Coronaci¨®n sin lustre
Llama la atenci¨®n la incapacidad, la impotencia de los populares catalanes para tener cualquier iniciativa pol¨ªtica, cualquier discurso propio
Y van... doce. Descontadas dos o tres interinidades cubiertas por sendas comisiones gestoras, el partido hist¨®rico de la derecha espa?olista en Catalu?a ha conmemorado su cuadrag¨¦simo aniversario (pues se constituy¨® como Alianza Popular en marzo de 1977) invistiendo al que, desde Laureano L¨®pez Rod¨®, es su doceavo l¨ªder: Xavier Garc¨ªa Albiol. Seg¨²n las cr¨®nicas period¨ªsticas, le votaron 782 compromisarios, el 92,9% de los presentes y el 72,6% de los posibles. En realidad, igual que todos sus predecesores, tuvo un solo elector. El de los seis primeros fue Manuel Fraga; el de los tres siguientes, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; el de los tres ¨²ltimos (Daniel Sirera, Alicia S¨¢nchez-Camacho y ahora Garc¨ªa Albiol) ha sido Mariano Rajoy.
El nuevo liderazgo, pues, carece de cualquier autonom¨ªa. Si no la consiguieron (aunque pudiese parecer otra cosa al principio) personalidades much¨ªsimo m¨¢s brillantes, como el ministro Josep Piqu¨¦, menos la va a tener el exalcalde de Badalona, que no destaca precisamente por la facundia discursiva ni la originalidad de sus propuestas pol¨ªticas, sino por la machacona tenacidad del martillo pil¨®n.
Si pretend¨ªa hacer foc nou, asentar su presidencia sobre bases propias, Garc¨ªa Albiol ha tenido que claudicar ante los poderes f¨¢cticos ¡ªviejos o recientes¡ª que imperan en el seno del Partido Popular catal¨¢n: un Enric Millo fortificado en la delegaci¨®n del Gobierno central; el incombustible fernandismo (de los hermanos Jorge y Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz) que acumula ya m¨¢s de tres decenios de caciquismo org¨¢nico; la influencia comarcal de la ministra Dolors Montserrat, heredada de su madre y hom¨®nima, que fue diputada al Parlament durante veintisiete a?os; etc¨¦tera.
Para colmo, y tras veinte meses de inc¨®moda cohabitaci¨®n entre ¡°presidenta¡± saliente y ¡°coordinador general¡± entrante, Albiol no puede librarse del pesado lastre de su predecesora Alicia S¨¢nchez-Camarga (?uy, perd¨®n, Camacho, S¨¢nchez-Camacho! ?En qu¨¦ estar¨ªa yo pensando...?), que sale del XIV? congreso como ¡°coordinadora de Acci¨®n Parlamentaria¡± del PPC. ?En qu¨¦ consiste tal funci¨®n, se preguntar¨¢n ustedes? El flamante l¨ªder lo quiso aclarar el lunes en TV3: ¡°Alicia S¨¢nchez-Camacho coordina toda la acci¨®n pol¨ªtica de lo que est¨¢ pasando en el Congreso¡±. Considerando que los seis diputados catalanes del Grupo Popular en aquella c¨¢mara no tienen ning¨²n margen de maniobra, lo de Alicia es el lazo que adorna una amortizaci¨®n aplazada durante demasiado tiempo por la parsimonia de Rajoy.
Pero lo m¨¢s destacable del PPC que sale de su reciente c¨®nclave no es el agudo continuismo en la direcci¨®n, ni las caracter¨ªsticas de un l¨ªder cuyo ¨¦xito electoral en Badalona es muy dif¨ªcil de extrapolar al conjunto de Catalu?a. Aquello que de veras llama la atenci¨®n ¡ªy no precisamente por novedoso¡ª es la incapacidad, la impotencia de los populares catalanes para tener cualquier iniciativa pol¨ªtica, para esbozar cualquier discurso propio, para ser otra cosa que la voz de sus amos Rajoy, Cospedal y compa?¨ªa.
En tiempos mejores para ella (all¨¢ por octubre de 2013), la se?ora S¨¢nchez-Camacho os¨® trasladar a Madrid una propuesta de financiaci¨®n espec¨ªfica para Catalu?a, una f¨®rmula que respetase el principio de ordinalidad (una ¡°solidaridad con l¨ªmites¡±, se dijo) e incluso que, dentro del marco constitucional, reconociera el ¡°hecho diferencial¡± catal¨¢n. El rechazo fulminante de la c¨²pula estatal y de los barones territoriales a tales ideas escarment¨® de modo definitivo a los dirigentes del PPC: cuerpo a tierra, y a repetir mec¨¢nicamente las consignas procedentes de la Moncloa o de G¨¦nova 13.
Xavier Garc¨ªa Albiol, pues, llega al v¨¦rtice de la delegaci¨®n catalana con la lecci¨®n bien aprendida; lecci¨®n que, adem¨¢s, encaja como un guante con sus aptitudes personales. Un uso insistente hasta el agotamiento de la langue de bois unionista (¡°ofrecemos un proyecto ilusionante de vida en com¨²n¡±, ¡°la Generalitat s¨®lo gobierna para los independentistas¡±...); un tono bronco que haga parecer blanda y conciliadora a In¨¦s Arrimadas, a ver si con ello se recupera terreno sobre Ciudadanos; una firme negativa a cambios legales de calado (¡°?reformar la Constituci¨®n? En estos momentos el clima no es el adecuado¡±); y, por encima de todo, estar siempre a lo que Madrid disponga, ofrezca, amenace u ordene, como un batall¨®n de polic¨ªa ind¨ªgena.
En los primeros meses de 1977, antes de las elecciones que le otorgar¨ªan apenas el 3,5% de los votos catalanes, el magn¨ªfico L¨®pez Rod¨® sentenciaba: ¡°Aqu¨ª no hay m¨¢s naci¨®n que Espa?a¡±. Es notable que, cuarenta a?os despu¨¦s, el PP siga anclado en la misma posici¨®n.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.?
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