihilismo que parece fundar el pensamiento de algunos independentistas seg¨²n el cual ¡°PP y PSOE son lo mismo¡±, o sea, la nada, una nada espa?ola, desde luego, pero la nada al fin y al cabo.
Por alguna extra?a raz¨®n, adem¨¢s, cuando dice que el refer¨¦ndum se va a celebrar con o sin participaci¨®n del Estado, a diferencia de cuando lo dicen algunos otros l¨ªderes independentistas, no suena como una amenaza; no digo que est¨¦ afirmando algo distinto de lo que afirman los dem¨¢s, s¨®lo digo que cuando ¨¦l lo dice no suena como si estuviera apuntando con una pistola al pecho de su interlocutor. Por lo dem¨¢s, no parece perder las formas ni siquiera cuando, por un lado, la sombra alargada de Artur Mas, y, por otro lado, las cada vez menos disimuladas ambiciones presidenciales de Oriol Junqueras, amenazan con dejarlo a la intemperie. Puigdemont cree genuinamente en la misi¨®n que se le encomend¨® y est¨¢ ah¨ª para ayudar en lo que haga falta, incluso para vaciar la piscina en que su mentor y su supuesto aliado le har¨¢n caer en alg¨²n momento.
El votante independentista valora el compromiso genuino de Puigdemont y, precisamente por ello, no deber¨ªa extra?ar que una parte del Pdecat lo considere como un activo y lamente su firmeza a la hora de no querer presentarse a unas eventuales elecciones. Cuesta imaginarse a Puigdemont en un cartel electoral como aquel en que Mas, con los brazos completamente extendidos, invocaba la voluntad de un pueblo. Puigdemont, dado su temperamento aparentemente austero, quiz¨¢ tema que le hagan hacer ese papel¨®n, y quiz¨¢ por ello, entre otras razones, declina la posibilidad de encabezar una lista post-convergente.
Hay un sentido, pues, en que Puigdemont no es un producto m¨¢s de esa maquinaria de crear mitos efervescentes denominada proc¨¦s. Pero para no dejar que el proc¨¦s se devore a s¨ª mismo ya no basta con participar en ¨¦l presentando unas credenciales independentistas impolutas como las del exalcalde de Girona; hay que contribuir a engrasarlo mediante la dramatizaci¨®n de la vida pol¨ªtica catalana. De ah¨ª esas declaraciones de hace unos meses en que Puigdemont aseguraba estar dispuesto a ir a la c¨¢rcel con tal de convocar el refer¨¦ndum. No sabemos si la independencia exige ¨¦pica ¡ª aunque la eventual independencia del Qu¨¦bec o de Escocia no parece requerir demasiada ¨¦pica ¡ª, pero s¨ª sabemos que el proc¨¦s vive de la ¨¦pica, y el habitualmente prudente Puigdemont est¨¢ dispuesto a hacer su parte para que el proc¨¦s sobreviva. Puigdemont no da la impresi¨®n de ser un c¨ªnico: realmente cree que la ¨²ltima estaci¨®n del proc¨¦s es la independencia. Quiz¨¢ se trata de una estaci¨®n muy lejana, pero la supervivencia del proc¨¦s emerge como un paso ineludible en ese viaje.
Y es que el proc¨¦s es ya una instituci¨®n catalana m¨¢s, una instituci¨®n metaf¨ªsica si se quiere, pero una instituci¨®n, y defenderlo es tener sentido institucional. As¨ª que todo indica que Puigdemont, por sentido institucional, puede estar dispuesto a jugar el papel del h¨¦roe, del m¨¢rtir, del revolucionario, que se sacrifica en la batalla.
Pero nada parece indicar que su eventual martirologio vaya a hacer alguna diferencia relevante. President, quiz¨¢ el proc¨¦s necesite h¨¦roes para seguir viviendo, pero Catalu?a no los necesita; adem¨¢s, el proc¨¦s no se merece que un buen tipo como usted se atrinchere en el castillo processista para terminar en la c¨¢rcel. President, como le dec¨ªa Leonard Cohen en una canci¨®n a Fidel Castro, ¡°abandone campos y castillos, d¨¦jelo todo, sea un hombre y vuelva a hacer nada en especial¡±.
Pau Luque es investigador en el Instituto de Investigaciones Filos¨®ficas de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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