La humillaci¨®n
Al sentar a Mas y Homs en el banquillo, el PP traspasa al independentismo la humillaci¨®n que sinti¨® por la consulta del 9-N de 2014
Humillaci¨®n se cura con humillaci¨®n. O eso parece. Despu¨¦s de pactar una cierta tolerancia para una votaci¨®n light el 9-N, el Madrid gubernamental vivi¨® la explotaci¨®n del ¨¦xito de la consulta como una humillaci¨®n intolerable. Aquellos 2,3 millones de votantes abrieron una herida en el orgullo del poder que requer¨ªa ser curada. Los que se tienen a s¨ª mismos como propietarios del poder en Espa?a percibieron el amenazante emerger de una fuerza fuera de su control. Concluyeron que dejar tal osad¨ªa sin castigo equival¨ªa a mantener abierta la herida e incurrir en riesgo de gangrena. Decidieron que haber planteado abiertamente a la ciudadan¨ªa la partici¨®n de Espa?a no pod¨ªa resultar gratis.
El lenitivo para la herida ha sido sentar en el banquillo de los acusados al expresidente de la Generalitat durante tres d¨ªas seguidos como reo de un delito penal. El humillador de ayer ha sido al fin humillado: se le ha tratado como a delincuente. Nada de pol¨ªtica. C¨®digo Penal a secas. Y desde ayer, tambi¨¦n para su mano derecha, Francesc Homs. Se ha dejado claro cu¨¢l es, al fin y al cabo, la verdadera relaci¨®n de fuerzas. Qui¨¦n manda y qui¨¦n se sienta en el banquillo. El orden ha sido restablecido, incluso en el supuesto de que hubiera absoluci¨®n, porque la parte acusada no ha cuestionado la legitimidad del juicio. Los humillados de ayer sienten que se cauteriza su herida. La jerarqu¨ªa ha sido restablecida.
Todo esto es parte importante en los juicios de Artur Mas y Francesc Homs. Pero no es todo, claro. Hay tambi¨¦n un debate jur¨ªdico, que tiene su cosa. Son varios pulsos pol¨ªticos simult¨¢neos, a cu¨¢l m¨¢s interesante. El principal se dirime entre el poder espa?ol y lo que queda del poder catal¨¢n, que es m¨¢s bien poco: una carcasa institucional sin dinero, con competencias recortadas y mediatizadas, y la Hacienda intervenida. Corre el riesgo de quedar en nada. El apoyo en la calle movilizado por los acusados ni siquiera hace cosquillas al adversario.
Al mismo tiempo, hay otro pulso, menos evidente, entre el Gobierno del PP y el sistema judicial, al que aqu¨¦l utiliza para que ¨¦ste le resuelva el problema pol¨ªtico que el propio PP cre¨® estando en la oposici¨®n. M¨¢s all¨¢ de lo que sea o no delito de desobediencia, ?est¨¢ pasando con la administraci¨®n de Justicia lo que pas¨® con el Tribunal Constitucional entre 2006 y 2010 a ra¨ªz del Estatuto de Autonom¨ªa? En cualquier caso no es un asunto relativo solo a Catalu?a. En aquella ocasi¨®n salt¨® por los aires el pacto constitucional y ahora lo que se dirime es la disyuntiva entre un modo de gobernar basado en la negociaci¨®n o en el autoritarismo.
En otras etapas hist¨®ricas, lo que ocurre con Mas, Homs y sus colaboradores hubiera sido insoportable para el cuerpo social que representan. Pero la ciudadan¨ªa vive tiempos de estupefacci¨®n y se resiste a las respuestas airadas. En pocos a?os ha contemplado sucesos anta?o inimaginables, inconcebibles, fant¨¢sticos. El expresidente Jordi Pujol, descubierto como un evasor de impuestos. El ex vicepresidente Rodrigo Rato, perseguido y condenado como un ladr¨®n. Un expresidente de Baleares, en la c¨¢rcel por corrupci¨®n. Familiares del Rey, cazados haciendo negocios ilegales. Dos expresidentes de Andaluc¨ªa, a juicio. Sentencias judiciales en Valencia describen al PP como una organizaci¨®n para profesionales del delito de cuello blanco y corbata. La ciudadan¨ªa ha le¨ªdo la fotocopia de la larga lista de altos dirigentes del PP que cobraban parte de su sueldo en negro, y entre los nombres figuraba el del actual presidente del Gobierno. Y los beneficiarios pol¨ªticos de tantos desmanes, ganando las elecciones. Tiempos dif¨ªciles de entender.
?Hasta cu¨¢ndo? El PP y sus sucesivos Gobiernos parecen convencidos de que pueden hacer lo que quieran en Catalu?a, un pa¨ªs en el que esta franja de la derecha ha sido siempre minoritaria, porque cree que el movimiento independentista es un tigre de papel. Es decir, cree que a la hora de la verdad no ser¨¢ capaz de forzar una ruptura que implicar¨ªa la voladura del r¨¦gimen pol¨ªtico. Al fin y al cabo, es un movimiento dirigido por las clases medias y por un partido de orden, tantas veces aliado y socio del propio PP en un pasado nada lejano.
Lo ¨²nico que no se sabe es si la humillaci¨®n permanente acabar¨¢ provocando en Catalu?a una reacci¨®n proporcional, hasta d¨®nde agrandar¨¢ la quiebra de la que advirtiera Jos¨¦ Montilla hace una d¨¦cada. El riesgo es cada d¨ªa mayor.
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