Alicante exhibe al Goya surrealista, torero y reportero de guerra
El Mubag mezcla 138 grabados con proyecciones sobre Donald Trump, el 11-S, Alepo o los desahucios
Quienes se acerquen esta semana al Museo de Bellas Artes Gravina (Mubag), en el centro de Alicante, se llevar¨¢n tres pedazos del alma de Goya. La del primer reportero de guerra de la historia. La del cronista de su ¨¦poca, sagaz, cr¨ªtico y precursor del surrealismo. Y la del amante de los toros que describe con crudeza las escenas del coso, cuya figura se disputan ahora por igual aficionados y antitaurinos. Pero la muestra Goya.Testigo de su tiempo, los 138 grabados que pueden visitarse entre el 23 de marzo y el 11 de junio en la pinacoteca alicantina por primera vez en la Comunidad Valenciana, aporta al espectador algo m¨¢s, un hilo conductor que conecta la Espa?a de finales del XVIII y principios del XIX con las im¨¢genes contempor¨¢neas que muestran los telediarios.
As¨ª, mientras se contempla la estampa Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, la primera de la serie Los desastres de la Guerra, la de los cuerpos ensartados por bayonetas, caballos destripados, hachas volando y cad¨¢veres mancillados, la del horror y la barbarie b¨¦lica, en el techo del museo se suceden im¨¢genes televisivas del 11-S, de los bombardeos en Alepo o del nuevo presidente norteamericano, Donald Trump.
Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746- Burdeos, 1828) fue "un adelantado a su tiempo", lo que "retrat¨® de forma tan l¨²cida sigue vigente, 200 a?os despu¨¦s, en el mundo en que vivimos", ha explicado este jueves el director del Consorcio de Museos Valenciano, Jos¨¦ Luis P¨¦rez-Pont, que ha presentado la exposici¨®n junto a una de las comisarias, Marisa Oropesa, y al diputado provincial de Cultura, C¨¦sar Augusto Asencio.
Los 138 grabados seleccionados han sido cedidos por dos coleccionistas privados, uno de ellos un arist¨®crata con antepasados que coincidieron en el tiempo con el pintor aragon¨¦s, que prefieren permanecer en el anonimato. La exhibici¨®n de las obras, primeras ediciones de los estampados que hizo el artista, ha tenido un gran ¨¦xito de p¨²blico en Estambul (Turqu¨ªa) y Par¨ªs (Francia). La novedad ahora radica, seg¨²n sus responsables, en el "montaje transgresor" que ha realizado el Mubag. Los grabados se distribuyen tres espacios diferentes que se corresponden con tres de las cuatro series goyescas aqu¨ª representadas (faltan Los caprichos): Los desastres de la guerra (1810-1820), Los disparates (1815-1824) y Tauromaquia (1814-1816). Los cuadros han sido repartidos de forma individual, en tr¨ªos a lo sumo, dentro de unas estructuras de cart¨®n que asemejan "peque?as capillas u hornacinas", en palabras de la directora del museo, Joserre Perezgil.
En cada espacio expositivo un proyector emite sobre el techo de la sala im¨¢genes actuales que van desde manifestaciones antidesahucios a operaciones contra la trata de blancas, bombardeos en Oriente Pr¨®ximo, terroristas del Estado Isl¨¢mico, ensayos nucleares o incluso la cara de Donald Trump. Una realidad que reproduce "horrores" y "disparates" muy similares a los que Goya retrat¨® en su tiempo. El artista tuvo que dar vida a muchos de sus grabados de noche, clandestinamente, para esquivar la censura de la Inquisici¨®n. Algunos no pudieron venderse hasta mucho despu¨¦s de que salieran de las planchas.
La muestra arranca con la serie Los desastres de la guerra. Hablar de este cat¨¢logo, seg¨²n Marisa Oropesa, es hacerlo "del primer reportero de guerra de la historia". Del afrancesado que cambia al presenciar el sitio de Zaragoza en 1808. El que denuncia las "violaciones, la hambruna y la desesperaci¨®n", el sufrimiento de los civiles en los conflictos b¨¦licos, y el primero que retrata a los vencidos y a las mujeres en esas circunstancias, a veces con hero¨ªsmo, siempre con respeto y admiraci¨®n.
En la serie Los disparates se aprecia en cambio el Goya precursor del surrealismo. El cronista agudo que pone la lupa en los vicios y pecados de su sociedad: la locura, la pedofilia, la prostituci¨®n. Se trata de su visi¨®n m¨¢s "t¨¦trica y oscura", seg¨²n la comisaria, y posiblemente la que le encumbra como uno de los grandes maestros del grabado, a la altura de figuras como Rembrandt. "?l vivi¨® en una sociedad controvertida y conoc¨ªa como pocos pintores el alma humana, su parte m¨¢s desgarradora, y supo sacarla a la luz", agrega Oropesa. "Humanista como Cervantes, no dej¨® de preguntarse con la pluma, el buril de grabar o el pincel acerca de los mecanismos secretos que mueven esta extra?a y apasionante m¨¢quina: el hombre", escribe sobre el genio su bi¨®grafa francesa Jeannine Baticle.
La serie Los disparates depara estampas hipn¨®ticas. Como la de la rama de ¨¢rbol que sujeta a un grupo de brujas en medio de una especie de aquelarre, la que asombra con hombres que intentan volar o la mitol¨®gica del caballo que rapta a una mujer a la que arrastra a mordiscos. Para la responsable de la exposici¨®n, estas im¨¢genes le sit¨²an como uno de los precursores del surrealismo pict¨®rico, al igual que ocurre con El Bosco o Bruehgel el Viejo.
La muestra se completa con cuarenta grabados de la serie Tauromaquia, una descripci¨®n exhaustiva, de experto, sobre el mundo de los toros, desde sus or¨ªgenes hasta los 'maestros' coet¨¢neos al artista, pertenecientes a las escuelas m¨¢s importantes de la ¨¦poca: la navarro-aragonesa y la andaluza. Las im¨¢genes son crudas, demasiado quiz¨¢s, y por eso no tuvieron ¨¦xito frente a otros pintores que compet¨ªan en el retrato de esta tem¨¢tica y que ofrec¨ªan una visi¨®n m¨¢s amable de la llamada fiesta nacional. De hecho, recientemente los grupos animalistas han presentado a Goya como un antitaurino.
Marisa Oropesa discrepa de esta revisi¨®n de su obra. De ser as¨ª, "no hubiera hecho 40 estampas", precisa, ni hubiera reunido el dinero necesario para viajar y estudiar pintura en Roma, como se dice, "toreando en varias plazas". En cualquier caso, las secuencias de la muerte del c¨¦lebre Pepe-Hillo (Jos¨¦ Delgado Guerra) en el tendido, en 1801, que disecciona con maestr¨ªa, prueban que Goya "hubiera sido un gran cineasta". Y no puede descartarse que el pintor, "un hombre sensible y amante de los animales", se hubiera arrepentido de algunas de sus pasiones al final de su vida, se?ala la comisaria mientras se proyectan sobre su cabeza im¨¢genes de bous al carrer, toro embolado, el diestro Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares, la plaza de Las Ventas o el Toro de la Vega.
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